Solo 4,4 millones de electores fueron llamados a las urnas el sábado en Eslovaquia para la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En su voto podría consolidarse un bloque prorruso que ya ha dejado atrás el respaldo militar a Ucrania. El fenómeno se asemeja al modelo practicado en la vecina Hungría por el ultranacionalista Víktor Orban, quien es el principal aliado de Vladímir Putin dentro de la Unión Europea.
Eslovaquia, que comparte 97 kilómetros de frontera con Ucrania, tenía hasta ahora un contrapeso frente a la postura prorrusa de Fico gracias a su presidenta, Zuzana Čaputová. El cargo, de representación simbólica pero con autoridad para ratificar leyes aprobadas por el Parlamento y para dirigir las Fuerzas Armadas, encarna el europeísmo y la solidaridad con Kiev.
Sin embargo, cinco años después de convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia, Čaputová no opta a la reelección. Once candidatos se postulan, con dos favoritos que podrían ir a un desempate el 6 de abril. Las encuestas señalan que ninguno alcanzará la mayoría en la primera vuelta.
El exprimer ministro y ahora presidente del Parlamento, Peter Pellegrini, alineado con la corriente de Fico, podría obtener un 34% de los votos; lo seguiría Ivan Korčok, exministro de Exteriores y representante del europeísmo, con una cifra ligeramente inferior. Pellegrini y Fico comparten una trayectoria que nace en la socialdemocracia y se desplaza hacia un populismo que busca alianzas con la ultraderecha. También participan un expresidente del Tribunal Supremo, Stefan Harabin, leal al Kremlin, y Marian Kotleba, de tendencias radicales de derecha.
El precedente de Polonia
En la campaña han estado muy presentes los ataques a la presidenta saliente, a la que se acusa de ser una “agente al servicio de Bruselas y Washington”. Esos mismos cargos fueron usados contra el actual primer ministro polaco, Donald Tusk, quien en 2023 asumió el poder tras ocho años de dominio del ultraconservador PiS. A Tusk le corresponde revertir restricciones a la libertad de medios y a la independencia judicial, pero al menos el PiS mantuvo una línea de apoyo a Ucrania.
Una victoria de Pellegrini convertiría a Eslovaquia en el siguiente país de la UE fronterizo con Ucrania con dominio de fuerzas prorrusas. También favorecería los planes de reforma de Fico sobre la radiotelevisión pública RTVS, cuyas medidas han provocado movilizaciones opositoras con el respaldo de la aún presidenta.
Cuestionamiento de la soberanía de Ucrania
El gobierno de Fico ha promovido dudas sobre la soberanía de Ucrania, pidiendo negociar una paz con Moscú y aceptar la renuncia a parte de su territorio. Korčok podría actuar como contrapeso, al igual que Čaputová, cuya capacidad de veto sigue siendo un instrumento clave para frenar ciertas leyes.
La cuestión de apoyar o no a Ucrania ha definido gran parte de la campaña en un país que formó parte del bloque soviético y que se integró en la OTAN y la UE en 2004. Su adhesión siguió un proceso similar al de Lituania, Letonia y Estonia, también miembros de la Alianza desde hace dos décadas. A diferencia de los países bálticos, Eslovaquia mantiene diferencias notables respecto a la línea atlántica de esos estados.
La influencia de Orban es determinante, al igual que la campaña de desinformación en curso. Se recuerda con frecuencia la limitada influencia de Bratislava en las decisiones de la UE, a la luz de su ingreso a la eurozona en 2009 tras la desintegración de Checoslovaquia en República Checa y Eslovaquia.
El factor económico
La historia reciente muestra un cambio: del sólido apoyo militar y humanitario a Ucrania en la frontera durante las primeras fases de la invasión de 2022 a una postura más crítica de ciertos sectores. La victoria de Fico ha reforzado ese giro y se ha advertido sobre campañas de desinformación que buscan influir en el electorado.
El impulso económico actual se apoya en un sector automotriz que emplea a muchos y que sostiene inversiones relevantes. Eslovaquia, integrada en la eurozona desde 2009, produjo más de un millón de automóviles en 2023. Las fábricas de Volkswagen y Kia contribuyen a la creación de empleo, y la llegada de Volvo podría ampliar aún más ese impulso industrial. En este contexto, las inversiones industriales mantienen un peso clave en la economía local.