Giro al centro y estabilidad: el plan laborista para Reino Unido

Todas las encuestas señalan el mismo rumbo: el Partido Laborista podría ganar las elecciones de esta semana en el Reino Unido, obteniendo una mayoría amplia y recuperando el poder tras 14 años. Su estrategia se ha centrado en señalar los errores de los gobiernos conservadores más que en defender una plataforma propia, lo cual ha ganado simpatía entre una parte significativa del electorado. La prudencia y la moderación destacan como herramientas clave de su líder, Keir Starmer, quien ha buscado desvincularse de su predecesor, el izquierdista Jeremy Corbyn, para presentar la imagen de un partido renovado capaz de aportar estabilidad al país.

Starmer ha evitado profundizar en temas sensibles como el Brexit, el cambio climático o las políticas de identidad de género, y ha puesto en primer plano la evaluación de los fracasos de su rival, el primer ministro actual, Rishi Sunak, y de sus predecesores. Este enfoque le ha permitido capitalizar el hartazgo existente antes de la llegada de Sunak al poder. “Hubo dos factores cruciales que cambiaron las encuestas a favor del Laborismo. Uno fue Boris Johnson y el escándalo de las fiestas, que minó la confianza del electorado; el otro, la era desastrosa de Liz Truss, que provocó un pánico considerable en los mercados”, comenta Mark Wickham-Jones, profesor de la Universidad de Bristol, experto en el Partido Laborista.

Giro al centro

El liderazgo laborista ha salido beneficiado por el desgaste de la etapa larga de los tories y ha apostado por un giro al centro que atrae a votantes insatisfechos. Aunque el Partido Conservador ha intentado señalar ese giro y ha descrito a Starmer como poco confiable, recordando su paso por el equipo de Corbyn, el líder laborista ha logrado defenderse y presentarse como un hombre capaz de traer estabilidad y moderación al país, a diferencia de su predecesor. “Por supuesto que hice campaña a favor del partido en 2019, pero estaba convencido de que íbamos a perder”, declaró en una entrevista a la cadena Sky News durante la campaña electoral.

La dirección actual ha ido corrigiendo a las corrientes más a la izquierda y ha dado mayor protagonismo a una corriente que se acerca a las posiciones del Partido Conservador en defensa, seguridad nacional y política exterior. Un ejemplo de ese cambio de rumbo es su postura respecto a la guerra en Gaza y la causa palestina, un tema que ha generado tensiones internas recientes. Starmer evitó durante meses exigir un alto el fuego inmediato y defendió el derecho de Israel a defenderse frente a Hamás desde el 7 de octubre.

Responsabilidad fiscal

El giro al centro también se ha reflejado en su discurso sobre responsabilidad fiscal y contención del gasto, lo que le ha permitido proyectar la imagen de un gestor serio y fiable en la economía ante los votantes moderados. La designación de Rachel Reeves, ex trabajadora del Banco de Inglaterra, como portavoz económica ha reforzado esa imagen y ha reforzado la confianza del sector empresarial, sin abandonar el compromiso de mejorar los servicios públicos y evitar subidas del impuesto sobre la renta o de las cotizaciones de la Seguridad Social, con el objetivo de proteger a las familias trabajadoras.

En materia migratoria, el líder laborista ha capitalizado el incremento de llegadas irregulares a través del Canal de la Mancha, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por frenarlo, y ha criticado el plan de deportaciones a Ruanda. Starmer ha resaltado su paso por la fiscalía general, donde se centró en combatir grupos terroristas, y ha prometido acabar con las redes que facilitan la llegada irregular de inmigrantes al Reino Unido. Aunque ha enfrentado dificultades para defender sus propuestas, los votantes moderados continúan viéndolo como una alternativa frente a lo que perciben como fracasos del gobierno actual.

Las encuestas apuntan a una amplia mayoría laborista en la Cámara de los Comunes, cercana a 450 escaños frente a alrededor de 100 del Conservative Party. Sin embargo, la mayoría de los analistas advierten de retos considerables para el nuevo primer ministro, especialmente si no logra encaminar al país hacia un camino de crecimiento económico sostenible.

Starmer confía en que las inversiones en vivienda e infraestructura impulsen la economía y alivien la carga fiscal de las familias, sin prometer nuevas reducciones de impuestos en caso de ganar, consciente de que la tasa de crecimiento, alrededor del 0,7% en el primer trimestre, todavía está lejos de los objetivos.

Las manos continúan en el timón, y las decisiones en política económica, migratoria y de seguridad serán decisivas para sostener o cambiar el rumbo del país en los próximos años.

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