El Partido Conservador británico enfrenta otro golpe en plena cuenta atrás hacia las elecciones generales. Tras cientos de días de campaña, se confirmaron dos derrotas de la bancada Tory en la Cámara de los Comunes al concluirse elecciones parciales en las circunscripciones de Wellingborough y Kingswood. El desenlace favorece al Partido Laborista, que refuerza su posición como alternativa viable y eleva la presión sobre el primer ministro, Rishi Sunak, en un momento de dudas internas dentro de su propia formación.
En Wellingborough, el Labour consiguió convertir una ventaja que parecía inquebrantable para los conservadores en 2019 en una victoria clara. La candidata laborista Gen Kitchen obtuvo el 45 por ciento de los votos, mientras que los conservadores se quedaron con el 24 por ciento. El resultado marca la mayor remontada laborista frente a los conservadores desde mediados de los años noventa, y se situó a poca distancia de Birmingham, una localidad central en el mapa político británico. Kitchen afirmó que la victoria envía un mensaje directo a Downing Street con miras a los próximos comicios.
Victoria laborista
En Kingswood, un barrio periférico de la ciudad de Bristol, la historia se repitió en sentido contrario para los conservadores: los laboristas superaron por más de 20 puntos la ventaja de 2019. El candidato laborista Damien Egan obtuvo el 44 por ciento de los votos frente al 34 por ciento de los conservadores, recuperando un escaño que permanecía en manos de la formación conservadora desde 2010. El líder laborista Keir Starmer subrayó que estas victorias demuestran que el programa de su partido se mantiene al servicio de los trabajadores y que la dirección continuará trabajando con ahínco para cumplir las promesas electorales.
Una victoria en dos circunscripciones clave ha proporcionado al Labour un respiro después de días de críticas por cambios en sus propuestas y por debates internos sobre la dirección de su agenda, incluida la controversia suscitada por inversiones en políticas ambientales y una posición prudente frente al conflicto en Gaza. Starmer evitó apoyar un alto el fuego inmediato y, al mismo tiempo, tomó decisiones firmes contra ciertos miembros de su propio partido que habían mostrado posturas más críticas respecto a Israel. La lectura más repetida entre los analistas es que las victorias recientes amortiguan el peso de esas críticas y fortalecen la narrativa de liderazgo ante el electorado.
Fuga de votos
El resultado registrado no se debe solo a méritos del Labour. En gran medida, refleja un desgaste profundo del Partido Conservador, que atraviesa una caída sostenida tras más de una década en el poder. Las autoridades y analistas señalan que Sunak enfrenta la dificultad de cumplir con una agenda ambiciosa, incluida la promoción del crecimiento económico y la reducción de las esperas en el sistema de salud, junto con otras promesas que han quedado rezagadas. Los datos económicos más recientes indican un frenazo que alimenta la crítica de que la economía británica no ha logrado consolidar el crecimiento prometido ni mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos en el corto plazo.
Además, la consolidación de una fuerza de derecha populista como Reform UK, que obtuvo porcentajes significativos en ambas circunscripciones, añade presión al Partido Conservador para recuperar la confianza de electores que han buscado alternativas. En declaraciones posteriores a las votaciones, Sunak sostuvo que la elección entre su partido y el Labour representa, en esencia, una decisión entre dos visiones para el país, dejando entrever que el tiempo de gestión está próximo a agotarse si no se fortalecen las propuestas y se mejora la ejecución. La lectura compartida entre estrategas es que la campaña debe ajustarse para evitar una pérdida de apoyo más amplia antes de las elecciones generales.