En el epicentro del huracán político desde que irrumpió el caso Koldo, José Luis Ábalos ha atravesado una etapa de desencuentros dentro de su partido, el PSOE. A lo largo de una trayectoria que abarca varias décadas, su presencia en el Congreso como miembro del Grupo Mixto y, en su momento, como uno de los referentes del partido ha sido objeto de un intenso escrutinio. Ya en julio de 2021 dejó de ser ministro en el Gobierno de Pedro Sánchez y fue relevado como secretario de Organización. En ese horizonte, las preguntas sobre sus logros y sus fracasos se han multiplicado, en un relato que acompaña a una figura política marcada por altibajos significativos.
Indagando en su pasado, Alicante emerge como escenario clave de una de las primeras bofetadas. Fue en el IX Congreso de la federación valenciana, celebrado del 22 al 24 de septiembre del año 2000 en la Universidad de Alicante. En aquel momento, el PSPV llegaba fracturado, todavía sin hallar estabilidad cinco años después de haber perdido la Generalitat Valenciana y con gestoras asumiendo la dirección de la organización. La división entre las familias socialistas era evidente: entre cinco y seis candidatos se disputaban la Secretaría General, reflejo de una lucha interna que marcaba la vida interna del partido.
Entonces Ábalos, con 41 años, ocupaba el cargo de concejal y secretario comarcal de Valencia. Tomó la iniciativa de diferenciarse en un proceso organizativo que rara vez le había visto en esa posición de liderazgo. Más tarde, en 2008, facilitó un acuerdo para que Jorge Alarte asumiera la Secretaría General del PSPV y, en 2012, venció a Toni Gaspar para convertirse en secretario provincial en Valencia. En Alicante no logró el resultado que esperaba, a pesar del respaldo recibido desde Ferraz, con figuras como José Luis Rodríguez Zapatero y Pepe Blanco ocupando cargos relevantes en la estructura del PSOE durante esos meses. Este hecho dejó claro que la contienda interna era muy reñida y que las alianzas podían cambiar el curso de las candidaturas.
Ábalos cayó ante Joan Ignasi Pla, en una contienda definida por un margen estrecho de votos. El escrutinio mostró que, de los 395 votos emitidos, Pla obtuvo 179 y Ábalos 169, con los otros aspirantes registrando apoyos mucho menores. Esa victoria dejó constancia de la fragmentación del socialismo valenciano en aquel momento. Al final de ese congreso, Ábalos quedó como vicesecretario general, situado por debajo de Pla, y fue uno de los pocos intentos de dirigir la federación valenciana, un tramo de su trayectoria marcado por la influencia que trató de ejercer sobre las agrupaciones socialistas de Valencia.
En la noche previa al cónclave, la actividad se centró en el hotel Meliá de Alicante. Allí estuvo presente Pepe Blanco, con la intención de canalizar una victoria para Ábalos que parecía probada. Sin embargo, los bandazos de Joan Lerma y Joan Romero generaron una oposición que terminó imponiéndose y, con ello, se impidió que Madrid impondría su voluntad. El resultado fue visto por muchos como un golpe significativo dentro de la compleja red de apoyos y tensiones entre las distintas corrientes del PSOE, conocido entonces como el “Tamayazo” de ideas y actores que configuraron el tablero político valenciano. En aquella coyuntura, Balbás, líder de Renovadores por la Base, hizo acto de presencia para respaldar a la corriente que aspiraba a Ábalos, una presencia que años después le costaría su expulsión por su relación con aquel episodio.
La lectura de Pla sobre aquel congreso enfatiza el contexto de unidad como un objetivo prioritario después de años de conflicto. Pla recuerda que, pese a una campaña con apoyos de importantes figuras como Zapatero, el resultado dependía de la capacidad para articular un proyecto que superara las luchas entre familias y se orientara hacia la ciudadanía. Juan Pascual Azorín asumió la presidencia del PSPV tras aquel congreso en Alicante, y Azorín sostiene que, para recuperar el rumbo, fue necesario construir un proyecto que lograra estabilidad y que sirviera como contrapeso frente a un PP ya consolidado y fuerte en la región.
Con el paso del tiempo, aquellas memorias quedan lejanas, aunque comparten un hilo conductor con el presente: en aquella época Ábalos experimentó su primera gran derrota política, y con el tiempo parece haber llegado a un punto de inflexión similar en su trayectoria nacional.
Otra tentativa frustrada en 2008 que terminó en un acuerdo con Alarte
Pocas son las oportunidades que ha tenido Ábalos para avanzar a nivel orgánico durante su dilatada carrera. Tras perder ante Pla en Alicante en 2000, volvió a intentar liderar el PSPV ocho años después. En esa ocasión, el candidato de Torrent no llegó a completar el proceso porque acordó previamente con Jorge Alarte, quien venció por una veintena de votos a Ximo Puig, que entonces aguardaba su oportunidad para liderar la federación valenciana en 2012.
A lo largo de 2012, Ábalos participó en otras primarias, no para la Secretaría General sino para la Secretaría Provincial de Valencia. En esa ocasión tuvo mejor suerte: venció por cuarenta votos y contó con el apoyo de Puig y de figuras destacadas de los llamados alartistas, que reconocían su lealtad y su experiencia dentro del partido. Estas votaciones mostraron la dinámica interna de una organización que, en distintas fases, buscaba equilibrar alianzas y liderazgos para construirUna base sólida que sostuviera su visión de futuro.
En suma, la trayectoria de Ábalos se caracteriza por una marcada capacidad de maniobra, por crisis y reconciliaciones, y por una constante discusión sobre la dirección que debía tomar el PSPV y, en última instancia, el PSOE en la región. Las memorias de aquellos días, cuando el partido discutía su rumbo y la ciudadanía exigía respuestas claras, siguen resonando en la lectura de una carrera que ha ido desde el liderazgo local hasta un papel relevante en el plano nacional. Aunque las circunstancias cambian, el nombre de Ábalos permanece asociado a momentos de tensión y a una presencia constante en el escenario político valenciano y nacional.