¿Cómo afronta Ciudadanos las horas previas al cierre de la campaña de las elecciones europeas?
Ciudadanos está en el grupo liberal. Los tres grupos principales, el socialista, el popular y el liberal, son los que marcan la agenda. Por sí solos no hacen nada, los tres somos necesarios para responder a los retos estratégicos, económicos y militares. Si queremos no depender de las decisiones de Estados Unidos en la agenda internacional tenemos que crecer con una UE fuerte. Si Cs desaparece del Parlamento Europeo su lugar será para Puigdemont. El grupo liberal viraría a lo que era anteriormente a la entrada de Cs, apoyando a los representantes del nacionalismo catalán y vasco.
A usted se le ha visto muy crítico las últimas semanas con su formación, ¿cuáles han sido los errores que les han conducido hasta su situación actual?
La situación presente es por no haber cumplido con lo que dijimos siempre, que España no dependiera de los nacionalismos. Cs tuvo que haber formado un gobierno de coalición con el PSOE, como se tendría que haber hecho con los socialistas en Castilla y León y como hicimos con el PP en Andalucía. Negamos nuestra esencia y por eso me retiré del comité ejecutivo. Traicionamos la naturaleza fundacional del partido que habíamos creado, que quería ser útil en beneficio de España y no del líder. Nuestro líder [Albert Rivera] He believed it was more important to be president, something utopian, than to support what was necessary for Spain.
¿El mayor fallo fue no formar Gobierno con el PSOE?
No hay nada peor que la victoria cuando no se sabe calibrar. Al éxito hay que tratarlo como un estafador. Cuando Cs consiguió 56 diputados y estaba cerca del PP, hubo algunos miembros de la dirección que querían ir a las siguientes elecciones para conseguir el Gobierno. No teníamos que ser el primer partido de España, sino el primer partido que cambiara cosas esenciales.
¿Saca alguna lección positiva del proceso de descomposición por el que han pasado?
Dentro de la tristeza hay algo positivo. Pasarse a otro partido porque los vientos soplan en una dirección diferente es de un oportunismo despreciable. La virtud de eso es la depuración que hemos hecho. Ahora en Cs solo está la gente que sigue creyendo en la política que trabaja por la ciudadanía, la igualdad, la solidaridad y la unidad.
¿Cree que la extrema derecha aumentará su presencia en la Eurocámara en estas elecciones?
El PSOE se harta de hablar de la extrema derecha, pero es que la votan en Vallecas. La clase trabajadora apoya a Vox porque los partidos tradicionales no han cumplido con su labor. La política es la consecuencia de la situación social, en la que los jóvenes no pueden independizarse porque no tienen trabajo ni pueden comprar o alquilar una vivienda. ¿Qué esperanzas pueden tener en el PSOE? La política no les ha resuelto nada. La clase media es la esencia de la democracia, la estabilidad social, y se está perdiendo, se está precarizando.
¿Qué opina cuando Pedro Sánchez habla en sus cartas de la polarización de la política española y de la máquina del fango?
Un presidente de Gobierno tiene que tener conciencia de su posición institucional. No puede acusar a los juzgados de beneficiar a la derecha y la extrema derecha. Cuando un pseudosindicato presenta una acción contra Begoña Gómez es el juez el que calibra si tiene contenido. Es muy grave que la esposa del presidente esté siendo investigada. Ante ello, Pedro Sánchez culpa en una carta a la extrema derecha. Vivimos un momento en el que el presidente intenta capturar el único poder independiente, el judicial.
Antes mencionaba que Puigdemont podría ocupar el puesto de Cs en el Parlamento Europeo, ¿cuál es su visión de la Ley de Amnistía?
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Pedro Sánchez, por seguir atornillado a la silla presidencial, ha revivido a Puigdemont. Le quieren perdonar todos sus pecados sin exigirle que se comprometa a arrepentirse y no volver a cometer sus delitos. Es una amnistía ficticia, inconstitucional y contraria a los principios del derecho de una persona que dice que lo va a seguir haciendo. Nunca se había visto un perdón así. Para Pedro Sánchez existe la necesidad de ser presidente de un Gobierno que se proclama así mismo como progresista.
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