Gran comunicador, Bartolomé Beltrán dejó huella en el mallorquinismo

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Gran comunicador, Bartolomé Beltrán dejó huella en el mallorquinismo.

Nuestra educación sentimental nace en la infancia de formas muy diversas: puede ser a partir de un libro de Robert Graves, como Asedio y caída de Troya, o al ganar un partido de tenis a tres sets. También sucede al escuchar una sinfonía, recordando la revelación de la cuarta de Bruckner, o al enfrentar la pérdida de alguien cercano. Hay momentos decisivos que ocurren en horas o minutos y otros que se asientan como una atmósfera que acompaña toda una vida. Estas ideas me acompañaban al leer la noticia de la muerte del doctor Beltrán, una figura mediática de la juventud de muchos mallorquinistas y, sobre todo, la persona que trajo a la isla a uno de nuestros pocos ídolos deportivos: el argentino Héctor Cúper.

En mi memoria persiste la imagen de dos Mallorca diferentes: el primero, propio de la infancia, un equipo con un toque francés en el que destacaban entrenadores como Lucien Müller y Marcel Domingo y delanteras como el Tronco Magdaleno y Rolando Rolo Barrera, aunque estos nombres no siempre coincidieran. No fue un conjunto que brillara por encima de los demás, pero sí representó la materia de los sueños para muchos mallorquinistas tras años de espera. El Mallorca de Paco Bonet, Torito Zuviría y Miodrag Kustudić, junto con Gerry Armstrong, era otro estilo de fútbol que dejó huella. Una década después llegó Beltrán y con él Cúper, un dúo que, casi de manera inesperada, conectó con una sociedad poco habituada al éxito deportivo y a la fantasía del juego bonito. Su visión dio forma a un proyecto que parecía imposible y, en poco tiempo, mostró resultados que muchos creían inalcanzables. Más adelante apareció el mejor Mallorca que se recuerda, el que brilló bajo Luis Aragonés y Samuel Eto’o, gracias al cual se conquistó la Copa del Rey. Sin embargo, para aquel entonces ya no era un niño, y la experiencia se vivió con la alegría de los triunfos pero también con la distancia que da la madurez, esa que despoja de la mitología para perderse en la memoria.

¿Cuál fue el papel del doctor Beltrán en aquellos años? Fue decisivo, aunque su influencia parecía más simbólica que práctica. Beltrán era médico, sí, pero sobre todo era un comunicador televisivo. La clave tal vez residía en la mezcla de suerte, asesoramiento y una intuición casi mágica para despertar la autoestima de un equipo que estaba al borde del fracaso. En muy poco tiempo consiguió convertir a un Mallorca herido en un conjunto capaz de creer en sí mismo. Su capacidad para infundir confianza no fue un rasgo menor; fue la chispa que explicó por qué el equipo, que parecía estancado, dio un giro radical. En apenas tres temporadas, logró algo que pocos entrenadores logran: construir lo que podría llamarse la Mallorca moderna. Su labor se mece entre el efecto de la dirección actual, con una influencia queOne se siente alrededor de los Estados Unidos, y la memoria de lo que fue el club en esos años. En paz descanse, doctor Beltrán.

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