Maltrato habitual a niños durante casi dos décadas: un caso judicial en Gijón

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Palizas con golpes reiterados, azotes con cinturones y hasta ataques con bates de béisbol, junto a insultos constantes, marcaron 18 años de sufrimiento para cinco hijos de un padre rumano. Este hombre será juzgado en las próximas semanas por cinco posibles delitos de malos tratos habituales, cometidos contra sus cinco hijos, dos de los cuales siguen siendo menores. Los hechos descritos en el auto del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Gijón, al que tuvo acceso este diario, revelan un patrón de violencia que alcanzó extremos en varias ocasiones, llegando a amenazar con un cuchillo a uno de los menores. Este documento sirve de base para el proceso penal que se abre contra el presunto agresor.

La denuncia inicial fue interpuesta por una de las hijas en noviembre de 2022. En ella se detalla un clima de terror que dominaba la vivienda, donde el investigado, presuntamente, dirigido su ira también contra su esposa con reiteradas agresiones físicas. Aunque la mujer no presentó denuncia en ese momento, la querella dio paso a una exhaustiva investigación para esclarecer hechos que habrían comenzado en 2006. A lo largo de la pesquisa se tomaron declaraciones al padre, a la madre y a los cinco hijos, dos de ellos menores, y se solicitaron informes a los distintos centros educativos de Gijón para entender el alcance de las conductas denunciadas.

El auto, fechado el 14 de febrero de este año, señala que la primera agresión tuvo lugar en 2006 contra uno de los hijos, cuando el menor tenía apenas cuatro años. Se describe que el padre abofeteó a uno de los niños al interpretar que, con un balón, había roto un cristal de un armario. Según el documento, las agresiones hacia ese menor y hacia otro de los hijos eran continuas, incluyendo palizas con cinturón que provocaban sangrado o incluso pérdidas involuntarias de control de esfínteres. El texto recoge que, cuando la madre intentaba defender a sus hijos, el investigado profiriía expresiones como “voy a meterles unas hostias” o “me voy a mear en ellos” y “los voy a matar”. La situación continuó en 2013, cuando el padre agarró por el pelo a otro hijo, de dos años, y lo lanzó al suelo. También se señala la agresión de la hija mayor con un bate de béisbol, y un episodio en Nochevieja de 2014 en el que golpeó a otro con un cinturón.

En años siguientes, se documentaron nuevos episodios de violencia. En 2016, tras regresar tarde del colegio, el padre habría golpeado a dos de sus hijos con un bate. En 2018, al hablar de la vida íntima de su hija, el investigado habría reaccionado de forma descontrolada: arrancó a la joven del suelo de la cocina, le propinó varios puñetazos y dejó a la joven con la nariz sangrando y el labio roto. En esa ocasión, la familia acudió a un centro hospitalario, pero se le pidió a la hija que cambiara su versión para encubrir la situación, alegando que había sido violada y que se había caído por las escaleras. Esa fue la única ocasión en la que alguna de las víctimas acudió a un hospital en los 18 años que cubre el expediente.

El informe también recoge que, en años posteriores, el investigado consumía alcohol y drogas. Las pruebas mostraron positivos en alcohol y cocaína. La jueza considera que esos hechos podrían constituir cinco delitos de maltrato habitual y ordenó la apertura de un juicio oral. En la acusación particular figuran los tres hijos mayores, que exigen para el presunto agresor una pena de un año de prisión y una indemnización de 15 000 euros.

Maltrato a los niños durante casi dos décadas

La trayectoria de los hechos, descrita en el expediente, revela una cadena de episodios graves que se extendió durante años. Los registros judiciales señalan que las agresiones afectaron de forma sostenida a la mujer y a los hijos, con un patrón que dejó huellas profundas. Las secuencias narradas incluyen tanto golpes directos como humillaciones y campañas de intimidación que reforzaron un ambiente de miedo en el hogar. A lo largo de la investigación, se consultaron informes de centros educativos para entender el impacto en el desarrollo y el comportamiento de los menores, así como las respuestas de los sistemas de apoyo disponibles.

Los hechos recogidos señalan que, aun cuando hubo intentos de defensa por parte de la madre, estas conductas continuaron durante años, con episodios que incluyeron ataques con objetos contundentes y amenazas explícitas. En la fase de la investigación se documentaron varias escenas de violencia que afectaron tanto a los hijos como a la esposa, y se comprobó que el consumo de sustancias podría haber influido en la severidad de las acciones reportadas. El conjunto de pruebas y testimonios ha llevado a la jueza a emprender el proceso penal, con el objetivo de determinar la responsabilidad del responsable y las posibles condiciones de reparación para las víctimas.

La situación descrita en los informes evidencia la necesidad de una supervisión judicial rigurosa y de medidas de protección que garanticen la seguridad de las víctimas. El dictamen subraya la importancia de valorar la evolución de cada caso, la situación familiar y las circunstancias personales para fijar una respuesta penal adecuada y asegurar que las víctimas reciban el respaldo necesario para superar el trauma generado por años de violencia doméstica. El procedimiento continúa con la realización de las pruebas y la exposición de las alegaciones por las partes involucradas, buscando claridad y justicia para las personas afectadas.

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