Hija de agricultores y duelo por el liderazgo en la campaña europea de Francia

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Hija y nieta de agricultores

Una figura poco conocida se abre paso para afrontar un reto sumamente difícil. La coalición que respalda al presidente francés, Emmanuel Macron, ha confiado la dirección de la campaña de las europeas a la eurodiputada Valérie Hayer, de 37 años. Cuando su nombre emergió en la prensa como probable cabeza de lista del macronismo, muchos periodistas en Francia se quedaron con cara de póker ante la falta de familiaridad con su trayectoria. Hayer, hija de agricultores, representa un vínculo directo con el mundo rural que muchos ven como un punto positivo en estos tiempos de crisis del campo. Aunque es la candidata formal, sus verdaderos candidatos influyentes son Macron y el primer ministro, Gabriel Attal.

La coalición centrista, integrada por Renaissance, MoDem y Horizons, inició este sábado la campaña de las europeas con un gran acto en Lille, en el norte de Francia. Con tres meses por delante para los comicios del 9 de junio, la carrera presenta una pendiente empinada para el partido de Macron. “Tenemos la impresión de que todo el pescado está vendido, pero eso no es cierto. La situación aún no se ha decidido. Me acaban de designar como candidata y empezamos la campaña”, declaró Hayer en un programa de radio, tras ser preguntada por el favoritismo de la ultraderecha.

Los últimos sondeos, que deben tomarse con pinzas, muestran a la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen liderando las intenciones de voto, con una ventaja de aproximadamente 30% frente a 28% para la coalición presidencial. Este bloque xenófobo y ultranacionalista cuenta con unos 10 puntos de ventaja sobre la formación de Macron. Presentados por separado, los partidos de izquierdas quedan como figuras secundarias, con las tres principales fuerzas progresistas —Partido Socialista, Francia Insumisa y los Ecologistas— variando entre el 8% y el 9% cada una.

La campaña y el hilo rural

Fruto de un segundo mandato marcado por una temporada difícil para el gobierno, las débiles perspectivas electorales no invitan a la confianza en la candidatura de Hayer. Se llegó a sondear a figuras como Richard Ferrand, Bruno Le Maire o Julien Denormandie, pero todos rechazaron la idea. “Hayer es candidata por defecto”, señala un periodista que cubre el Palacio del Elíseo y que aporta información de primera mano sobre la toma de decisiones.

Tras la designación de Stéphane Séjourné como ministro de Asuntos Exteriores, Hayer fue elegida presidenta de los liberales en la Eurocámara, donde su grupo cuenta con una presencia considerable y actúa como fuerza bisagra. “Soy hija de agricultores, nieta de agricultores y hermana de agricultores”, afirmó en Estrasburgo al defender sus lazos con el mundo rural. En el contexto de la crisis del sector primario, estos lazos ganan peso político. Por su parte, Los Republicanos han designado a la agricultora Céline Imart como número dos. Un nuevo movimiento ruralista intenta dar la sorpresa, aunque no se espera que supere el umbral del 5% de los votos.

En el caso de Hayer, su historia personal parece un intento de romper con la imagen típica del representante macronista desconectado, parisino y alejado del país rural y periférico. Aunque mantiene vínculos con el campo en Mayenne, la eurodiputada desde 2019 ha centrado su carrera en la política, combinando cargos locales y nacionales. Fue consejera municipal en Saint-Denis d’Anjou cuando tenía 21 años. Más tarde se afilió al UDI y trabajó como asistente parlamentaria para esa formación en el Senado y en la Eurocámara.

La guerra de Ucrania polariza el debate

Desde el otoño, en el entorno de Macron se pensó en un líder joven y con experiencia para encabezar la lista europea. El nombre que parecía más idóneo era el de Attal, pero entonces ocupaba el Ministerio de Educación y no podían moverlo. Finalmente, Attal pasó a ser la figura principal, y Macron asumió un papel de director de campaña. En este esquema, Hayer aparece como un elemento cercano más que como el eje central del proyecto.

Las europeas se presentan en Francia como un escrutinio de medio mandato, y el dato es que pueden convertirse en un voto de sanción para la administración. En consecuencia, Macron busca situar la guerra en Ucrania en el centro del debate. En las últimas semanas se ha visto una intensificación de la retórica, y el presidente ha recibido a los líderes de los principales partidos, así como a exmandatarios, para discutir el conflicto. La próxima semana se votará en la Asamblea Nacional un aumento de la ayuda militar a Ucrania, que podría llegar hasta los 3.000 millones de euros este año.

La guerra en Ucrania se usa como una línea que separa a los que apoyan Occidente de los que se alinean con Rusia. Esta estrategia no solo desea atraer a votantes que respaldan la postura de Occidente, sino que pretende movilizar al electorado macronista ante la posibilidad de una alta abstención. Tanto Macron como Attal arriesgan mucho en estas elecciones del 9 de junio: un resultado desfavorable podría poner fin a los planes de continuidad de la presidencia y, para Attal, complicar la idea de suceder a su mentor en un futuro cercano.

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