Acuerdo con México y Cuba
Entre las primeras iniciativas que circulan tras la investidura de un nuevo presidente de Estados Unidos figura la posibilidad de renombrar el Golfo de México como Golfo de América, una denominación que para algunos estadounidenses simbolizaría la identidad del país. En su discurso de toma de posesión, el entonces presidente electo expresó que la idea tenía una sonora resonancia y dejó entrever que podría haber acciones administrativas relacionadas en el futuro cercano.
La idea, ya esbozada a principios de año, provocó risas y comentarios en la región que rodea esa porción del Atlántico que comparten Estados Unidos, México y Cuba. En un mapa histórico de 1607, la presidenta mexicana sugirió que el territorio ocupado por Estados Unidos y México pasara a llamarse América Mexicana, una propuesta que se comentó con tono ligero y que algunos personajes consideraron agradable al oído. Se oyó bonito, ¿no?
La duda que planea ahora es si realmente el nuevo presidente de Estados Unidos puede cambiar unilateralmente una designación geográfica aceptada internacionalmente.
A nivel interno, parece probable que el mandatario pueda cumplir con su anuncio. Se encargaría de ello la Junta de Estados Unidos para Nombres Geográficos, conocida como BGN, cuyo cometido es establecer y mantener el uso uniforme de las denominaciones geográficas en el Gobierno federal. Esta junta solo contempla cambios de nombre por motivos imperativos y con aceptación local, tal como lo indica su política oficial.
Existe un precedente de un cambio de designación de un lugar por parte de un presidente de Estados Unidos, aunque en esa ocasión no afectaba a otros países. Fue en 2015 cuando el entonces presidente rebautizó la cumbre más alta de Norteamérica con un nombre indígena que significa el más grande. De hecho, hay quienes señalan que ese esquema podría revertirse si así se desea.
A nivel internacional, el nuevo nombre es más difícil de aceptar, pues en principio debería contar con el visto bueno de México y Cuba, así como la aprobación de varios organismos internacionales como la Organización Hidrográfica Internacional, la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y el Grupo de Expertos de Naciones Unidas en Nombres Geográficos.
Un responsable de la Organización Hidrográfica Internacional indicó que, hoy en día, no existe un protocolo internacional formal para nombrar áreas marítimas con obligatoriedad universal. El cambio de nombre también implicaría cambios legales en cartas náuticas, mapas oficiales y legislaciones nacionales que cada país involucrado debería reflejar.
¿De cuándo data el nombre de golfo de México?
La primera constancia escrita del uso de la denominación Golfo de México se remonta al siglo XVI, en mapas utilizados por exploradores españoles. Un siglo después, también se empleó el nombre de Golfo de Nueva España, la designación que identificaba la región que comprende Florida, el sureste de Estados Unidos, México y parte de América Central. Sin embargo, la denominación que prevaleció fue la primera. Cuatrocientos años de historia que podrían verse afectados si se intenta un cambio por vías ejecutivas.