Son muchas las personas que este jueves vieron sus hogares convertedidos en cenizas, y sobre todo, sus recuerdos quedaron reducidos a sombras oscuras. En medio de la desolación, un vecino afirmó que la herencia emocional que dejó el fuego tardará mucho en repararse, pero al menos se puede contar lo ocurrido. Catalin Stefan, quien habitaba uno de los inmuebles junto a su esposa, que se desempeña como administradora del edificio, y su hija pequeña, describió la escena a pie de los dos edificios incendiados, tratando de entender lo ocurrido y buscar fuerzas para seguir adelante.
Durante las últimas dos noches, Stefan ha pasado buena parte del tiempo en la casa de amigos. Sin embargo, la pareja se acerca con frecuencia al lugar de la tragedia, sin terminar de asimilar lo sucedido. Los vecinos comparten un ánimo colectivo de conmoción y cansancio. Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, recoge que desde la noche pasada no han conseguido dormir con tranquilidad en sus hogares; Stefan relató que la primera noche apenas concilió el sueño y la del viernes fue igual, con una sensación de que el descanso podría no volver durante mucho tiempo.
Recuerda con lágrimas en los ojos cómo presenció el incendio de su casa, que quedó reducida a un esqueleto negro. En ese momento él trabajaba fuera de casa, mientras su madre y su hija estaban dentro, pues la pequeña terminaba las clases minutos antes. Un conocido fue quien le avisó de que la vivienda se estaba incendiando. “Lo veíamos desde abajo”, comentó. Les pidió a su madre y a su hija que se quedaran en casa pensando que sería algo menor, pero al ver que las llamas avanzaban tan rápidamente por la fachada, les indicó que salieran corriendo. El vecino lamenta que la pequeña se haya quedado sin ropa de uso escolar y sin libros, sin libretas ni otros materiales básicos. Aun así, agradece el apoyo recibido desde el colegio para mantener la actividad cotidiana y seguir con las rutinas habituales de sus hijos.
La imagen de la casa convertida en una estructura deshilachada quedó grabada en la memoria de todos. Aun cuando aún hay que reconstruir muchos detalles, los vecinos sostienen que la prioridad ahora es asegurar una respuesta integral por parte de las autoridades y las aseguradoras para que nadie quede desamparado. En este sentido, la solidaridad vecinal ha tomado forma parcelada a través de mensajes y gestos de acompañamiento, que buscan responder a la urgencia de un momento tan traumático.
“Que no sean sólo promesas”
Todos los afectados formaron un grupo de WhatsApp para centralizar la información, coordinar ayudas y compartir actualizaciones. Stefan recuerda a las autoridades que lo perdido no puede quedarse en promesas: esperan respuestas claras, una atención rápida y medidas efectivas para reconstruir lo que se ha perdido y para evitar que servicios básicos queden interrumpidos durante meses. Este deseo de acción concreta se acompaña de un llamamiento a la responsabilidad institucional, para que las medidas que se anuncien se traduzcan en resultados visibles en el corto y mediano plazo.
Aunque es pronto para volver a cierta normalidad, el vecino se siente afortunado por poder relatar lo ocurrido y por estar rodeado de familias que, aunque atraviesan momentos duros, no están solas. Hay quienes viven situaciones aún más difíciles, y esa realidad extrae un aliento de esperanza que ayuda a sostener la conversación y a mantener la esperanza de un futuro cercano con soluciones tangibles. En este marco, las comunidades se organizan para garantizar que no se pierda el sentido de pertenencia y de apoyo mutuo, incluso cuando las secuelas siguen vivas en cada casa y en cada mirada.
Los vecinos prometen no dejar de compartir información ni de exigir respuestas, a la vez que reconocen que la recuperación será un proceso largo. Se necesita una atención coordinada que contemple vivienda temporal, apoyo psicológico, atención a la educación de los niños y respaldo económico para aquellas familias que han visto destruirse su refugio. Este episodio, que dejó heridas visibles e invisibles, también subraya la importancia de la resiliencia comunitaria y de la colaboración entre familias, escuelas y autoridades para volver a construir, paso a paso, un entorno seguro y estable.