Era un dato económico tan temido como previsible. El Instituto Nacional de Estadística francés anunció que el año pasado Francia registró un déficit público del 5,5 por ciento. Es decir, siete décimas más que en 2022 y seis puntos por encima de lo previsto en los presupuestos recientes, adoptados por decreto durante el otoño pasado. El presidente de la Cour des Comptes, Pierre Moscovici, con experiencia previa como comisario europeo de Economía, calificó la situación como un derrape importante, aunque no inédito, y subrayó que es inhabitual en el contexto de las cuentas públicas. Su comentario se citó en una entrevista con la emisora France Inter.
La ralentización de la economía, con un crecimiento del PIB apenas del 0,9 por ciento en el último año, combinada con tipos de interés elevados y una recaudación fiscal más baja, ha empujado a Francia a apartarse de la trayectoria deseada de reducción del déficit público. A pesar de ello, esta tendencia podría cuestionar las políticas económicas del presidente Emmanuel Macron y su aspiración de presentarse como uno de los dirigentes europeos con una posición más confrontativa frente a la Rusia de Vladimir Putin.
El ministro de Economía, Bruno Le Maire, afirmó a RTL que no hubo gasto público adicional respecto a lo anunciado, sino menores ingresos de lo previsto. Tras una previsión de crecimiento para este año que se redujo desde un 1,4 por ciento del PIB hasta un 1,0 por ciento (la OCDE estima apenas un 0,6 por ciento), Le Maire anunció en febrero un recorte de gasto público de diez mil millones de euros. Sobre si habrá más recortes necesarios en 2024, aseguró que sí, y que la reducción irá más allá de esos 10.000 millones.
El Ejecutivo centrista prevé, además, disminuir el gasto público en 20.000 millones de euros el año que viene. La Cour des Comptes ha calculado que sería preciso recortar unos 50.000 millones para lograr un déficit del 3 por ciento en 2027, el objetivo fijado por las reglas europeas, cuya moratoria por la pandemia terminó este año. Los analistas señalan que estas medidas repiten discursos vistos durante la crisis de 2008 y describen las políticas de austeridad como procíclicas, lo que podría intensificar la desaceleración.
No obstante, no existe presión de los mercados ni necesidad de recaudación inmediata. A diferencia de Grecia, Portugal o España en 2010 y 2011, Francia puede endeudarse con relativa facilidad y a un coste razonable. Los rendimientos de la deuda francesa a 10 años han descendido de 3,5 por ciento en octubre a 2,8 por ciento en la actualidad, reflejando una calma que contrasta con el tono equivocado de la crisis.
El déficit elevado aparece, en realidad, más como un tema político que como una cuestión puramente económica. En un lado, Macron teme perder credibilidad ante sus socios europeos, sobre todo ante Alemania. En el otro, la oposición utiliza esa realidad para cuestionar las políticas del gobierno. Un diputado de la derecha oficialista señaló que un déficit del 5,5 por ciento y una deuda del 110,6 por ciento enmarcan la situación como una “música delicada” para la economía, y criticó la gestión de las finanzas públicas con la recurrencia de metáforas musicales.
La cuestión ucraniana también ocupa un lugar central. Los recortes aprobados en febrero afectaron inversiones para enfrentar la emergencia climática, con un ajuste cercano a los 2.000 millones de euros, y el Ejecutivo ha dejado en claro su voluntad de reducir las ayudas a quienes se encuentran desempleados, además de recortes en sanidad y en las partidas de las administraciones locales. Estas medidas podrían debilitar a Macron a nivel interno y, al mismo tiempo, disminuir el apoyo popular a la postura francesa sobre Ucrania. Francia y Ucrania firmaron un acuerdo de seguridad bilateral que incrementó la ayuda armamentística francesa hasta 3.000 millones de euros, y aunque la opinión pública está dividida, con una mayoría de franceses oponiéndose al aumento, el Parlamento ha mantenido el respaldo a aumentos en gasto militar. Un analista comentó que, si se quiere equipar a Estados Unidos en este aspecto, se podría estar en ese camino.
Francia enfrenta un debate interno dentro del macronismo acerca de cambios en el modelo económico. Líneas de acción como la creación de un impuesto sobre superbeneficios y superdividendos, así como propuestas para reducir las ayudas a empresas, han sido discutidas por figuras como la presidenta de la Asamblea y otros dirigentes del MoDem. Lo que está claro es que el gasto en empresas ha crecido en las últimas décadas y representa una parte significativa del presupuesto, muy por encima de décadas anteriores.
Tanto Macron como Le Maire muestran reservas ante medidas fiscales más exigentes. La idea es evitar debilitar uno de los pilares de su proyecto político: la reducción de impuestos, incluso para los más grandes. En este marco, el debate sobre el futuro económico de Francia continúa, con un enfoque en equilibrar la prudencia fiscal y la necesidad de sostener inversiones clave para la economía y la seguridad del país.
Truth Social Media News Análisis de Francia: déficit, austeridad y el rumbo de la política económica
on16.10.2025