Alto Karabaj: historia, actores y paz en el Cáucaso Sur

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Ayuda militar de Turquía

Los desencadenantes de los conflictos regionales suelen recibir respaldo de potencias externas que persiguen intereses económicos y estratégicos. El caso del Alto Karabaj no es distinto. Este territorio montañoso, con recursos limitados, ha estado en el centro de la disputa entre Azerbaiyán y Armenia por más de tres décadas. A lo largo de ese periodo han ocurrido dos guerras con decenas de miles de muertos y un éxodo superior al millón de personas. Un tercer enfrentamiento estalló hace poco más de un año, cuando una ofensiva relámpago encabezada por Azerbaiyán dejó a Armenia en claro desventaja. Desde entonces persiste un cese del fuego frágil. En el tablero del Cáucaso Sur, las piezas clave incluyen Turquía, Rusia, Estados Unidos, Irán e Israel — cada actor con intereses que influyen en la dinámica regional.

Para entender el conflicto hay que mirar su origen. En la década de 1920, la Unión Soviética cedió Alto Karabaj como territorio autónomo dentro de Azerbaiyán, pese a que la mayor parte de su población era armenia. Con la caída del Muro de Berlín, Azerbaiyán y Armenia se independizaron, y los karabajos armenios aprovecharon ese momento para declarar su propia autonomía, con el respaldo de Ereván.

La década de los noventa dejó una guerra que terminó en 1994, con Armenia tomando el control de áreas cercanas al enclave. En 2020, Azerbaiyán recuperó una gran parte de ese territorio. En septiembre de 2023, Azerbaiyán, con una economía petrolera poderosa, avasalló la región en una ofensiva de 24 horas que consolidó el dominio. Antes del asalto relámpago, Bakú cortó durante más de nueve meses la carretera que une Alto Karabaj con Armenia, dejándola aislada y con escasez de alimentos y medicinas. Más de 120.000 armenios abandonaron el territorio, y Armenia denunció una limpieza étnica por parte de Bakú.

Ayuda militar de Turquía

Desde el inicio del año, la región dejó de existir como entidad autónoma. La victoria de Bakú se apoyó tanto en su potencial económico como en el respaldo militar de Turquía, un país con lazos históricos y culturales, además de intereses económicos y estratégicos vinculado a Azerbaiyán.

Armenia, por el contrario, perdió el respaldo de su antiguo protector, el Kremlin, pese a ser miembro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que lidera Rusia. El tratado de la OTSC obliga a la defensa mutua ante ataques, pero esa promesa no se cumplió en las circunstancias de 2023. Un reputado observador señala que Armenia se ha sentido abandonada por Moscú, especialmente desde la guerra en Ucrania. Ahora el Gobierno armenio busca acercarse a Europa y Estados Unidos, sin que quede clara una alianza formal con Occidente. En años recientes, militares armenios y fuerzas estadounidenses realizaron ejercicios conjuntos de baja intensidad para evaluar capacidades compartidas.

El Kremlin ha advertido de consecuencias para el gobierno armenio, al señalar que se ha convertido en rehén de las estrategias occidentales. Moscú también ha manifestado su preocupación ante la ratificación armenia de la Corte Penal Internacional y la orden de detención contra Putin. El giro en las alianzas por parte del primer ministro Nikol Pashinyan se percibe como de alto riesgo. Rusia mantiene una base militar en Armenia y continúa siendo un importante proveedor de gas y electricidad para el país caucásico.

Corredor Zangezur

Hoy Azerbaiyán y Armenia buscan un acuerdo de paz, aunque no sin tropiezos. Uno de los temas más espinosos es el corredor Zangezur, una ruta que conecta Azerbaiyán con su región autónoma de Najicheván y que transcurre por territorio armenio. Para Bakú y Ankara, la apertura de este corredor, con simplicity de aduanas y controles fronterizos claros, debe formar parte de cualquier acuerdo. Ereván considera inaceptable que la vía esté bajo control azerbaiyano, sosteniendo que la ruta debe permanecer con garantías de acceso y supervisión para evitar represalias.

“Armenia se siente cada vez más débil y vulnerable”, señala una experta en la región. “Desde la derrota de 2020, ha perdido capacidad militar. No hay garantías de que alguien venga a ayudarle”. Con fronteras cerradas con Azerbaiyán y Turquía, Armenia solo tiene contacto terrestre con Georgia al norte e Irán al sur. El corredor Zangezur recorre la frontera entre Armenia e Irán en su tramo compartido y los iraníes se oponen a la apertura de ese paso, pues podría reducir su influencia en la región.

Además, Irán enfrenta tensiones internas con la comunidad azerí, la mayor minoría del país, que reclama más autonomía. La desestabilización de Irán genera inquietud también en Israel, que ha mostrado interés en apoyar a Azerbaiyán. Tel Aviv ha suministrado armas y tecnología para respaldar las capacidades militares en la región.

“Lo que más le importa a Armenia es ver avances concretos en el proceso de paz para disminuir el riesgo de nuevos ataques”, subraya la experta citada. “El proceso será largo. No se puede esperar un acuerdo en poco tiempo tras décadas de conflicto con decenas de miles de muertos”.

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