No resulta sencillo salvar al mundo cantando, especialmente cuando se está dentro de la burbuja de un festival tan reconocido como Primavera Sound. Aun así, para quienes asistían este miércoles en la jornada inaugural, Stella Maris logró capturar todas las miradas. Este grupo de pop cristiano, que nació en la cabeza de Los Javis para la serie La Mesías, está formado en la ficción por las seis hermanas Puig-Baró, dirigidas por su madre, Montserrat, una presencia luminosa y decidida. Sus creaciones han dejado una impresión contundente en el escenario y han sido reconocidas incluso en los Grammy por su categoría propia.
La audiencia quedó ante un espectáculo que parece imposible ignorar: una experiencia de teatro musical que, durante unos cuarenta minutos, avanza con una energía desbordante. Cada creador aporta presencia en escena, con un cameo de Hidrogenesse, responsables de las canciones de Stella Maris, y un cierre animado por Los Javis que deja huella.
En la ficción, las seis hermanas, lideradas por la mirada a veces inquietante de Amaia, la joven destacada de la academia OT, aparecen en escena como una especie de secta que canta y baila de forma sincronizada, con bases y voces pregrabadas y coreografías robóticas que aportan un toque caricaturesco.
Antes de la acción, una voz en off presenta la historia que inspira la serie y la ambición de la familia Puig-Baró, guiada por la figura materna que impulsa a hacer el bien por una fuerza superior, un vecino invisible que se deja oír. Es notable señalar que este espectáculo, único y concebido para el festival, se apoya de forma espectacular en lo visual: pantallas, videos e imágenes que invitan a recordar la estética de internet de principios de los 2000 y la cultura meme.
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Sobre el escenario también resonó un repertorio irónico y sacro que se acelera y sorprende, con una versión verosímil de El virolai ejecutada con una presencia casi mecánica. Además, llegaron castellers para acercar el espectáculo al cielo. Con el paso de la función, el ambiente se intensifica cuando el personaje de Albert Pla aparece en el contexto de la serie para interpretar dos piezas centrales, dejando claro que se trataba de un forcejeo entre lo sagrado y lo profano. El público, sin dejar de reír, comprende que la historia se centra en la salvación del mundo, una idea atrevida y divertida. En un momento decisivo, Montserrat Baró hace su entrada triunfal desde el público y se sitúa en el escenario, marcando un giro que combina la rescate del personaje con la celebración de la música electrónica y del EDM. El cierre llega para recordar que la música puede salvar incluso cuando todo se desborda, devolviendo el control justo cuando la atmósfera parecía fuera de toda razón.