Una buena canción. Pocas cosas hay que animen tanto como una canción nueva que te pille desprevenido y te recorra el cuerpo, como si fuera una extraña enfermedad que no se quiere ir en los próximos días. Eso le ocurrió a un amigo con Benson Boone y su Beautiful Things, que está ocupando los primeros lugares en muchas partes del mundo. Es un dúo de sensaciones: empieza como una balada suave y, a mitad de tema, da un giro que lo lleva a un terreno más enérgico y rockero, capaz de remover por dentro. Si alguien la escucha, probablemente le guste; no hay opción contraria. Tres minutos justos de puro deleite donde parece posible incluso bailar. Da la impresión de ser una fiebre agradable.
Lunin. Hace poco más de una semana, en la ida en el Bernabéu entre el Real Madrid y el Manchester City, Bernardo Silva firmó un zurdazo de falta que sorprendió al portero ucraniano, Andriy Lunin. A pesar de que el Madrid logró revertir el marcador, Lunin recibió muchas miradas. Este miércoles, en el partido de vuelta y ya en los penalties, después del fallo de Modrić, Silva optó por la ejecución centrada. Lunin se mantuvo inmóvil, sin moverse un ápice, y la pelota fue directa a sus manos. Se percibió la mezcla de frustración por la oportunidad perdida y satisfacción por la seguridad mostrada por el portero. El fútbol, una vez más, ofreció una oportunidad de revancha.
Una frase corta. Tras desconectar de la música y leer los análisis paranormales sobre el ADN del Real Madrid —una especie de superhombres que todo les sale bien en cualquier lugar—, decidió reunirse con un amigo para hablar de la vida y la actualidad. Ambos, con décadas a cuestas, se encontraron con preocupaciones familiares y personales: estudios, salud, peso. En un instante de sinceridad, el amigo insistió: «Jesús, escúchame: estamos en lo peor de lo mejor. Cuanto antes lo aceptes, mejor para ti». Y esa frase quedó grabada en la memoria como un recordatorio contundente de que la vida tiene sus altas y bajas.
Un buen café. Después de esa experiencia musical que sacudió el ánimo, de aplaudir a un portero ucraniano que se merece reconocimiento y de aceptar que el declive ya se nota, se acercó a la barra de una cafetería. Si alguien está buscando claridad cuando parece haber dudas permanentes, una buena cafetería puede ser el antídoto. Se oyen las cucharillas tintinear, el murmullo de la gente, las voces de los camareros y el sonido de la cafetera. El servicio fue atento, la cantidad de café adecuada y la temperatura perfecta. El ánimo cambió por completo. Se pidió un churro crujiente; hacía casi treinta grados y el aire tenía una brisa agradable. A través de la cristalera se veían grupos de estudiantes camino del instituto, y se imaginaba que tal vez aprobarían todos. A veces se sueña con pactos improbables entre fuerzas políticas o giras que sorprenden, y hasta se deseaba que una figura mediática no volviera a aparecer en la televisión. En definitiva, otro café, por favor, para continuar el día con un poco más de chispa.