Fernando Delgado fue un hombre que, a veces parecía un niño, nacido en una época dura donde ser joven y pobre era estar condenado a la nada o a la calle. Falleció en Faura, Valencia, a los 76 años, tras una trayectoria brillante en dos mundos que abrazó con pasión: el periodismo y la literatura.
En el ámbito literario recibió numerosos reconocimientos, incluido el premio Planeta. En periodismo fue celebrado como columnista potente, irónico, lleno de información e inteligencia. Su notoriedad también se cimentó gracias a sus trabajos como figura televisiva, al frente de las emisiones de los fines de semana en la primera cadena de TVE. Fuente: archivo biográfico y memoria de colegas.
En TV, su estilo dejó una marca: llevó con energía la presencia de la literatura a la franja de prime time. Esa apuesta por integrar libros y cultura en un medio marcado por la vorágine informativa mostró la singularidad de su trayectoria como periodista y escritor. Al abandonar este mundo, dejó a sus amigos una sensación de gratitud por su modo de ser, caracterizado por un profundo respeto, generosidad y entendimiento.
Nacido en Santa Cruz de Tenerife, se formó allí y pronto destacó en la poesía y en el lenguaje periodístico, primero en Radio Juventud de Canarias y luego en Radio Nacional de España. En esta última casa trabajó para el servicio exterior y llegó a dirigir el medio en dos ocasiones. Fue un radiofonista completo, que manejaba cada herramienta al servicio de la narración. Era didáctico y atento; no olvidaba los adjetivos de la vida ni los sustantivos del periodismo, cuidándolos como si narraran también poesía.
Su espíritu crítico se manifestó tanto en privado como en público. Era un conversador excepcional y sin posturas rígidas; cada paseo se convertía en una oportunidad para detenerse, conversar y construir una tertulia, incluso bajo lluvia intensa, en medio de calles o montes. Ese don para convertir lo cotidiano en escenario de conversación definió su personalidad frente a la pantalla y ante las cámaras.
Su labor en Tele Expo, durante la Exposición Universal de Sevilla en 1992, mostró su gran capacidad de trabajo e imaginación. Representó una persona generosa, volcada día y noche, en busca de proyectos que interesaran a su país y a su tierra. Quería una sociedad más justa, menos mezquina, y se esforzó por que la cultura tuviera cabida en espacios públicos, incluso cuando el entorno parecía menos propicio para las letras.
A lo largo de su carrera disfrutó de múltiples logros, siempre abierto a la contribución de otros. Dirigió el programa de Cadena Ser, A vivir que son dos días, y marcó hitos, como la incorporación de Manolito Gafotas a la despedida dominical del programa. Este paso dejó una huella en la radio española y mostró la alegría compartida entre dos personas que se permitieron hacer del humor un abrazo entre oyentes. Fuente: trayectoria profesional y testimonios de colegas.
Elvira Lindo, autora de los personajes más populares de la radio, compartió escenario con Delgado y llevó la alegría a las ondas. Su colaboración quedó grabada como una alianza que hizo de la radio un lugar de encuentro, donde la cultura y el entretenimiento iban de la mano. El vínculo entre Elvira y Fernando, a quien Manolito llamaba cariñosamente “Fernandito Delgadito”, marcó una historia memorable en la radio y en la televisión. Fuente: testimonios de amigos y colegas.
La pareja Elvira/Fernando dejó una impronta de amistad y solidaridad que trascendió los medios. En 2013 presentaron juntos un libro que retrata a Lucas, un perro que encarna la mirada de la vida del propio Delgado. Un amigo cercano comentó que Lucas es un perro que habita la realidad con una humanidad que trasciende el simple relato; Delgado consiguió trasladar esa mirada a través de una prosa poética y una narrativa eficaz, invitando a leer con empatía. Fuente: reseñas y comentarios de lectores.
Conocía a la gente de su instituto, y sus amigos lo recuerdan como un alma solidaria y de gran generosidad. Su vida estuvo en Madrid, Tenerife y La Gomera, entre otros lugares, siempre conectada con la poesía que hizo de la radio su propia forma de expresión. Su relación con el marido, Pedro García Reyes, abogado, fue un amor que lo acompañó y que lo llevó a Faura, Valencia, donde continuó su viaje. Allí ejerció como diputado socialista entre 2015 y 2019, y recibió premios como Ondas y el premio Planeta por La mirada del otro. Sus obras incluyen Exterminio en Lastenia, Háblame de ti, Autobiografía del hijo, Ciertas personas, Escrito por Luzbel, Isla sin mar, Todos al infierno, De la radio a las letras y Me llamo Lucas y no soy un perro. Fuente: recopilaciones biográficas y homenajes.
La vida de Delgado estuvo marcada por una lealtad profunda a su familia. Su madre fue una presencia fundamental, y cuando ella falleció, los amigos se acercaron para consolarlo. En ese momento, Delgado se ocupó de buscar un descanso cómodo para su madre, demostrando una sensibilidad que parecía radical en su naturaleza. Hoy, su recuerdo sigue vivo en la memoria de quienes tuvieron la suerte de conocerlo. Fuente: recuerdos personales y vivencias compartidas.
En cada lugar dejó huellas de su estilo, de su amabilidad y de su visión de una vida compartida entre la calle, la casa y la prensa. Su historia es la historia de un periodista y creador que convirtió la amabilidad en una forma de hacer periodismo y literatura, y que convirtió la vida en un viaje conjunto para todos los que lo rodearon. Su legado perdura en las palabras, en las libros y en la memoria de quienes lo confiaron como amigo y guía. Fuente: biografías y memorias de compañeros y familiares.