El proceso para restituir la antigua Comisión Nacional de la Energía (CNE), una década después de su desaparición, ya está en marcha. El Gobierno busca reinstaurar un regulador especializado en el sector energético y, al menos parcialmente, revertir la fusión de los reguladores sectoriales en la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC).
La CNMC mantendrá sus funciones de supervisión en telecomunicaciones, transporte aéreo y ferroviario, audiovisual y correo postal, y continuará con la labor de protección y promoción de la competencia que, hasta la creación del superregulador en 2013, estaba a cargo de la extinta Comisión Nacional de la Competencia. No obstante, quedarán separadas todas las funciones vinculadas a la supervisión e inspección del sector energético, junto con los equipos humanos que las llevan a cabo.
La creación de la nueva CNE obligará a una reconfiguración de la CNMC, que perderá aproximadamente una cuarta parte de su plantilla. En este momento el superregulador cuenta con un total de 547 empleados, entre funcionarios y personal laboral. Con la reorganización, la dirección de Energía quedará fuera de la CNMC, y su personal actual, compuesto por 124 funcionarios y contratados, pasará a formar parte de la nueva entidad, según datos internos de recursos humanos disponibles en la CNMC.
La CNMC transferirá a la CNE la Dirección de Energía, incluido su personal directivo y el personal de apoyo de las restantes direcciones que actualmente respaldan las funciones asignadas a la CNE. Este traspaso, descrito en el anteproyecto de ley presentado por el Gobierno para consulta pública, también incluirá los bienes inmuebles que fueron transferidos a la CNMC desde la extinta Comisión Nacional de la Energía. En concreto, la CNE quedará con la sede actual de Competencia en el centro de Madrid, así como el edificio histórico de la calle Alcalá, número 47.
¿Más recursos para la nueva CNE? La creación de la Comisión Nacional de la Energía, resultado del acuerdo de Gobierno entre las formaciones políticas involucradas, genera dudas sobre la capacidad de la nueva institución para decidir de forma pronta y con independencia plena en función de los nombres que integrarán su cúpula. El sector energético considera que la constitución de un órgano específico es una buena noticia, pero advierte que hará falta más personal y recursos materiales que en la actualidad.
Durante años la CNMC ha señalado la falta de personal para afrontar las nuevas funciones que se le han encomendado con la nueva legislación para mitigar los efectos de la crisis energética y para vigilar los precios que aplican las empresas energéticas a sus clientes para evitar abusos. El Ejecutivo ha ido asignando nuevas atribuciones a la CNMC, algunas temporales y otras permanentes, para frenar el impacto de los incrementos de electricidad, gas y combustibles durante la crisis, lo que ha aumentado la carga de trabajo de su Dirección de Energía.
El departamento ya arrastraba un problema de recursos, y con las nuevas funciones se ha visto desbordado. En años recientes, el Ministerio de Hacienda ha aprobado aumentos de personal para cubrir estas nuevas funciones de control y no descuidar las responsabilidades habituales, incorporando decenas de puestos de funcionarios y laborales para hacer frente a la demanda creciente. El proceso de reorganización apunta a que la nueva CNE cuente con un equipo sólido, con capacidades para supervisar, regular y promover la competencia en el sector energético, al tiempo que mantiene la experiencia de los demás ámbitos regulados por la CNMC.