España es vista como una isla energética por sus escasas conexiones eléctricas con Europa. El país arrastra un déficit secular de interconexión con Francia, muy por debajo de las metas de la Comisión Europea para reforzar la seguridad del suministro, la estabilidad del sistema eléctrico y la integración de los estados miembros. Estas metas seguirán lejanas incluso con la construcción prevista de nuevas redes entre ambos países, ya en proyecto.
La limitada capacidad de transporte de electricidad entre España y Francia condiciona de forma decisiva el sistema de producción y los precios del mercado. Ser una isla energética explica por qué la Unión Europea permitió a España y Portugal adoptar medidas especiales durante la crisis energética, como la llamada exención ibérica y su tope al gas. De cara al futuro, esa situación podría frenar el despliegue de renovables si no se cumplen los plazos para activar las nuevas líneas internacionales que deberían estar listas entre 2028 y 2030.
En los últimos años España ha lanzado un despliegue masivo de nuevas plantas de renovables y se prepara para una oleada aún mayor. En el contexto de una demanda de electricidad reducida tras el descenso del consumo en 2023, y con madurez limitada en tecnologías de almacenamiento a gran escala, las interconexiones internacionales se presentan como una vía para absorber el aumento de la producción eléctrica que se observa en el mercado español.
Desde el sector energético se advierte que un eventual retraso en la puesta en marcha de las nuevas redes con Francia podría frenar la expansión de renovables para evitar desequilibrios entre oferta y demanda eléctrica.
Tres nuevas conexiones
[–>] La actual interconexión España-Francia apenas permite transportar alrededor de un 2,8% de la potencia eléctrica española, unos 3.000 MW, mientras el objetivo comunitario era alcanzar el 10% en 2020 y el 15% en 2030. La capacidad crecerá en los próximos años, pero, con lo proyectado, no se cumplirán las exigencias de Bruselas.
Ambos países han diseñado la puesta en marcha de tres nuevas interconexiones, que acumulan retrasos y han mostrado resistencia por parte de Francia a impulsar los proyectos. Los Gobiernos español y francés han acordado activar una comisión bilateral para impulsar las nuevas conexiones y abordar aspectos técnicos y financieros para evitar más demoras.
Se ha desbloqueado una nueva conexión a través del Golfo de Vizcaya que elevará la interconexión a 5.000 MW, con la meta de estar operativa en 2028 y una inversión de 2.800 millones de euros, repartida entre ambos países. Quedan pendientes otras dos interconexiones a través de los Pirineos, por Navarra y Aragón, para estar listas en 2030 y alcanzar los 8.000 MW. Incluso con estas dos nuevas conexiones no se alcanzarán los mínimos de la UE, situando la potencia instalada en España en torno al 7%.
La planificación muestra que la capacidad total por explotar quedará por debajo de las metas europeas, lo que subraya la necesidad de avanzar con rapidez en las infraestructuras para evitar distorsiones entre oferta y demanda.
El PNIEC, bajo lupa
La conexión submarina se ejecutará con varios años de retraso respecto a previsiones anteriores. Además, desde el sector energético se ve improbable que se cumpla el objetivo de activar los otros dos cables a través de los Pirineos para 2030, a pesar de que la instalación de tendidos por los Pirineos presenta menos retos técnicos que la obra submarina en curso.
El Gobierno admite que si no se cumplen los plazos para los cables con Francia, probablemente habrá que recortar algunos de los objetivos de nuevas renovables marcados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, la hoja de ruta para la descarbonización y el impulso de las energías verdes a lo largo de esta década. Se envió a la Comisión Europea un borrador de actualización del PNIEC y ahora se trabaja en incorporar alegaciones para obtener un visto bueno definitivo a los nuevos objetivos propuestos a mitad de año.
La versión actualizada del PNIEC propone un salto significativo hacia más renovables, con mayor presencia de energía eólica, fotovoltaica, hidrógeno verde y almacenamiento eléctrico, para aumentar la capacidad verde en aproximadamente un 56% respecto al plan vigente. Pasar de 59.000 MW a un total adicional de 105.000 MW en una década implica, en la práctica, incrementar la potencia verde en cerca de 85.000 MW respecto a la capacidad actual.
Las autoridades señalan que, si las nuevas interconexiones internacionales no quedan listas a tiempo, será necesario revisar esos objetivos a la baja. Las cifras del PNIEC se actualizan cada dos años, y la próxima revisión debería aprobarse en 2026 para entrar en vigor en 2027.
La planificación de las redes eléctricas para el periodo 2021-2026, elaborada por Red Eléctrica de España y el Gobierno, anticipaba las nuevas interconexiones con Francia para el siguiente periodo regulatorio. En paralelo, se trabaja en una actualización exprés para incluir actuaciones urgentes y en una planificación 2025-2030 que recogería las redes con Francia. El Ejecutivo subraya que cumplir los plazos depende no solo de España, sino también de la planificación y el compromiso de Francia.