Partidos disueltos
Estos cambios no son los únicos que han alterado la vida del Parlamento ucraniano, uno de los motores de cualquier democracia, en su función de contrapeso al poder Ejecutivo. El grupo parlamentario se redujo, disminuyendo el número de diputados elegidos en las últimas elecciones de 2019, de 423 a 401. La razón es que algunos han perdido la vida en el campo de batalla y otros han sido apartados por sospechas de colaborar con la Federación Rusa. Sin embargo, estos casos graves son la excepción. A los diputados prorrusos disueltos se les permitió quedarse y se formaron dos nuevos bloques dentro del Congreso, según explica Korniyenko, quien pertenece al mismo partido que el presidente Volodímir Zelenski,Servidor del Pueblo.
En un café cercano a una sección de la antigua muralla del Rus de Kiev, la diputada Solomiia Bobrovska, figura pública del partido proeuropeo Holos, se queja de las limitaciones para salir del país sin autorización oficial. Esto complica establecer contactos internacionales y tejer alianzas, un punto destacado en un momento en el que Occidente ha seguido de cerca la guerra, intentando entender sus efectos a largo plazo.
Militares, al mando
Petro Poroshenko, expresidente y empresario, ha visto restringida su movilidad en el país en varias ocasiones, lo que ha generado debates y críticas. Maria Ionova, diputada vinculada a Solidaridad Europea, señala que la libertad de expresión se ve afectada al limitar el acceso de la prensa al Parlamento. Zelenski firmó en 2022 decretos que fusionaron gran parte de los canales de televisión en una única plataforma, impusieron restricciones para hombres en edad de servicio militar y permitieron detenciones sin orden judicial. Estas medidas, defendidas como necesarias en tiempos de conflicto, provocan tensiones sobre la transparencia y la pluralidad de voces.
Otros cambios en la administración de la cosa pública también están ligados a la ley marcial. A partir de la invasión, la aplicación de la ley recae en las Fuerzas Armadas, en lugar de autoridades civiles o policiales, lo que ha desencadenado una remodelación de cargos regionales. Muchos gobernadores electos han sido sustituidos por autoridades de origen militar. Esta situación, descrita como extraordinaria para una democracia, muestra a la vez esfuerzos continuos por encontrar respuestas innovadoras ante un escenario cambiante, según explica Korniyenko.
La dinámica parlamentaria, que actúa como un balancín frente al Ejecutivo, ha visto mermada su capacidad de acción. Las reuniones se programan con menor antelación y, cuando suena la alerta antiaérea, los debates deben interrumpirse para buscar refugio. Aun así, el Parlamento continúa funcionando y presentando propuestas, con la condición de que cualquier iniciativa debe recibir la firma presidencial, quien ostenta amplia discreción para introducir cambios en el Gobierno o adoptar decisiones relevantes en el marco de la guerra. La realidad, desde la trinchera de la norma, es que existen límites prácticos y constitucionales que condicionan cada paso legislativo.
La oposición y los analistas advierten sobre la necesidad de salvaguardar la libertad de prensa y el escrutinio parlamentario, incluso en tiempos de guerra. En este contexto, la convivencia de seguridad y democracia requiere de vigilancia constante y de un compromiso claro con la rendición de cuentas ante la ciudadanía.
En resumen, la labor parlamentaria de Ucrania, tan crucial como la de cualquier poder X, ha reducido su tamaño y ha enfrentado tensiones internas y externas. La coexistencia de un régimen de excepción y de un debate público activo revela la compleja tarea de sostener la democracia cuando la nación está en conflicto. El camino hacia una gobernanza estable, con límites y responsabilidades, continúa siendo una prioridad para las instituciones y la sociedad civil, a la espera de que la situación mejore y permita avanzar hacia una normalidad democrática más sólida.