Migraciones por cambio climático en América Latina y el Caribe

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América Latina y el impacto del cambio climático en migraciones

La región es uno de los principales focos de movimientos migratorios vinculados a eventos climáticos. Los refugiados climáticos cargan consigo la sombra de una amenaza persistente, mientras los estados enfrentan presiones evidentes. En Perú, por ejemplo, muchos desplazamientos estuvieron motivados por efectos de El Niño. Gentes huyeron de incendios en la Amazonía, de inundaciones en el nordeste y sur de Brasil, así como de sequías en la zona central de Chile y en Centroamérica. También se ha observado una migración desde zonas costeras afectadas por la subida del nivel del mar en el Caribe. La región es particularmente expuesta al calentamiento global y, por ello, las migraciones climáticas son una realidad constante.

Diversos estudios sitúan a América Latina entre las cuatro mayores áreas de migración por causas climáticas a nivel mundial. Las cifras muestran una tendencia preocupante: en 2021 se registraron más de 1,6 millones de desplazamientos motivados por el clima y en 2022 se duplicaron hasta alcanzar 2 millones. El Informe Groundswell del Banco Mundial estima que podrían ser hasta 17 millones las personas potencialmente desplazadas en menos de treinta años dentro de la región.

Los movimientos responden a procesos diferenciados. Se señalan fenómenos súbitos como huracanes, ciclones, inundaciones y incendios, así como cambios graduales como sequías, deshielo de glaciares y aumento del nivel del mar. En Ecuador muchas personas refugiadas y migrantes viven en zonas expuestas a desastres. Algunas áreas andinas enfrentan sequías y climas extremos que afectan la producción agrícola. En Brasil, más de 358.000 personas quedaron en situación de emergencia por lluvias extremas. En México se observa el impacto del cambio climático en la erosión costera.

En años recientes, ACNUR ha fortalecido sus esfuerzos para proteger y aumentar la resiliencia de las personas desplazadas por estas causas. Este año se anticipan nuevos fenómenos meteorológicos que dificultan aún más la labor humanitaria. El Director Regional de ACNUR para las Américas señala que la respuesta se complica frente a estos cambios.

Mujeres, niños y comunidades originarias

El cambio climático borra la frontera entre la libre decisión de migrar y la necesidad apremiante de hacerlo. Entre los grupos más vulnerables se encuentran las mujeres, los menores y las poblaciones originarias. Una asesora de la defensa del clima de las Naciones Unidas destaca que las inundaciones, incendios y desbordamientos de ríos afectan especialmente a los más pequeños. En los últimos años, millones de niños y adolescentes han migrado acompañados de sus familias ante estas emergencias.

“Todo el futuro está en peligro y la única opción es huir porque ya no queda nada”

— Directora regional de un organismo humanitario

Este temor no solo significa perder hogares. También implica la interrupción de la educación, la salud, el acceso al agua y la protección. En Brasil, las inundaciones podrían desplazar a millones de niños y adolescentes en las próximas décadas. En México, cientos de miles podrían verse impactados por la erosión costera y la pérdida de servicios básicos. Los conflictos se entrelazan con las condiciones urbanas y la pobreza, complicando la respuesta social y estructural ante estas situaciones.

Más allá de los desplazamientos, la Organización Meteorológica Mundial y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático señalan que los fenómenos climáticos y geofísicos han causado pérdidas humanas y daños considerables en la región. La confluencia de pobreza, alta densidad poblacional, degradación del suelo y dependencia de recursos naturales intensifica la vulnerabilidad y dificulta la planificación de soluciones sostenibles.

Cruce de fronteras

La mayor parte de los desplazamientos por motivos climáticos ocurre dentro de los países, pero en años recientes ha crecido la migración transfronteriza. En 2018 se inauguró una gran Caravana Migrante hacia Estados Unidos. En la región centroamericana, el corredor seco es una zona de movilidad marcada por sequías cada vez más irregulares.

Durante la temporada de huracanes de 2017, millones de personas en 16 países del Caribe se vieron obligadas a desplazarse por la devastación de huracanes intensos. Expertos subrayan que la crisis climática plantea desafíos para el Derecho Internacional. Organizaciones humanitarias llaman a reducir el riesgo de desplazamientos, proteger a las personas en tránsito y promover migraciones seguras y dignas, con apoyo financiero y recursos para quienes se vieron obligados a abandonar sus hogares. La migración y el cambio climático avanzan de la mano, según portavoces oficiales consultados sobre la frontera compartida con México.

“Algunas naciones ya han empezado a emitir visados humanitarios para quienes salen de sus países por desastres ambientales”

Aun con varios avances, no existe un instrumento jurídico internacional que contemple de forma específica estas realidades. En algunos países latinoamericanos ya se han implementado normativas que facilitan la entrada de poblaciones desplazadas por causas climáticas. En Bolivia se contempla la admisión de estas poblaciones, Argentina ha extendido protección a personas afectadas por desastres ambientales, y Brasil dispone desde 2017 la posibilidad de visados humanitarios para quienes huyen de situaciones graves. Sin embargo, los presupuestos limitados suelen convertir estas medidas en aspiraciones por cumplir.

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