Gobierno irlandés eleva edad de compra de tabaco a 21 años

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El Gobierno irlandés anunció este lunes que elevará de los 18 a los 21 años la edad legal para comprar tabaco y otros productos relacionados en este país, una medida que busca frenar la exposición de los jóvenes a sustancias adictivas y reducir el inicio del consumo durante la adolescencia. Esta decisión forma parte de una estrategia más amplia para abordar la salud pública y las desigualdades en el acceso a productos de nicotina y vaporización, especialmente entre los menores de edad que transitan la etapa educativa y temprana vida laboral.

El ministro de Sanidad, Stephen Donnelly, confirmó que presentará esta semana el proyecto de ley que, una vez sea aprobado, entrará en vigor en marzo del próximo año. La aprobación parlamentaria se anticipa como un punto clave para sentar precedentes normativos y generar un efecto disuasorio claro. La propuesta llega tras semanas de consultas técnicas y de revisión de evidencia científica sobre los riesgos de fumar en la adolescencia y su impacto a corto y largo plazo en la salud cardiovascular y pulmonar.

“Realmente, la medida está pensada para los que tienen 15, 16, 17 años, los que con 18 ya pueden con relativa facilidad comprar cigarrillos. Pero si se eleva a 21 años, lo tendrán un poco más difícil”, sostuvo el titular del ramo. Esta explicación subraya la intención de ampliar la brecha de acceso para una franja de edad particularmente vulnerable y, a la vez, preservar la claridad regulatoria para comerciantes y familias que observan de cerca el comportamiento de los jóvenes ante las ofertas de tabaco y dispositivos de vapeo.

El ministerio de Sanidad ha tomado esta medida después de analizar el estudio ‘Tabaco 21’, elaborado por el Real Colegio de Médicos de Irlanda y que destaca que la experimentación con estos productos es mayor entre los adolescentes de edades comprendidas entre los 15 y 17 años. El informe señala patrones de iniciación temprana, exposición en entornos sociales y la influencia de la publicidad y las promociones en puntos de venta, lo que ha empujado a revisar las políticas de venta y marketing para reducir el acceso de los menores.

Según este texto, el aumento de la edad legal para la venta de tabaco reduciría el número de adolescentes y jóvenes que se ‘enganchan’ a la nicotina, al tiempo que podría reducir las tasas de tabaquismo entre los adolescentes más jóvenes en un 25 %. Este tipo de proyección es parte de un marco evaluativo que compara experiencias internacionales y las proyecciones a largo plazo sobre la carga de enfermedad y los costos sociales asociados al consumo de tabaco en población joven, aspirando a mejoras sostenibles en la salud pública.

La Fundación Cardiológica Irlandesa aseguró hoy que la estrategia ‘Tabaco 21’ representa un “paso lógico” en la lucha de las autoridades contra este problema de salud, después de que el Gobierno ya prohibió el pasado año la venta de productos de vapeo a los menores de 18 años con una nueva ley que impone multas de hasta 4.000 euros y pena de cárcel de hasta seis meses. Muchos expertos señalan que estas medidas deben ir acompañadas de educación cívica y programas de apoyo para dejar de fumar, especialmente entre quienes empiezan a fumar en la adolescencia.

El Ejecutivo de Dublín, de coalición entre democristianos, centristas y verdes, también contempla ahora una nueva legislación para prohibir de la venta de tabaco y productos de vapeo en máquinas expendedoras. La medida busca reducir la exposición impulsiva y el acceso rápido en espacios públicos de alta afluencia, como centros comerciales y instalaciones recreativas, facilitando un entorno más seguro para los jóvenes que aún no alcanzan la mayoría de edad para obtener estos productos.

La República de Irlanda ya se situó a la vanguardia para atajar esta adicción cuando se convirtió en 2004 en el primer país del mundo que prohibió el tabaco en todos los lugares públicos, como paso inicial hacia el objetivo de lograr una sociedad libre de humo para 2025. Entre las lecciones aprendidas está la necesidad de combinar restricciones legales con campañas de concienciación, apoyo para dejar de fumar y monitoreo continuo de los hábitos de consumo para adaptar las políticas a nuevos comportamientos juveniles y a la evolución de productos alternativos como los vaporizadores.

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