Un jurado popular decidirá el próximo viernes en la Audiencia Provincial de Madrid si los seis disparos que causaron la muerte de Kebyn Peralta, un joven de 21 años abatido en su domicilio por tres agentes de la Policía Nacional, fueron proporcionales a la amenaza y si pudo evitarse la pérdida de vida con otra intervención.
El chico, que en ese momento estaba bajo los efectos del MDMA, una droga sintética que funciona como estimulante y alucinógeno, había amenazado a su familia previamente con un cuchillo. Fue la familia la que llamó al 091 y, presuntamente, el joven intentó agredir de forma reiterada a los agentes con la misma arma blanca. Para reducirlo se emplearon cuatro policías y seis disparos en zonas no letales, y ahora la justicia busca esclarecer si esa actuación fue la adecuada para proteger tanto sus vidas como la del atacante.
Para cada uno de los tres agentes, la Fiscalía Provincial de Madrid pide dos años y medio de prisión por un delito de homicidio con la eximente incompleta de la responsabilidad criminal de legítima defensa. El jurado popular deberá valorar si, tal como sostienen los agentes, el uso del arma fue un último recurso o si, como sostiene la familia, existieron otros métodos para reducir a Kebyn sin recurrir a la violencia letal.
Un cuchillo de cocina
Alrededor de las nueve de la noche del 6 de noviembre de 2021, la familia de Kebyn llamó al 091 para avisar de que el joven estaba muy nervioso y los había amenazado con un cuchillo de cocina. En esa ocasión, tres agentes de la Policía Nacional llegaron al domicilio ubicado en Puente de Vallecas, barrio de Madrid, y recibieron las llaves para ingresar por parte de la familia. Tras entrar, la Fiscalía relata que Kebyn se abalanzó sobre ellos sin mediar palabra y, en varias ocasiones, intentó herirlos con el arma blanca. Los policías retrocedieron y, durante esos ataques, uno de los agentes habría resbalado y perdido su escudo.
Mientras yacía en el suelo, según la versión de los agentes, Kebyn habría intentado aprovechar la oportunidad para atacar al policía, que se encontró desprovisto de defensa y respondió con disparos en zonas no vitales. Los otros dos agentes que acompañaban a la víctima hicieron lo propio ante el riesgo evidente para sus vidas. Ante la persistencia de la amenaza, un cuarto agente llegó al lugar y golpeó al sospechoso con el escudo en el brazo para desarmarlo. Este último agente no está imputado porque llegó a cada planta y encontró a sus compañeros ya con las armas de fuego desatadas.
La joven falleció ese mismo día por un shock hipovolémico causado por la hemorragia interna derivada de los seis impactos recibidos. La autopsia, prevista como parte de la prueba para justificar la actuación policial, también reveló que Kebyn había consumido MDMA, sustancia que podría haber aumentado su agresividad y provocar alucinaciones.