Biden se retira, Harris asume: el giro histórico que redefine la carrera a la Casa Blanca

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El domingo por la mañana, Joe Biden llamó a Kamala Harris para comunicar una decisión que marcaría un antes y un después en la política estadounidense. Después de semanas de presión desde dentro y fuera de su partido, Biden suspendió su candidatura y renunció a su sueño de un segundo mandato en la Casa Blanca. Nunca antes un presidente había abandonado tan cerca de una elección. ¿Cómo se gestó este paso inesperado y de gran impacto?

Todo empezó a desmoronarse a finales de junio. Las dudas sobre la fortaleza física y la claridad mental de Biden, de 81 años, se vieron confirmadas tras su desempeño en el primer debate con Donald Trump. El tono inseguro y la confusión ante las cámaras encendieron las alarmas entre los progresistas. Aunque Biden explicó al día siguiente que seguía siendo capaz de dirigir el país, el miedo a convertirse en un lastre electoral ya circulaba entre el ala progresista y entre donantes clave.

Desmoronamiento de la campaña

Las últimas tres semanas intensificaron una ola de críticas que terminó arrastrando a Biden. Después del debate, The New York Times pidió a los demócratas abandonar la carrera, y otras voces relevantes se sumaron. El liderazgo del Partido trató de contener la crisis apoyando públicamente al candidato, pero la caída en las encuestas fortaleció las dudas entre las bases y entre grandes donantes. Los lapsos cometidos por Biden, como confundir a Zelenski con Putin durante una cumbre, reforzaron la impresión de fragilidad y alentaron a quienes presionaban para que no se presentara a la reelección. El presidente se negó inicialmente a apartarse.

Mientras la campaña demócrata se tambaleaba ante las cámaras, la postura de Trump ganaba terreno, especialmente tras superar un intento de agresión que reforzó su imagen entre sus seguidores. El contraste entre los balbuceos del incumbente y la imagen de un adversario fortalecido dificultó el camino hacia estados decisivos. Las encuestas mostraron una brecha creciente en áreas clave, debilitando la posición demócrata en territorios fundamentales para una victoria nacional.

La sombra de la traición y la presión interna

La ansiedad se apoderó del Partido Demócrata, dividido en un vaivén que muchos calificaron de pesadilla. Aunque la confianza en Biden se debilitaba, él siguió firme en su intento de ser el candidato presidencial. El temor de que ese conflicto interna dañara las aspiraciones del partido llevó a dirigentes influyentes a plantear preguntas duras. Informes de The Washington Post indicaron que figuras como Barack Obama y Nancy Pelosi manifestaron dudas en privado sobre la permanencia de Biden, lo que el presidente interpretó como una traición. Según algunos medios, Obama dialogó con otros legisladores para alentar a la reflexión, mientras que otros sostuvieron que se estaba gestando una presión organizada para que se dé un paso atrás si fuera necesario.

El miércoles, mientras Trump obtenía el respaldo de su partido, Biden recibió un diagnóstico de covid. Se decidió entonces un descanso en su residencia de verano, rodeado por su equipo de asesores y la primera dama. Durante el fin de semana, la campaña evaluó encuestas y, a pesar de ser severa, continuó con actos para recaudar fondos. El sábado por la noche se tomó una decisión que, según informes, se produjo con la convicción de que no existía un camino viable, pero también con cierto desagrado por la revisión pública que había recibido. Con el respaldo de quienes se habían desencantado con su liderazgo, la retirada se presentó como una salida en sus propios términos.

Con la retirada y la designación de Harris como sucesora, se pretendía cohesionar rápidamente al partido para evitar una sangría mayor. Las críticas internas dieron paso a homenajes a una carrera dedicada al servicio público. La decisión buscó salvar las causas y la unidad del partido ante un escenario electoral cada vez más desafiante.

Con el cierre de esta etapa, el escenario quedó claro: la dirección de la campaña cambiaría, y el partido buscaría construir desde cero una nueva narrativa para competir en un terreno político cada vez más complejo. El proceso dejó una marca indeleble en la historia, al mostrar cómo las preguntas sobre liderazgo y estrategia pueden desencadenar movimientos que reconfiguran el panorama político de un país entero.

Con el anuncio de Harris como líder de la eventual estrategia demócrata, el objetivo fue estabilizar la organización y evitar que la caída se intensificara. Las valoraciones públicas reconocieron una carrera dedicada al servicio público, mientras la atención se dirigía a la próxima fase de un proceso electoral que, en ese momento, parecía reconfigurarse desde sus cimientos.

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