La Eurocámara contará en la próxima legislatura con un grupo adicional de extremo derecha: la Europa de las Naciones Soberanas. Se trata de una formación que ha ganado impulso gracias a Alternativa por Alemania (AfD), la fuerza que fue expulsada a finales de mayo del grupo Identidad y Democracia (ID), convertido en Patriotas por Europa, tras las polémicas declaraciones de su líder, Maximilian Krah, blanqueando a los nazis. Este nuevo bloque se presentó este miércoles en Bruselas.
Un día histórico, así lo calificó el eurodiputado húngaro Laszlo Toroczkai. El bloque estará encabezado por AfD, que contará con la delegación más nutrida con catorce eurodiputados. Junto a los alemanes se sentarán representantes de la Movimiento de Nuestra Patria de Hungría, Reconquista del francés Éric Zemmour, la Confederación de Polonia, Libertad y Democracia Directa de la República Checa, Ha Nutie Republika de Eslovaquia y la Unión de Nación y Justicia de Lituania. Este reparto otorga a la nueva bancada una mirada claramente euroescéptica y nacionalista, con una composición que refleja la creciente fractura en el espectro político europeo.
El portavoz de AfD durante la presentación subrayó que la creación de este grupo parlamentario representa un paso práctico para avanzar en un proyecto que se ha ido encomendando durante años. Señaló que la formación de este bloque es clave para la transformación que, a su juicio, la Unión Europea necesita para enfrentarse a desafíos del presente y del futuro. Su valoración central es que la magnitud de la iniciativa supera cualquier interés personal y que la cooperación dentro de esta bancada debe sostenerse en una visión compartida de soberanía y responsabilidad nacional.
Según adelantó el líder del partido Libertad y Democracia Directa, Tomio Okamura, el programa común del grupo se opondrá al Pacto Verde Europeo, cuestionará las políticas migratorias y el proceso de islamización que, según sus palabras, afectan a la cohesión de la UE. El objetivo estratégico declarado es devolver poderes a los Estados nación, fortaleciendo la capacidad de cada país para decidir sobre sus propias políticas. En este momento, el grupo nace con veinticinco eurodiputados procedentes de ocho Estados miembros, por encima del umbral mínimo de veintitrés diputados de al menos siete países necesario para conformar un grupo, y aún se espera incorporar a más parlamentarios que estén por inscribirse o que formen parte de nuevos miembros.
La creación de este grupo sitúa a la nueva legislatura con al menos tres formaciones que se colocan a la izquierda de lo que hoy representa el Partido Popular Europeo en el hemiciclo. En primer lugar se halla el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que agrupa a formaciones de corte ultranacionalista como el partido Ley y Justicia de Polonia y otras voces de esa misma familia política. En segundo lugar, aparece el grupo que lidera Viktor Orbán, bautizado Patriotas por Europa, que agrupa a aliados como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y la Liga de Matteo Salvini. En tercer lugar, se sitúa Orbán con una representación importante, empujando a ECR a una posición más reducida dentro del reparto de escaños. Estas tres fuerzas muestran una dinámica de bloques más allá de la tradicional frontera entre grupos, acercándose a una coalición que podría redefinir el equilibrio en el Parlamento Europeo.
Si se hubieran unido los tres grupos ultraconservadores y de extrema derecha en un gran bloque, el peso total de eurodiputados podría haber alcanzado una cifra muy cercana a la del PPE, que es la fuerza dominante en el hemiciclo. De haber ocurrido, esa hipotética agrupación habría oscilado entre la fuerza de 187 escaños y la de 188, en un contexto en que los socialdemócratas suman 136 puestos, y que los liberales de Renew, los Verdes y la Izquierda Europea se sitúan muy por debajo. Este escenario revela la compleja geografía del voto en la cámara y el efecto que una mayor fragmentación podría tener sobre las capacidades de negociación y la definición de agenda en las comisiones y en el plenario. En la práctica, la suma de estas fuerzas ultraconservadoras y de extrema derecha tiene ya un impacto claro en las dinámicas internas, incluso cuando no todos los apoyos se consolidan a nivel de bloque único.
La evolución de estas formaciones y su influencia en la agenda de la UE es un tema que seguirá causando debate entre los observadores y los representantes de los Estados miembros. La presencia de un nuevo grupo con una orientación abiertamente soberanista y crítica hacia políticas europeas comunes plantea preguntas sobre el papel de las instituciones y los límites de la cooperación entre estados. En ese sentido, muchos analistas señalan que la forma en que se articulen estas coaliciones podría determinar, en gran medida, la dirección de las políticas comunitarias en áreas como migración, seguridad, economía y valores cívicos, así como la capacidad de Bruselas para avanzar en iniciativas de integración o, por el contrario, para reforzar la autonomía de cada nación. Este panorama sugiere un parlamento más heterogéneo y un debate más intenso sobre el equilibrio entre intereses nacionales y objetivos pan-europeos, un dilema que la UE deberá gestionar con atención en los próximos meses y años.