Solo quedaban ellos, El Profesor, líder indiscutible de la mayor red mundial de narcoveleros, red que ha dirigido durante décadas desde un modesto piso en Dénia, y su segundo lugarteniente, El Matemático, un profesor universitario de Química y Exactas en Oslo que ejercía sin haber obtenido título alguno y que era su contable y hombre de confianza en el ámbito internacional.
Los dos fueron capturados el pasado fin de semana en Colombia, cuando acudían a una cita con los máximos responsables del Cártel del Golfo que se iba a celebrar en suelo colombiano y ante los productores que solían servir la mercancía al Profesor.
Ese encuentro había sido exigido por los mexicanos, que no solo habían perdido buena parte de su producto, los 1.500 kilos confiscados por la Policía Nacional española en diciembre pasado, en aguas internacionales del Atlántico próximas a Isla Martinica, sino que también, con la caída de la red montada por El Profesor, veían comprometida una de las vías más seguras y rentables de las usadas por el Cártel del Golfo en suelo estadounidense.
Los mexicanos del Cártel del Golfo, nerviosos
La doble pérdida exigía explicaciones y compromisos de futuro, y eso era lo que buscaban los mexicanos al reclamar con urgencia la cita.
Cuando la Policía Nacional informó públicamente de la desarticulación de la organización dirigida por Pazooki Farhad, un iraní nacionalizado noruego conocido con el alias de El Profesor por su capacidad de camuflarse en distintas sociedades, omitió un dato relevante: ni ese hombre ni su segundo lugarteniente –el primero, un albanés altamente peligroso, permanecían en la cárcel de Picassent tras ser detenido en Valencia, tal como adelantó un medio regional en exclusiva– estaban entre los 52 arrestados en nueve países. Esa información fue silenciada en ese momento.
Ni los medios españoles ni los extranjeros se percataron del detalle, pero sí los narcos colombianos y mexicanos con los que El Profesor mantenía acuerdos de alto nivel, operaciones con grandes cargamentos de cocaína que habían sumado años de trabajo conjunto.
El truco que salió a la perfección
Los agentes de la sección de cocaína de la unidad antinarcóticos central lanzaron un órdago: si anunciaban el desmantelamiento de la macrorred, podrían capturar a los dos peces gordos que faltaban para completar la redada, pues estaban seguros de que los mexicanos pedirían verse para conocer de primera mano qué había pasado y cómo iban a operar en el futuro. Y acertaron.
Farhad y El Matemático, Bernsten Bjarte, no se encontraban donde debían cuando se puso en marcha la fase final de la Operación Mentor. ¿Casualidad? ¿Fuga de información? Lo cierto es que El Profesor había abandonado Dénia días antes, rumbo a su país de origen, Irán, haciendo escala en Dubái, un enclave estratégico para las redes del narcotráfico, y luego en Turquía. El domingo fue avistado en el aeropuerto de El Dorado, en Bogotá, donde la policía colombiana le esperaba.
Un día antes, el sábado, El Matemático había sido detenido en el puerto de Barranquilla con un pasaporte noruego falsificado. Bernsten, un hombre conocido por un coeficiente intelectual notable, había viajado solo, a bordo de uno de sus veleros, desde Panamá hasta Colombia. Como su jefe, tampoco asistió a la reunión con los responsables del Golfo. España espera su extradición.
Con la captura de estas dos piezas claves, la red de narcotráfico enfrenta un golpe decisivo en su estructura y en su capacidad operativa para abastecer mercados internacionales. Las investigaciones continúan para desmantelar las rutas y las empresas pantalla que permitían el trasiego, así como para identificar a los colaboradores que quedaban al margen de la noticia pública.
Las autoridades destacan que la cooperación entre países y la coordinación entre agencias han permitido no solo congelar activos, sino también entender mejor cómo funcionaba la cadena de suministro y la gestión de riesgos de una red que operaba a gran escala. Este proceso eleva la presión sobre otros operadores que aún buscan esquivar la justicia, y refuerza la necesidad de medidas continuas para impedir que vuelvan a reorganizarse bajo nuevas formas o se reencauzen a otros puntos estratégicos.
La operación mostró asimismo la persistencia de antiguos vínculos entre organizaciones colombianas y mexicanas que han mantenido acuerdos comerciales a lo largo de décadas, un recordatorio de que el negocio ilícito es complejo y trasciende fronteras. Las autoridades reafirman su compromiso de seguir desentrañando las redes y de aplicar la ley sin descanso, en un esfuerzo compartido entre naciones para frenar el flujo de estupefacientes y la amenaza que representa para la seguridad regional.
La continuidad de la investigación depende de la cooperación entre las fiscalías y las fuerzas policiales de los países involucrados, así como de las herramientas tecnológicas disponibles para rastrear movimientos financieros y logísticos. En este sentido, el caso subraya la importancia de la inteligencia policial, la vigilancia en puertos y aeropuertos, y la necesidad de endurecer la cooperación internacional para perseguir a los líderes de estas redes sin permitirles escapar a jurisdicciones menos escrutadas. [Fuente: informes oficiales y comunicaciones de agencias antinarcóticos]