Uno de los motivos por los que los zapatos a veces quedan sin usar, incluso cuando son nuevos, es que resultan demasiado apretados o duros. En la cocina existen dos alimentos que pueden ayudar a aflojarlos: la patata y los granos de trigo. Junto a recursos como un secador de pelo y un congelador, estos elementos pueden servir para estirar botas, zapatillas y diversos tipos de calzado. A continuación se explica cuáles funcionan y cómo utilizarlos sin dañar las piezas.
Cuándo no usar secadores de pelo y congeladores para los zapatos apretados
Es común recurrir al secador de pelo para aflojar zapatos ajustados. Este truco puede funcionar, pero no siempre. El calor solo afecta a materiales como cuero o gamuza; para otros tejidos puede deformar o dañar la estructura. Incluso con cuero o gamuza hay que usar el secador con precaución, a baja temperatura y manteniendo el flujo de aire en movimiento para evitar puntos calientes. En tejidos y materiales sintéticos existen alternativas más suaves y seguras que conviene considerar. Expertos en calzado señalan que, ante dudas, es mejor evitar calor directo prolongado y valorar métodos sin calor cuando el material no sea cuero o gamuza.
El método del congelador suele ser conocido por abuelas y familiares. Se llena una bolsa con agua, se inserta dentro del zapato y se coloca en el congelador durante varias horas. Este procedimiento funciona bien para zapatillas deportivas o calzado de lona; sin embargo, para tejidos más delicados existe el riesgo de dañar la tela, las costuras o el revestimiento. En calzado de piel o materiales sensibles, conviene evitar este método y optar por alternativas más suaves.
Usar una patata para estirar los zapatos
Un truco práctico y menos riesgoso es el uso de una patata. Se toma una patata grande, se pela, se seca y se coloca dentro del zapato. Se deja reposar entre 10 y 12 horas y luego se retira. El zapato debe adoptará la talla deseada. Si sigue apretado, se puede repetir el proceso al día siguiente. Este método funciona bien para la mayoría de tejidos, aunque no se recomienda para el ante, ya que la humedad podría dañarlo.
¿Acabó de comprar botas o tenis por internet y resultan demasiado ajustados? Hay una solución práctica. Se puede recurrir a granos de trigo y agua para ganar volumen en el interior del calzado. Se toma un puñado de granos y se coloca en un vaso de agua. Después se introducen los granos mojados en la zapatilla y se dejan reposar en un lugar sombreado de la casa. La humedad hará que los granos se hinchen y, con ello, que el zapato gane amplitud. Se usan los zapatos cuando los granos aún están húmedos para ayudar a dar forma. Después se dejan secar al aire. Este método es aplicable a la mayoría de tejidos, salvo el ante.
En todos los casos, es aconsejable probar primero en pares viejos o de menor costo y consultar a un zapatero si se trata de cuero genuino, nubuck o tejidos delicados. Aunque estos trucos pueden ayudar a evitar gastar en un nuevo par, no siempre garantizan resultados y deben emplearse con prudencia.