La siembra de nubes se apoya en dispersar sustancias en la atmósfera que actúan como núcleos de condensación o de hielo. Estas sustancias, entre ellas el yoduro de plata y el hielo seco, modifican procesos dentro de la microfísica de las nubes y pueden aumentar la probabilidad de precipitación. Diversos métodos permiten realizar este proceso, entre ellos el uso de aeronaves o equipos en tierra para dispersar los compuestos en las nubes. También se ha probado la expansión de propano líquido en gas, la cual facilita la formación de cristales de hielo a temperaturas algo más elevadas que las que exige el yoduro de plata.
La siembra de nubes requiere que las nubes contengan agua líquida a temperaturas por debajo de 0 °C. La introducción de sustancias como el yoduro de plata induce la nucleación de cristales de hielo, favoreciendo su congelación. Por otra parte, el hielo seco o el propano en expansión enfrían el aire, permitiendo la formación espontánea de cristales de hielo. No obstante, para que estos cristales crezcan y se conviertan en partículas lo suficientemente grandes para generar precipitaciones, es necesaria la presencia de gotas de agua existentes.
Eficacia
A pesar de indicios de resultados positivos, la siembra de nubes no garantiza consistentemente los efectos deseados. Algunos estudios señalan que los resultados varían según condiciones atmosféricas y la disponibilidad de gotas de agua en las formaciones nubosas. Además, el costo de la intervención puede ser alto y la medición de sus efectos suele presentar desafíos.
Impacto sobre el ambiente y la salud
La siembra de nubes genera inquietudes sobre su impacto ambiental y sanitario. Algunas sustancias utilizadas, como el yoduro de plata, podrían afectar ecosistemas y calidad de las aguas. Aun así, la investigación sobre impactos ambientales y sanitarios es limitada y requiere mayor claridad. También existen posibles consecuencias imprevistas en el clima y en los patrones de lluvia a largo plazo. Alterar el equilibrio natural de las nubes puede provocar efectos en cascada para ecosistemas y climas regionales.
A nivel mundial, la técnica se aplica en diversas regiones con objetivos variados. En algunos lugares se utiliza para mitigar la sequía y aumentar la disponibilidad de agua; en otros, para reducir la caída de granizo en aeropuertos y proteger cultivos; además, se ha empleado en proyectos de gestión de recursos hídricos y en investigaciones científicas.
Es importante tener presente que la siembra de nubes no constituye una solución duradera para problemas de sequía o escasez de agua. Se trata de una herramienta que puede ofrecer alivio temporal, pero no aborda las causas subyacentes de estas problemáticas. Por ello, es fundamental adoptar enfoques integrales de gestión hídrica y promover la conservación y el uso eficiente de los recursos hídricos, integrando la siembra de nubes dentro de estrategias más amplias de manejo del agua.