La Unión Europea tiene un arma que puede emplear contra EE UU en respuesta a los aranceles con los que Donald Trump amenaza a sus exportaciones.
Me refiero al impuesto digital que aplica ya Austria a las empresas tecnológicas con ingresos globales superiores a los 750 millones de euros o a los que obtienen en la propia Austria si superan los 25 millones.
España impone un gravamen similar al sector, que no es de un 5 por ciento como el austriaco, sino de solo un 3 por ciento y afecta a los ingresos por servicios de intermediación o publicidad digital y la venta de los datos de los usuarios.
Según el socialdemócrata alemán Bernd Lange, presidente de la Comisión de Comercio del Parlamento europeo, con un impuesto de ese tipo que adoptasen todos los países se compensaría al menos parte del daño que Washington quiere infligir a Europa con la subida de aranceles.
Los gigantes tecnológicos estadounidenses como Amazon, Apple, Meta o Microsoft apenas pagan impuestos en Europa pese al enorme volumen de sus ganancias a este lado del Atlántico.
En la conocida como «computación en la nube», por ejemplo, que permite a los usuarios acceder a programas, archivos y datos sin tener que instalar software en sus computadoras, las multinacionales estadounidenses tienen una especie de monopolio.
El negocio de los medios digitales y servicios de streaming, es decir, el entretenimiento en línea que ofrecen Amazon Prime, Netflix, Spotify, Apple TV+ y otros, se ha duplicado prácticamente en los últimos años.
Así, según un estudio del Centro de Estudios Políticos Europeos, citado por el semanario alemán Der Spiegel, el negocio del comercio electrónico ha crecido en cerca de un 25 por ciento desde el año 2017 hasta alrededor de 3,3 billones de euros.
A diferencia de las empresas del sector industrial, las digitales tienen una presencia física mínima en los países donde operan y obtienen sus enormes beneficios, por lo que pagan actualmente impuestos también mínimos.
Y para colmo, muchas han establecido sus sedes fiscales en países europeos de baja tributación y por tanto insolidarios con el resto como son Luxemburgo, Irlanda o los Países Bajos.
La Unión Europea calcula que la tasa impositiva efectiva de las empresas digitales es de un 9 por ciento frente al más del 23 por ciento que pagan las industrias tradicionales.
De ahí que en la Unión Europea comenzase hace años a circular la idea de imponer un impuesto digital uniforme a escala europea a las ganancias por publicidad y demás servicios que ofrecen ese tipo de firmas.
Idea que, sin embargo, no prosperó por la oposición de países como Irlanda o Suecia que temían ver perjudicadas sus propias industrias digitales y bloquearon esa iniciativa.
Ello no impidió que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y también en un principio EE UU, uno de sus miembros fundadores, la vieran con buenos ojos.
Pero el nuevo ocupante de la Casa Blanca, siempre opuesto a cualquier iniciativa que signifique una mayor justicia social aunque sea un impuesto tan modesto como el digital, se mostró en contra.
Es hora, pues, de que los países europeos, olvidando por un momento sus diferencias en temas de geopolítica como el rearme de Ucrania o el boicot a Rusia, respondan como bloque a las bravuconadas del republicano y decidan aplicarlo.
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