Si su hijo se ha ido fuera de casa, ya sea a estudiar, trabajar o hacer prácticas, no sea necio, sobre todo si es la primera vez. No vaya a la habitación como la madre de Toy Story y acabe nadando en un mar de lágrimas mientras recuerda su niñez con música de fondo incluida. No se tumbe en la cama vacía, ni aspire el olor que aún perdura en la almohada a pesar de los lavados. Las hormonas, ya se sabe, son persistentes y marcan la presencia de un adolescente como un animal territorial cualquiera. No se plante en medio de su cuarto a contemplar las fotos, los libros, a repasar con las yemas de los dedos las huellas de su ausencia: vasos de plástico, un yogur, algún papel de magdalena escondido detrás del radiador no se sabe por qué motivo. Hágase el duro cuando llame. No le diga que le echa de menos, que se acuerda de él a todas horas. No pregunte con un hilo de voz si come bien, si compra fruta, si se cuida. Háblele de todo como por encima, con ligereza. No se rompa al final, cuando él se despida con prisa. Confíe en su hijo, como tantos padres han hecho desde la prehistoria. Ha abandonado el hogar y eso es bueno, tampoco queremos que se eternice en esa cama en la que ya apenas le caben los pies y donde desde luego nunca cabrán dos personas. Piense en que tiene detrás el bagaje que le ha sido entregado, que la educación y el cariño, esa mezcla curiosa y difícil que a veces no fragua, van a acompañarle a cualquier sitio que vaya, sea Polonia, Salamanca o un país impronunciable.
Déjele todo el espacio posible, pero no se quede fuera. Manténgase a un lado, disponible, sin agobiar o hacerse presente constantemente. Le irá bien, seguro. Todo lo malo que imagina por la noche cuando no consigue conciliar el sueño no le va a pasar nunca. Preocuparse significa ocuparse antes de tiempo, y casi siempre sin motivo. Haga de esta frase un mantra. Así que cierre la puerta de su cuarto para evitar tentaciones de nostalgia. Con un poco de suerte la combustión hormonal acabará por centrifugar los restos y un día abrirá la puerta y encontrará un cuarto limpio y ordenado. O por lo menos no tendrá que limpiar el polvo a sus peluches, vestigio de un pasado que ya no va a volver. Luego, después de recordar estos consejos, siéntese en la cama de su hijo, roce la almohada sobre la que tantas noches se apoyó para contarle cuentos o escuchar sus problemas o darle ánimos. Y haga lo que sabe que tiene que hacer desde el principio, lo que lleva evitando tanto tiempo, así que por más que sepa que él está bien y es feliz, olvide lo que acaba de leer, permítase la tristeza, y llore.
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Source: Informacion

Dolores Johnson is a voice of reason at “Social Bites”. As an opinion writer, she provides her readers with insightful commentary on the most pressing issues of the day. With her well-informed perspectives and clear writing style, Dolores helps readers navigate the complex world of news and politics, providing a balanced and thoughtful view on the most important topics of the moment.