Cuando se esperaba que ayer fuera un día normal, estaba previsto que las energías renovables cubrieran el 74% de todo el consumo eléctrico del país. Sólo las plantas solares iban a ocuparse de un 30% de la generación necesaria y la eólica de otro 20% más, según los registros de Red Eléctrica de España (REE), el gestor del sistema eléctrico español. Pero el de ayer estuvo de lejos de ser un día normal.
El sistema eléctrico colapsó y España vivió un apagón masivo, el peor de su historia, y el país acabó tirando de generadores de gasóleo para que instalaciones estratégicas siguieran funcionando y se agarró a las centrales de gas y a las modestas interconexiones con Francia y con Marruecos para conseguir encenderse de nuevo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmó en sus dos declaraciones públicas de ayer en plena crisis energética que se habían puesto en funcionamiento todos los ciclos combinados -las centrales que queman gas para producir electricidad- y todas las centrales hidroeléctricas -que se encuentran con muchas reservas tras las lluvias de las últimas semanas- para conseguir ir restituyendo la estabilidad del sistema.
Mientras que se iban poniendo en funcionamiento centrales de gas, hidroeléctricas y España se apoyaba en los países vecinos, han sido los generadores de diésel los que permitieron salvar el caos en muchas instituciones clave. Los autogeneradores de gasóleo han sido los que consiguieron mantener en funcionamiento a hospitales, a los ministerios y otras administraciones públicas, compañías de sectores estratégicos, infraestructuras críticas e incluso a las propias centrales nuclares. Todos los reactores activaron el estado de prealerta por la emergencia del apagón por falta de suministro exterior y sus autogeneres de gasoil fueron los que mantuvieron la alimentación en las plantas para que los sistemas internos pudieran garantizar su estado de seguridad.
Enganchados al gas
España se ha adentrado en una nueva era ‘verde’ y el despliegue masivo de nuevas plantas renovables de los últimos años ha provocado una sacudida histórica en la producción de electricidad del país. Una revolución imparable en la que el sistema eléctrico va desbordando todos sus récords verdes uno tras otro de manera constante: con más de la mitad de la electricidad producida ya con viento, sol y agua, con récord de capacidad de producción gracias a la expansión renovable, con las emisiones de CO2 en mínimos históricos… Pero ayer las centrales de gas volvieron a ser clave.
Las eléctricas que operan las centrales de gas llevan años como garantes de la seguridad de suministro en el mercado español frente a la producción intermitente de las instalaciones de energías renovables, dependientes de que haya viento, sol o agua. Las centrales de gas no funcionan siempre, sólo cuando el resto de tecnologías no son suficientes para cubrir toda la demanda de electricidad. Pero siempre han de estar disponibles para enchufarse de ser necesario, dado que es una tecnología que puede producir prácticamente a voluntad y con rapidez. Ayer lo demostraron.
La previsión de REE era que los ciclos combinados ayer sólo cubrieran un 6% de todo el consumo eléctrico. A falta de los datos reales de producción durante el día de caos, desde el sector se da por hecho que las centrales de gas cubrieron la mayoría del reducidísimo consumo de la jornada. Reducidísimo evidentemente porque no había posibilidad de consumir durante muchas horas por la total falta de suministro durante horas.
El Gobierno trabaja en lanzar un sistema de ayudas millonarias para las compañías energéticas que sean capaces de dar seguridad al suministro eléctrico en todo momento, singularmente a las que operan centrales de gas. El objetivo es crear por fin un mercado de capacidad nacional con el que repartir una retribución a las eléctricas con plantas de gas, capaces de garantizar la producción necesaria casi a voluntad frente a la intermitencia de las energías renovables, dependientes de que haya viento, sol o agua. Desde el sector eléctrico se viene reclamandoun sistema de ayudas con una retribución de entre 400 y 500 millones anuales para las centrales de gas para garantizar la viabilidad de las plantas y no operar con pérdidas.
El lastre de ser ‘isla energética’
Red Eléctrica también exprimió al máximo las interconexiones con Francia y con Marruecos para conseguir ir restableciendo la normalidad duranate todo el día de ayer y esta madrugada. Las conexiones con Europa con muy modestas (con una capacidad 3.000 megavatios, MW), fundamentalmente por las reticencias de Francia para ampliarlas, y con Marruecos lo son aún más (1.400 MW). La reducida internconexión con otros países es la razón precisamente por la que España impulsó la construcción de decenas de centrales de gas para tratar de asegurar su suministro sin ayuda del exterior.
España está considerada una ‘isla energética’ por sus reducidísimas conexiones eléctricas con Europa. El país arrastra un déficit secular de interconexión con Francia, muy por debajo de los objetivos marcados por la Comisión Europea para reforzar la seguridad de suministro energético del continente, la estabilidad del sistema eléctrico y la integración entre los estados miembros. Unos objetivos que seguirán muy lejos de alcanzarse incluso con la futura construcción de nuevas redes entre ambos países que ya está en proyecto.
El nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), la hoja de ruta verde para esta década que el Gobierno español aprobó el año pasado, retrasa la fecha prevista para tener en marcha dos nuevas conexiones con Francia hasta 2035, cinco años más que la anterior estimación. La modesta conexión actual España-Francia sólo permite transportar entre ambos países el equivalente a un 2,8% de la potencia eléctrica española, unos 3.000 megavatios (MW), a pesar de que el objetivo comunitario era alcanzar el 10% en 2020 y el 15% en 2030. La capacidad va a ir creciendo en los próximos años, pero con todo lo proyectado hasta ahora se seguirá sin alcanzar las exigencias de Bruselas.
Ambos países tienen diseñada la puesta en marcha de tres nuevas interconexiones, que acumulan ya enormes retrasos y que se han encontrado en los últimos años especialmente con el desinterés de Francia para impulsarlas. España y Francia consiguieron desencallar la construcción de una nueva conexión a través del Golfo de Vizcaya que elevará la interconexión hasta los 5.000 MW tras unas inversiones de 2.800 millones, cuyo reparto entre ambos países ya ha sido acordado. El objetivo era que estuviera operativa en 2028, pero según se reconoce en el PNIEC español la estimación actual ya es que se ponga en marcha en el horizonte de 2030.
Madrid y París tenían, además, aún pendientes de impulsar otras dos interconexiones a través de los Pirineos, por Navarra y Aragón, para tenerlas listas en 2030 y alcanzar los 8.000 MW de capacidad de intercambio de electricidad. Pero el plan verde aprobado por el Gobierno español descarta ya ese objetivo y lo retrasa hasta el entorno de 2035. Una nueva demora consecuencia del poco interés francés por impulsar ambas conexiones, que ni siquiera vienen recogidas en la última versión del propio PNIEC galo.
Source: Informacion

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