En la industria del videojuego empieza a tomar fuerza una especie de funcionamiento no escrito, según el cual, cuando un juego funciona mejor como contenido viral que como entretenimiento, es que tienes algo entre manos. No, no hablamos de metidas de pata involuntarias ni de presupuestos fallidos que terminan viralizados por lo ridículos que resultan. Hablamos de juegos que, literalmente, parecen pensados para ser utilizados como meme antes que para ser jugados en serio.
¿Ejemplos? Skibidi Toilet Invasion, Only Up!, I Am Bread…
Los hay para todos los gustos. Empezamos con ‘Skibidi Toilet Invasion’, que no es otra cosa que un delirio que junta inodoros con cabezas gigantes, disparos, música machacona y físicas que parecen diseñadas con un generador de bugs. El juego ofrece múltiples mapas, variedad de armas y la posibilidad de mejorar a tu personaje, todo ello envuelto en una estética que roza lo surrealista. Pero eso sí, tiene cientos de miles de visualizaciones en TikTok.
Otro que merece una nominación es el inestable ‘Only Up!’, un juego de ascender a base de saltos donde el único argumento es subir sin parar… hasta que fallas y te vas al suelo. Controlas a un tal Jackie, aunque eso da igual, porque aquí no hay historia, ni guardado, ni misericordia. Jugar es tan sencillo como subir, caer y maldecir. Lo único que te mantiene ahí es el famoso “esta es la buena”. No lo es. Lo peor es que, cuando por fin logras ascender hasta lo absurdo, te caes por pisar mal una farola en órbita. Literal. Fue tan popular que lo acabaron retirando, y desde entonces ha habido clones más cutres que el original. Pero ese trauma, ese ahí queda.
En ese mismo universo vive ‘I Am Bread’, el legendario simulador de rebanada de pan. Aquí controlas el viaje de una rebanada de pan que debe llegar a una tostadora sin tocar el suelo. Es tan absurdo como suena, pero a esto súmale un control imposible, físicas carentes de física y música dramática, el resultado es poco menos que glorioso. No hay quien juegue más de veinte minutos sin preguntarse en qué triste momento de tu existencia elegiste pulsar en “Jugar”. Pero ahí está, con memes, clips y montajes a pares.
Mención aparte merece ‘Goat Simulator 3’, que ya no quiere ni disimular. Aquí el juego se autodefine como caótico, sin sentido y lleno de errores voluntarios. Puedes lanzar cabras por el aire, pegarle a la gente con una lengua kilométrica y hasta participar en rituales oscuros. ¿Tiene lógica? Ninguna. ¿Hace reír? A toneladas.
Más reciente es el caso de ‘Crab Champions’, una especie de shooter en tercera persona protagonizado por cangrejos de combate que saltan en giros imposibles, disparan y funden al enemigo como poseídos. En su defensa, hay que concederle que es bastante jugable. Pero nadie llega a este universo absurdo buscando una historia profunda o una producción cuidada. Entras para reírte, sacar una captura y fardar en redes.
Nacidos para fallar
Lo curioso es que varios de estos juegos no se producen pensando en temporadas, pases o eventos. A veces ni siquiera tienen un menú decente. Con existir les vale y si puedes añadir un par de físicas que se descontrolan y un diseño que roce lo ridículo para convertirse en tendencia, mucho mejor. Porque no hablamos de fracasos. No, todo lo contrario. Algunos venden miles de copias, tienen valoraciones positivas y hasta merchandising. Simplemente han encontrado su sitio entre el humor absurdo, el boca a boca digital y el “mira esto, por favor” que desgobierna nuestra sociedad.
Al final, uno entra a ‘Skibidi Toilet’, o ‘Goat Simulator’ sabiendo que no vas a darte un atracón, pero igual sí que te ríes un rato y haces el vídeo del día. Y tú, ¿con cuál de estos desastres te has cruzado en redes? Confiesa: ¿cuántos tienes instalados en la consola o el móvil?
Source: Informacion

Jackson Ruhl is a tech and sci-fi expert, who writes for “Social Bites”. He brings his readers the latest news and developments from the world of technology and science fiction.