La vida en Gaza se apaga día a día sin que la comunidad internacional mueva un dedo para impedirlo. Más de dos meses después de que Israel cerrara completamente las fronteras del enclave, secando del todo la entrada de alimentos, medicinas, agua potable o combustible para los servicios esenciales, se agotan los recursos para mantener con vida a su población. Bombardeada a diario, con el sistema sanitario metódicamente destruido y sujeta también a constantes las órdenes de “evacuación” forzosa de los militares israelíes.
Tanto el Programa de Mundial de Alimentos de la ONU como la World Central Kitchen anunciaron hace unos días que han agotado sus reservas para seguir alimentando a los más de dos millones de palestinos de la Franja. La mayoría de cocinas comunitarias han cerrado. También las panaderías. Los almacenes están vacíos. Casi todo el campo ha sido destruido. Y los pescadores son atacados cuando tratan de faenar. Lo que queda se vende a precios estratosféricos. Niños, ancianos y enfermos están muriendo literalmente de hambre. El gobierno de Hamás en Gaza ha advertido que 65.000 niños pueden morir por desnutrición, mientras Unicef señalaba que “se enfrentan a un riesgo creciente de inanición, enfermedad y muerte”. Un castigo colectivo llamado prolongarse con los planes que manejan Israel y EEUU para cambiar el sistema de distribución de la ayuda humanitaria y ganar tiempo.
El plan para reanudar en algún momento el flujo humanitario contempla el uso de mercenarios estadounidenses para proteger la distribución de la ayuda, y de las oenegés y agencias de la ONU para entregarla, según adelantó ‘The Washington Post’. En paralelo se apoya en una fundación opaca, registrada en Suiza el pasado mes de enero, para financiar las operaciones. “Cambian constantemente el plan. Es ligeramente distinto cada vez que hablamos con ellos. No está grabado en piedra”, asegura un alto funcionario de la ONU a EL PERIÓDICO. La justificación israelí para este nuevo mecanismo es impedir que Hamás pueda apropiarse de la ayuda o financiarse con su reventa. Un extremo que las organizaciones presentes en la Franja niegan que se esté produciendo, al menos de forma significativa.
Con el nuevo sistema entrarían en la Franja 60 camiones al día a través del paso aduanero de Kerem Shalom, el único que sigue operativo con Gaza. Esa cifra es solo una décima parte de los 600 camiones diarios que entraron durante los dos meses de tregua o los 500 de antes de la guerra, a pesar de que el ejército israelí reconoce que los gazatíes “están al borde de la inanición”, según ‘The Times of Israel’.
Compañías de mercenarios
A partir de aquí todo se complica un poco más. La intención israelí es concentrar la distribución de la ayuda en tan solo seis puntos de la Franja. Todos ellos en el sur, en la misma “zona humanitaria” pegada a la frontera egipcia y cercada con alambre de espino donde se quiere encerrar a toda la población para tratar de “destruir a Hamás en el resto del enclave”, según ha publicado la prensa israelí citando fuentes oficiales. La seguridad de los puntos de distribución se dejaría a cargo de Safe Reach Solutions y UG Solutions, dos empresas de seguridad privada estadounidenses, de acuerdo con el ‘Post’. Ambas ya fueron utilizadas por Israel durante la tregua para inspeccionar vehículos palestinos en la principal carretera que atraviesa la Franja. Para identificar a los palestinos que se acerquen a recoger la comida se utilizará tecnología de reconocimiento facial.
Los militares israelíes no participarían directamente en la distribución de la ayuda. El Gobierno de Binyamín Netanyahu quiere que sean las agencias de la ONU y las oenegés presentes en Gaza las que se encarguen de entregar los paquetes a los palestinos. Concretamente cajas de 18 kilos “con comida y productos de higiene” cada dos semanas. Desde hace semanas presiona al sector humanitario con la ayuda de Washington, que ha presentado el plan israelí a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. “Nos han pedido que cesemos nuestras operaciones regulares y pasemos a trabajar para ellos como contratistas distribuyendo la ayuda”, asegura de forma anónima el funcionario de la ONU. “La respuesta ha sido un ‘no’ tajante. No es negociable”, añade aludiendo a las conversaciones mantenidas por su agencia con las autoridades israelíes.
Rechazo del sector humanitario
Y esa parece ser la tónica entre todas las organizaciones presentes en Gaza, que no solo lo consideran insuficiente dadas las masivas necesidades de la población, sino también ilegal, dadas las obligaciones de Israel hacia la población de la Franja como potencia ocupante. “No participaremos en ningún plan que no se adhiera a los principios humanitarios globales de humanidad, imparcialidad, independencia y neutralidad”, dijo la semana pasada la coalición de oenegés y agencias de la ONU que trabajan en los Territorios Ocupados Palestinos. El comunicado añadía que el nuevo sistema dejará extensas zonas de Gaza sin acceso a la ayuda, aparentemente para obligar a la población a desplazarse al sur.
No en vano, un memorando reciente enviado por la Gaza Humanitarian Foundation –la fundación creada para financiar la estratagema israelí—a sus potenciales donantes reconoce que la ayuda solo cubrirá al 60% de los gazatíes. “Parece diseñado para reforzar el control sobre las mercancías que sustentan la vida como táctica de presión, parte de una estrategia militar”, añadía la respuesta de las organizaciones humanitarias.
No hay que olvidar que Netanyahu anunció la semana pasada un plan para “conquistar” toda Gaza, ocuparla de forma indefinida y desplazar a toda la población al sur “por su protección”. Todo ello mientras su gobierno sigue trabajando en la “migración voluntaria” de los gazatíes, el eufemismo utilizado para referirse a su expulsión y la limpieza étnica del territorio. “Gaza será completamente destruida, los civiles serán enviados a una zona humanitaria en el sur sin Hamás o terrorismo, y desde allí empezarán a marcharse de forma masiva a terceros países”, dijo esta semana el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich.
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Source: Informacion

James Sean is a writer for “Social Bites”. He covers a wide range of topics, bringing the latest news and developments to his readers. With a keen sense of what’s important and a passion for writing, James delivers unique and insightful articles that keep his readers informed and engaged.