Hubo una época en que era pregunta obligada en cada una de sus presentaciones de resultados. ¿Se contempla ya la salida a bolsa? Con 4.790 millones de ingresos al cierre de 2024, un tamaño cada vez mayor, y la tercera generación al timón, el movimiento de la que es una de las empresas familiares de referencia en España parecía evidente. Pero lo negaba cada vez el presidente ejecutivo: “No está encima de la mesa”, aseguraba, siempre, Marc Puig.
Hasta que lo estuvo.
“En un paso importante en sus 110 años de historia, Puig, una compañía global en el mercado de productos de Belleza Premium con una presencia diversificada en marcas, categorías de productos y regiones, anuncia hoy su intención de realizar una oferta pública de sus acciones –envió a los medios de comunicación la compañía a primera hora del 8 de abril de 2024–. La Sociedad tiene la intención de solicitar la admisión a cotización de las Acciones en las Bolsas de Valores de Barcelona, Madrid, Bilbao y Valencia y su negociación a través del Sistema de Interconexión Bursátil”.
Ni un mes más tarde, Puig, esa empresa con sede en l’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) cuya historia se remonta a 1914 y que ha pasado de ser conocida por el pintalabios Milady o el Agua Lavanda a ser la casa de Carolina Herrera, Paco Rabanne, Jean Paul Gaultier, Nina Ricci, Byredo o Charlotte Tilbury, se convertía en una empresa cotizada y protagonizaba la que en ese momento era la mayor salida a bolsa de Europa.
Lo hacía con un consejo de administración repleto de nombres de lo más reputado: Josep Oliu, presidente del Banc Sabadell; la exconsejera delegada de Douglas, Tina Müller; el ex consejero delegado de Louis Vuitton, Jordi Constans; o un exconsejero de Coca-Cola Europacific Partners, Nicolas Mirzayantz, entre otros.
Pero un año después, el balance de su periplo bursátil es agridulce. Agrio porque si esta compañía empezó a cotizar valorada en la bolsa en 13.900 millones de euros, el precio de las acciones ha caído tanto en este tiempo que ahora se queda por debajo de los 9.500 millones de euros. De 24,5 euros por acción a unos 16. Dulce, al menos en parte, porque la mayoría de fuentes consultadas ven en esta caída del 33% algo más fortuito que estructural, aunque sí reconozcan alguna señal de alarma.
El sosiego del mercado
Hay que retroceder un año en el tiempo para entender por qué una multinacional en su mejor momento y que lo tiene todo para ser un caramelito para el inversor se ha desplomado así en bolsa.
Puig empezaba a jugar remando a contracorriente. No por su situación particular, sino por el sosiego que arrastraba el mercado. Aquel 3 de mayo en que Puig debutó, la bolsa española llevaba casi dos años sin vivir ninguna incorporación de una gran empresa, y desde 2015, sin una operación de semejante tamaño. El récord lo atesoraba Aena, que empezó a cotizar en 2015, pero los últimos saltos de tamaño considerable habían sido Atrys Health y Opdenergy, ambas en 2022. Lo atribuía, BME, la empresa gestora de la bolsa española, a un contexto global “de gran complejidad”, marcado por el endurecimiento de la política monetaria, los conflictos en la franja de Gaza y en Ucrania y las “crisis bancarias contenidas” en Estados Unidos o Suiza.
De hecho, el año pasado solo Inmocemento y Cox siguieron la estela de Puig, cuando a principio de ejercicio todas las quinielas apostaban también fuerte por que lo harían Hotelbeds, Tendam, Cirsa o Restaurant Brands Iberia, entre otras. La también catalana Europastry rozó el debut con los dedos, pero finalmente se echó para atrás, teóricamente por “la situación geopolítica internacional” y la “profunda inestabilidad en los mercados” asociada a ella.
Puig, en cambio, tiró hacia adelante. “Es importante que toda empresa familiar cuente con los controles y equilibrios adecuados, especialmente durante las transiciones generacionales”, justificó al anunciar sus intenciones el presidente ejecutivo, nieto del fundador de lo que en sus inicios se llamaba Antonio Puig. “Creemos que el equilibrio de ser una compañía familiar que al mismo tiempo está sujeta a la responsabilidad del mercado nos permitirá competir mejor en el mercado internacional de la belleza durante la próxima fase de desarrollo de Puig”. Además –añadió– “creemos que convertirnos en una compañía cotizada alineará nuestra estructura corporativa con la de las mejores compañías familiares del sector de la Belleza Premium a escala mundial, nos ayudará a atraer y retener talento, y respaldará la estrategia de crecimiento de nuestro porfolio y nuestras marcas”, remató.
El día de la salida hizo hincapié en lo mismo, dando mucha importancia a pensar a largo plazo y con las luces largas puestas.
La primera jornada
Aquel día tuvo que hacerlo por necesidad, porque su primera jornada como compañía cotizada sucedió sin pena ni gloria. Puig debutó con sus acciones valoradas en 24,5 euros. Y el día terminó con sus acciones valoradas en esos mismos 24,5 euros.
“Cuando la bolsa sube, la gente está ansiosa de nuevos nombres y empresas, pero cuando hay momentos de turbulencia o recogimiento, en esos momentos nadie demandará acciones nuevas”, contextualiza el profesor y codirector del Máster Universitario en Finanzas y Banca de la UPF Barcelona School of Management, Xavier Brun, en relación con el momento elegido. En el caso concreto de Puig, además, la mayoría de inversores a los que atrajo aquel toque de campana fueron de estos que miran a largo plazo, de los que no buscan beneficio rápido.
Enseguida acudió, por ejemplo, Criteria (brazo inversor del grupo La Caixa), que se hizo con un 3,05% de su capital.
“Cuando se sale a bolsa, lo que se da es una horquilla de precios: si hay poca demanda, el precio va hacia la parte baja, pero Puig salió en la parte alta, señal evidente para aquellos inversores que buscaban beneficio rápido de que no lo encontrarían allí”, prosigue este profesor, que es, además, inversor de Puig y que añade al combo que esta compañía no juega en un sector en hipercrecimiento.
También es cierto que el hecho de salir en la horquilla alta de precios fue un elemento criticado por no pocos expertos bursátiles, que advirtieron que el hecho de exprimir cada euro en la opv dejaría sin recorrido al alza a las acciones, como así ha ocurrido. Otro dato más. Es verdad que la compañía es una de las favoritas para los analistas en cuanto a que advierten en ella un gran potencial de revalorización, pero también lo es que ese potencial sigue dejando los títulos por debajo del valor al que saltaron a cotizar. Otro indicador más de que no se estuvo acertado, al menos para los inversores, con el precio en la opv.
De hecho, desde entonces, este activo no ha hecho más que bajar. El mismo Brun lo relaciona con cuestiones como que Grifols –también gran empresa familiar catalana– estuviera en plena crisis bursátil, con que haya tenido que lidiar con la retirada de varios lotes de cosméticos marca Charlotte Tilbury o con algunos de sus indicadores financieros.
Deudas
La primera vez que la multinacional presentó resultados tras su debut bursátil, estos registraban un gasto extra de 130 millones de euros que no gustó a los accionistas. Eso pese a que, según defiende Brun, la mayoría correspondía al coste de la salida a bolsa.
Sin embargo, los resultados de 2024 no eran ni mucho menos malos. El margen bruto de explotación creció por encima del 11% y el ebitda algo más de un 12%. La deuda neta se redujo en 442 millones, hasta 1.068 millones, lo que refleja un moderado ratio de deuda sobre ebitda de 1,1 veces.
Y ahí el gran punto a favor de Puig. Su tamaño, así como que crece a buen ritmo, que lo hace ganando dinero y que está cumpliendo con todas las proyecciones ofrecidas a los inversores. El grupo facturó 4.790 millones de euros en 2024 (lo que significa que vendió casi un 11% más que en 2023) y ganó unos 550 millones de euros netos (otro 15% más). Y en los primeros cuatro meses de 2025 ha ocurrido lo mismo: 1.200 millones de euros de ingresos que implican mejorar en casi un 8% los volúmenes del año pasado, y la promesa de mantenerse en estos porcentajes cuando termine el año.
Un análisis de Bankinter señaló los tonos grises en todo esto. “El modelo de negocio, muy concentrado en la división de Perfumes, es más vulnerable que el de grupos de cosmética más diversificados como L’Oréal, líder del sector. Aunque los múltiplos de cotización son atractivos, no vemos una mejoría del sentimiento y catalizadores para una recuperación sostenida” de la cotización, señalaba la firma. Y añadía: “los objetivos para 2025 parecen ambiciosos en un entorno de desaceleración económica y deterioro de la confianza”.
El sector del lujo
Los dos docentes universitarios explican el porqué las acciones se mantienen en un precio bajo en un sector que Puig identifica como ‘premium beauty’ y el profesor Brun define como ‘lujo aspiracional’. Es un campo en el que también juegan L’Oréal, Estée Lauder, Interparfums… todas en caída libre en sus respectivos parqués.
“El ahorro postpandémico hizo aumentar mucho la demanda del lujo, así que las empresas subieron precios porque vieron que la gente se lo podía permitir, hasta el punto que la inflación en este mercado es del 100%”, apunta Brun. “A medida que se han ido agotando estas reservas, la gente ha decidido invertir ese dinero en un viaje o una buena cena, así que ese lujo aspiracional ha ido disminuyéndose”, prosigue el mismo. Esto ha ocurrido especialmente en Asia (con China como caso paradigmático), donde el parón económico del mercado en general ha sido mayor, lo que hace que la opulencia no quede demasiado bien. Estando, además, Estados Unidos en plena tormenta geopolítica y económica, esto se traduce en que dos de los grandes mercados para este sector se han visto tocados.
Este último país al otro lado del Atlántico centró buena parte de la conversación con inversores que organizó la compañía al presentar los resultados del primer trimestre. “En tiempos inciertos como los que vivimos –dejó claro Puig– nos beneficiamos de participar de una industria resiliente y con un amplio porfolio de marcas: nuestra cuenta de resultados tiene flexibilidad y nuestros experimentados equipos, herramientas que nos permiten ser ágiles y adaptables en estas situaciones”, sostuvo el empresario, que insistió en la fortaleza de sus marcas y en su habilidad de ganar consumidores.
Subidas a largo plazo
Es en parte por eso –coinciden estas dos voces– que lo más probable es que Puig revierta su situación en bolsa a la larga. “Este es en realidad el estilo de Puig: ir creciendo poco a poco desde el primer día. Es un valor que a la larga se levantará, lo que ocurre es que pueden pasar años”, apuesta el profesor de la UOC. “Si va presentando buenos resultados trimestre tras trimestre y va cumpliendo con lo que va diciendo, esto va a ser una bomba de presión, y habrá un momento que esto haga evidente que el precio es extremadamente bajo para lo que es Puig y la gente vaya como loca a comprar [lo que subiría el precio de la acción]”, UPF theorizes his teacher.
Preguntada por su propio balance de este primer año en bolsa, Puig ha declinado hacer comentarios al respecto y remite a lo que su presidente ejecutivo ha ido respondiendo sobre el asunto en actos públicos. En un evento en la escuela de negocios IESE dijo, el pasado otoño, que era demasiado pronto para valorar la decisión y que haría falta una década para determinar si había sido un buen o mal movimiento. Pese a eso, lo poco que se ha pronunciado el directivo ha sido para insistir en las razones que les empujó hacia la bolsa. “La disciplina, el rigor que te obliga pasar cuentas es un buen equilibrio del balance entre la familia a largo plazo y un mercado que, si tomas la decisión equivocada, levanta la bandera”, concluyó, en este mismo acto, Marc Puig.
Source: Informacion

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