El ruido de sables vuelve a atronar entre India y Pakistán, enemigos íntimos desde la Partición de la India en 1947. Ambos países se han enzarzado en una serie de medidas drásticas para reducir al mínimo sus relaciones diplomáticas y comerciales después de que 26 turistas indios fueran masacrados a balazos en la Cachemira controlada por Nueva Delhi, una región que ambas capitales se disputan desde hace décadas. El ataque, uno de los peores contra civiles indios en muchos años, fue reivindicado por un grupo desconocido, Resistencia Cachemira, pero el Gobierno de Narendra Modi no tardó en vincularlo con Pakistán, aunque sin aportar prueba alguna. Las medidas punitivas adoptadas por India incluyen la suspensión de un tratado para compartir el agua del Indo, un río vital para ambos países, lo que llevó a Islamabad a afirmar que cualquier movimiento para bloquear su cauce o redirigirlo se interpretará como “un acto de guerra”.
“India identificará, perseguirá y castigará a cada uno de los terroristas, sus instigadores y aquellos que los apoyan”, ha dicho el presidente Modi este jueves durante un acto público junto a sus seguidores. “Los perseguiremos hasta el fin del mundo”, añadió el ultranacionalista hindú. El ataque del martes se produjo en la pintoresca localidad de Pahalgam, en la región de los Himalayas, donde grupos de amigos, familias y parejas jóvenes fueron asesinados a sangre fría mientras disfrutaban del día. 26 personas murieron y otras 19 resultaron heridas, según Reuters. A raíz del ataque, el Gobierno indio cerró la única frontera terrestre operativa entre ambos países, revocó los visados concedidos a ciudadanos pakistanís, suspendió el tratado del agua del Indo y redujo a la mitad la presencia de diplomáticos pakistaníes en Delhi.
Islamabad describió las medidas como “irresponsables, políticamente motivadas y sin base legal” tras negar cualquier implicación en el ataque. Este jueves su Gobierno ha adoptado sus propias represalias. Ha suspendido todo el comercio con India, incluido desde terceros países, ha cerrado su espacio aéreo a las aerolíneas indias y ha cancelado los visados para sus ciudadanos.
Decadas de incidentes armados
Los ataques contra intereses indios en Cachemira, donde varios grupos armados buscan la independencia de la región o su integración en Pakistán, se han producido con cierta frecuencia a lo largo de las décadas, aunque la zona vivía bajo una relativa estabilidad desde finales de 2019. Aquel año un ataque suicida con un coche bomba mató a 40 soldados indios, lo que puso a ambas potencias nucleares al borde de la guerra.
La aviación india reaccionó bombardeando lo que describió como un campamento de militantes en territorio pakistaní, una acción respondida desde Pakistán con sus propios bombardeos aéreos, que abatieron un avión militar indio. Meses después Modi ordenó suspender la autonomía de la Cachemira india, una maniobra acompañada por un aumento de la militarización de la región y severas restricciones en las libertades civiles de su población. “Durante la última escalada, tanto India como Pakistán tuvieron suerte al bajarse de la escalera”, le ha dicho a ‘The New York Times’ el exministro pakistaní, Murtaza Solangi. “Esta vez estamos en un momento más peligroso. Un orden global fracturado y unos medios indios hiperventilados hacen que sea más difícil para Modi actuar de forma racional. Ambos países acabarán perdiendo si India no frena esta locura”.
Particularmente preocupante es la decisión de Nueva Delhi de suspender el tratado que ha servido para compartir las aguas del Indo y sus afluentes desde 1960. Ese tratado, auspiciado entonces por el Banco Mundial, había sobrevivido a las guerras de 1965 y 1971, así como a las escaramuzas fronterizas de 1999, pero su continuidad ha quedado ahora entredicho. Para Pakistán es vital, dado que el 90% de su agricultura depende de esas aguas, hasta el punto que el Gobierno pakistaní ha dicho este jueves que considerará cualquier perturbación significativa de los flujos del Indo como “un acto de guerra”.
Source: Informacion

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