Pride fighters

Un par de mujeres fuertes y enfrentadas. Distintas y unidas por el destino en esta íntima e intensa historia. Anhelan la verdad. Recuperar la dignidad perdida. Sienten la imperiosa necesidad de mantenerse en la cumbre. La estrategia de imponer y algunos entresijos de las clases altas tienen su razón de ser en la obra Malditos tacones, del veterano Ignacio Amestoy. La dramaturgia y la dirección de otra veterana, Magüi Mira, llevan la necesaria agilidad, así como la interpretación de las reconocidas Luisa Martín y Olivia Molina, de la famosa saga familiar, conforma la reunión y el duelo entre ambas. La rica empresaria y una joven y exitosa abogada. Madre e hija, respectivamente. Estereotipos de mujer y sus circunstancias existenciales. He ahí la contención y el dramatismo de la primera. O la versatilidad emocional de la segunda. Todo ocurre en la reducida plataforma giratoria y minimalista de Curt Allen y Leticia Gañán, ese instrumento escenográfico que nos ofrece atractivo y que puede simbolizar las vueltas que da la vida, diferentes puntos de vista o un tiovivo en el que no se llega a ninguna parte. El diseño de iluminación de José Manuel Guerra enriquece la escenificación construida con el diálogo y el modo narrativo cuando corresponde. La ruptura de las leyes teatrales clásicas y del diseño realista tiene sus raíces en un carácter teatral contemporáneo. Ellas viven los personajes y los muestran al mismo tiempo. Dos tendencias fusionadas para elevar el nivel de la puesta en escena y el interés con intrigas y un cierto talante melodramático o pasional. Así se establece una relación psicoanalítica con la mitología y la tragedia griegas. La temática del incesto y la rivalidad de estas orgullosas guerreras. Alejadas, combaten, se acercan… Pese a los avances de la mujer, están las dificultades en una sociedad controlada por hombres fundamentalmente. Y la intención de perpetuar el poder con algún heredero. El público fue testigo el pasado domingo en el Teatro Principal de Alicante.