A cozy novel

Dnespués de varias lecturas en las que los personajes no hacían más que sufrir y sufrir, en las que nunca encontraban la felicidad ni al final de la acción, ya que sus creadores/autores se empeñaban en que nadie fuera dichoso, demostrando con ello un sadismo que, como poco, se lo tenían que hacer mirar, pregunté en redes, en una comunidad de lectores, si alguien podía recomendarme una novela en la que la felicidad fuera la protagonista. Un amigo me sugirió, casi a vuelta de correo: «Lee La librería ambulante». Yo no la conocía, pero siempre me fio de quien debo, por lo que la busqué, la compré, la leí y, desde luego, afirmo ya que la recomendación fue más que acertada.

La librería ambulante (1917; Periférica, 2012), de Christopher Morley, comienza con una carta del propio autor en la que reconoce que el libro que presenta es fiel testimonio de lo que la protagonista, Helen McGuill, le contó directamente, por eso la narradora de la historia es ella. Enseguida conocemos a esta mujer, una granjera madura y ama de casa, algo entrada en carnes, soltera, que vive con su hermano, el cual ha publicado un libro con mucho éxito. Desde este comienzo se observa el estilo cercano del autor, caracterizado por el empleo de frases sencillas, bien ordenadas, todas ellas fruto de unas observaciones concretas de lo que le rodea, a las que añade interpretaciones certeras de lo que configura su propia vida. Una única acción mediante una linealidad temporal a lo largo de 15 secuencias de muy parecida extensión. Todo ello mediante un tono realista en el que el humor es parte fundamental del relato: «Yo estaba más preocupada por el ritmo al que ponían las gallinas que por el de los sonetos» (p.11); «El arte de hacer pan es un misterio tan trascendental como el arte de hacer sonetos» (p.67).

El escenario de la historia es Nueva Inglaterra en la segunda década del siglo XX, en un contexto rural en el que viven personas sencillas con anhelos simples, pero fundamentales, de felicidad. Esa vida cotidiana consiste en vivirla día a día y en disfrutar de las pequeñas cosas, siempre importantes. Por ello, la protagonista, harta de su hermano, decide embarcarse en la venta ambulante de libros mediante la compra de un carromato, el Parnaso, cuya misión no es otra que ir por las granjas vendiendo libros. Con esa compra y con la compañía del anterior dueño, el señor Mifflin, un apasionado de la lectura, sabio y casi filósofo descubrirá el poder de la literatura en las vidas de las personas. Pero, sobre todo, encontrará el amor.

Christopher Morley fue un periodista, reportero y columnista, que escribió novelas de mucho éxito de público y que, con el tiempo, se ha convertido en un autor de culto. Quizá su secreto esté en presentar de forma simple, y algo naif, las vidas de esas personas rurales y el dotar a las acciones, a los paisajes y a los personajes de un grado de idealidad en la que lo malo siempre es superado con creces por lo bueno. Y ahí la literatura es una herramienta importante tanto para el avance de un país: «Cualquiera que haga leer a la gente del campo cosas que valgan la pena estará prestando un gran servicio a la nación» (p.45); «Cuando más se adentra uno en el campo, menos y peores libros se ven» (p.80); como para el avance personal: «Ninguna criatura sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que esté en posesión de un buen libro» (p.63). Así que nos encontramos a la señorita McGuill con su carromato protagonizando esta «novela de carreteras» (mejor de caminos), de granja en granja y de pueblo en pueblo durante unos días. En cada parada, en cada venta de libros conocemos a personajes particulares, sus historias y parte de sus vidas y, sobre todo, el cómo la literatura les hace mejores personas.

Y ¿Por qué deberíais de leer esta novela? Pues además de porque su lectura es sencilla y honrada, porque te traslada a esos mundos en donde el alma humana es buena, y porque tiene un final muy de acorde con toda la peripecia narrada, en la que el poder evocador es uno de sus puntos fuertes. Un islote de tranquilidad para llevarte a tu casa.