En mis noches de insomnio escucho meditaciones. La aplicación que me permite seleccionar temáticas y duración es mi tabla de salvación, pero no es infalible. Cuando ya sé que no volveré a pegar ojo, hago lo que todos los especialistas en sueño del mundo desaconsejan: mirar el móvil. Tengo querencia por las listas de las noticias más leídas o de las palabras más buscadas. Es una manera de intuir hacia dónde va el mundo. Mis trasiegos nocturnos me muestran que, a la mayoría, y al margen del morbo y de los titulares escabrosos, nos importan cuestiones sencillas y cotidianas.
Lo relacionado con la vivienda es tendencia. Los precios altos, la falta de oferta, los timos, los desahucios o las infraviviendas. El psicólogo y experto en el ámbito de la discapacidad Robert Schalock dijo en una conferencia que las personas, independientemente de nuestra condición, necesitamos tres cosas para tener una vida más o menos plena. Una de ellas es tener un hogar. El espacio en el que decidimos quién entra y quién no, donde colocamos las fotos de las personas que nos importan o donde tenemos la libertad de dejar la toalla en el suelo, si nos apetece. Nuestras búsquedas lo corroboran.
A primera hora de la mañana, en vez de bucear en la información política y en lo que se debatió en el pleno del ayuntamiento, buscamos los resultados del sorteo de la lotería. Anhelamos que nos toque un buen pellizco para poder relajarnos y dejar de ir al supermercado compungidos y haciendo encajes de bolillos para comprar una botella de aceite de oliva, fruta, verdura fresca y algo de pescado sin morir en el intento. La dieta saludable sale tan cara que perjudica seriamente a la salud. Una incongruencia.
¿Nos interesan las estadísticas sobre el desempleo? Podría ser, pero nos interesan, sobre todo, las ofertas laborales y saber si tal o cual empresa abre procesos de selección masivos. Volviendo al profesor Schalock, otro de los componentes de la felicidad es sentirnos útiles y reconocidos a nivel laboral. Más allá de la necesidad básica de ingresar una nómina decente, el no va más es percibir que hacemos las cosas bien y que contribuimos a algo. Que nuestro trabajo tiene un sentido.
Podríamos pensar que nos pirramos por enterarnos de lo que sucede con Koldo y sus tejemanejes o que el adelanto de las elecciones catalanas es un temazo. Seguramente es así, pero preferimos consultar la previsión meteorológica y el horóscopo. Temáticas que son caballo ganador en cualquier buscador. Al igual que lo relacionado con restaurantes, series de televisión recién estrenadas o películas que acaban de ganar un Oscar. Puede que diga poco de nosotros o pueda que, simplemente, indique que somos seres que necesitamos evadirnos de todo aquello sobre lo que nos sentimos impotentes. Necesitamos socializar y relacionarnos de forma desenfadada.
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Hablando de evadirnos, estos días nos hemos vuelto locos investigando qué es eso de la pastilla que nos mantendrá en forma sin necesidad de ir al gimnasio y el año pasado buscamos exhaustivamente qué hacer para evitar que nos tocara estar en una mesa electoral. La comodidad también nos importa. Por cierto, el tercer punto que, según Schalock, induce a nuestro bienestar es sentirnos acompañados y tener amigos. Siempre es un buen día para ponerlo en práctica.
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