Desde que Elia empezó su relación con Antonio David M. B., dejó de ir a los eventos sociales que organizaban las personas de su entorno. Su pareja y quien sería su asesino no la dejaba. El día antes de la agresión mortal, Elia había decidido que este año sí que iba a asistir a la cena de Navidad que iban a celebrar sus compañeros de trabajo. “Al final no pudo ir porque la mataron”, aseveró durante su declaración judicial la encargada del supermercado de Torrevieja donde trabajaba la víctima. La Audiencia de Alicante enjuicia un crimen de violencia machista que sacudió a Torrevieja hace tres años. No solo por su brutalidad, sino porque sacó a la luz años de maltrato y control obsesivo.
María Elia sufrió una brutal paliza la noche del 17 al 18 de diciembre de 2021 por parte de su compañero sentimental. Sus compañeros de trabajo declararon este martes que la intención de la víctima de asistir a esa cena fue el detonante de la discusión que terminó con el brutal asesinato. En la segunda sesión del juicio, declararon personas del entorno de la víctima, vecinas y compañeros de trabajo.
El primer día, el acusado admitió el escrito de acusación en el que se relataba tanto el asesinato, como los continuos malos tratos y vejaciones. Una declaración escueta en la que no dio más explicaciones. Este martes fueron los compañeros de trabajo los que relataron lo que ellos podían percibir desde su ambiente laboral. Una jornada tensa en la que la encargada del supermercado increpó al acusado llamándole “asesino, hijo de puta“, mientras se lo llevaban al calabozo. En esta ocasión, el procesado no acudió a cara descubierta, como el primer día, sino que cubrió su rostro con una mascarilla.
Algunos de sus compañeros de trabajo recordaron en su declaración cómo la víctima se cubría la cara con una mascarilla un día de septiembre de 2021 en que tenía un labio partido. También fue vestida con un jersey, a pesar de que hacía un calor sofocante. Debajo de las mangas tenía marcas de moratones. Otra de las testigos incidió en que la propia mascarilla estaba manchada de la sangre que tenía en el labio. Los compañeros de trabajo relataron al tribunal que trataron de convencerla para que denunciara, pero ella les dijo que no podía por miedo a que su agresor le hiciera algo también a su padre y a su hermano.
Deterioro físico
[–>
“Cambió muchísimo desde que empezó a salir con él, de ser alguien muy sociable pasó a ser una persona triste que no salía”, declaró una compañera, que señaló que “ella era una persona reservada y no hablaba de lo que pasaba en su casa, pero era algo evidente”. “Para ella terminar de trabajar e irse a su casa era un suplicio“, aseveró. Un declive que llegó a manifestarse incluso a nivel físico, ya que, en sus últimos días, Elia estaba muy demacrada y pesaba unos 40 kilos de peso, según relataron sus compañeros.
Esos mismos testigos aseguraron que el acusado solía presentarse en el supermercado y que tuvieron que echarlo al menos en dos ocasiones. Unas visitas en las que se paseaba frente al local “con una mirada desafiante” y para controlar a su pareja. Una de estas compañeras señaló que un día descubrió que Elia la tenía bloqueada en Facebook y cuando le pidió explicaciones del porqué, le respondió que no había sido ella, y culpó de ello a su pareja que controlaba todos sus contactos. Otro de sus compañeros declaró que un día el procesado envió un mensaje a todos los contactos de la víctima desde el teléfono de esta que decía: “Hola soy Elia, he perdido todos contactos del móvil, ¿quién eres?”. El único fin era tener controlado a todos los que hablaban con ella. Este compañero aseguró que la víctima se le veía “cara de miedo” cada vez que le decían que si no denunciaba lo que estaba pasando en su casa, lo iban a hacer ellos.
Vecinas
[–>
En el juicio, también testificaron dos vecinas de la víctima, a quien conocían de toda la vida por haber vivido en la misma calle. Una de ellas, que residía en la casa contigua señaló que se oían golpes, portazos gritos e insultos. “Muchas noches teníamos que golpear en la pared para que bajaran el tono”, aseguró una de estas vecinas, que vivía pared con pared con la víctima. La misma noche del crimen tuvieron que llamarles la atención llamando al telefonillo de la casa para decirles que pararan. En ese momento, el ruido bajó de intensidad, pero no pudieron imaginar el horror de lo que estaba ocurriendo en la vivienda. “¿Y no pusieron estos hechos en contacto de la Guardia Civil?”, le preguntó la abogada a una de las vecinas para cuestionar su testimonio por el hecho de que no hubieran denunciado estos hechos. “Pues es un fallo que tuvimos, pero es que jamás esperamos que esto fuera a tener este desenlace”, dijo.
[–>
El juicio continuará este miércoles con las declaraciones de los guardias civiles que llevaron la investigación, así como los forenses y los informes de conclusiones de las partes. El jueves será el día del veredicto.
Subscribe to continue reading