“Una pesadilla” es la definición que Laura y Manu han dado este viernes a las puertas del hotel SH Palace de Valencia. Son dos de los 450 vecinos que perdieron sus casas en el edificio de Maestro Rodrigo. El fuego consumió dos bloques de viviendas en menos de una hora. Por el momento, hay entre 9 y 15 personas desaparecidas y la cifra de fallecidos se mantiene en cuatro personas.
Son vecinos, conocidos; también de Laura y Manu. Como ellos, muchos de los afectados están buscando a sus amigos y familiares. “Tenemos vecinos de los que no sabemos nada -, explican-. Hay gente llamando a sus hijos y no contestan“. Y añaden apesadumbrados: “Es una pesadilla”.
Ellos siguen sin creer lo que están viviendo. Han perdido su casa, su proyecto de vida. “No tenemos nada”, cuentan conmocionados. “No sabemos que vamos a hacer ahora”, añaden. En su caso, no tienen la losa de una hipoteca porque vivían de alquiler, desde hace tres años, en una de las viviendas calcinadas por el fuego. Ahora, cuando puedan estar un poco más tranquilos, harán “una pequeña lista de prioridades”.
Se fueron de casa con lo puesto. Sin DNI, el móvil y poco más; incluso, sin cargador para mantener el dispositivo encendido. No pudieron coger ni tarjetas de crédito, ni saben tampoco el estado de su vehículo en el garaje del edificio. El inicio de las llamas les pilló en casa. Él estaba trabajando, es entrenador deportivo; y ella, duchándose, después de su jornada laboral como maestra. Su vivienda se encontraba en el noveno piso. Al enterarse del incendio, cerraron todo, ventanas y puertas. Pudieron acceder a la escalera y, desde allí, bajaron a la calle a salvo de las llamas.
Así que han tenido que recurrir a la ayuda ofrecida por el Ayuntamiento de Valencia y, anoche, fueron alojados en una de las 20 habitaciones del hotel SH Palace, en la Alameda. Han intentado descansar, pero ha sido francamente difícil. “No hemos dormido apenas -, comentan-. Hemos estado dando vueltas por la habitación”. No son los únicos. Muchos de sus vecinos seguían pagando una hipoteca y, ahora, el fuego les ha dejado sin nada.