Actualmente, las pequeñas y medianas empresas desempeñan un papel clave en la transformación industrial y tecnológica. Verónica Tuirán, consultora en Amaltea, lo vive de primera mano: su labor consiste en acompañar a estas empresas para que reconozcan su potencial innovador, estructuren sus proyectos y accedan a ayudas públicas que les permitan crecer de forma sostenible. En esta entrevista, nos cuenta cómo lo hacen y por qué la I+D+i ya no es una opción, sino una necesidad estratégica para las pymes.
¿Cómo ha evolucionado el papel de las pymes en el ámbito de la innovación durante los últimos años?
Ha cambiado mucho. Las pymes han pasado de ver la innovación como algo exclusivo de grandes empresas o centros tecnológicos, a entender que ellas también pueden, y deben, innovar para seguir siendo competitivas y sostenibles. Lo interesante es que muchas ya lo están haciendo sin saberlo: cuando mejoran un proceso, desarrollan un producto nuevo o adaptan tecnología existente a nuevas legislaciones ambientales. Nuestro trabajo en Amaltea consiste en ayudarles a estructurar todo eso como un proyecto de I+D+i sólido y alineado con las oportunidades de financiación pública.
¿En qué tipo de ayudas estáis más especializados desde Amaltea?
Trabajamos principalmente con las ayudas a la I+D del IVACE +i y del CDTI. Son programas potentes, bien dotados y que permiten a las pymes abordar proyectos tecnológicos ambiciosos, desde investigación industrial, desarrollo experimental o validación de prototipos. Eso sí, son convocatorias exigentes que requieren experiencia para diseñar y justificar bien el proyecto. No basta con tener una buena idea: hay que saber ejecutarla y traducirla en un lenguaje técnico y estratégico.
¿Dónde suelen tener más dificultades las empresas a la hora de abordar este tipo de ayudas?
Muchas veces en el punto de partida. Les cuesta identificar qué parte de su actividad puede considerarse I+D+i. También les cuesta traducir lo que hacen al lenguaje de los programas de ayuda, que es técnico y estructurado. Ahí es donde entramos nosotros. Les ayudamos a aterrizar la idea, redactar una memoria rigurosa y planificar la ejecución. Pero, sobre todo, les damos una visión estratégica: la ayuda es un medio, no un fin. Lo importante es que ese proyecto encaje en su crecimiento como empresa.
¿Puedes compartir un caso de éxito reciente?
Claro. Acompañamos a una empresa del sector del plástico en el desarrollo de un nuevo compuesto a partir de material reciclado. El reto era técnico: conseguir propiedades similares al material virgen sin comprometer la calidad del producto final. Trabajamos con su equipo para estructurar el proyecto, definir fases de prueba y validar los resultados con ensayos funcionales y mecánicos. La ayuda obtenida permitió financiar prototipos, reformular mezclas y adaptar parte del proceso productivo. Hoy la empresa ya incorpora ese nuevo material en varias líneas y ha abierto una vía de negocio vinculada a la sostenibilidad. Es un ejemplo claro de cómo una ayuda bien gestionada puede activar un cambio estructural.
¿Qué os motiva a seguir en esta línea?
La satisfacción de ver cómo una pyme gana confianza en su capacidad innovadora y empieza a plantearse retos más ambiciosos. En Amaltea creemos en esa «innovación invisible» que ocurre en el día a día, y que muchas veces solo necesita una guía adecuada para convertirse en un proyecto estratégico. Es un trabajo técnico, sí, pero también muy humano y enmarcado en la sostenibilidad.
Source: Informacion
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