“Crearemos un nuevo Consejo de Defensa (franco-alemán) que impulse las inversiones y el rearme“, aseguró el presidente francés, Emmanuel Macron, ante el recién elegido canciller alemán, Friedrich Merz. “Los europeos no podemos prescindir de Estados Unidos. Pero está claro que debemos aumentar nuestro gasto en defensa. Y eso es lo que vamos a hacer”, añadió Merz este miércoles desde París, menos de 24 horas después de asumir el cargo. Las prioridades compartidas son, en palabras del líder francés, “la soberanía, la política de seguridad y la competitividad europeas”.
Más allá de esta esperada o previsible declaración de intereses, Merz no dio pistas claras sobre sus planes inmediatos, especialmente en lo que se refiere a Ucrania. Alemania está dispuesta a “implicarse” en el control de un alto el fuego entre Rusia y Ucrania, en caso de que se consiga, aseguró. Pero para plantearse la participación de sus soldados en una misión en territorio ucraniano debe producirse una “tregua duradera“, algo que depende fundamentalmente, añadió, de la voluntad de Rusia de poner fin conflicto.
Soberanía europea anclada la OTAN
El compromiso con Ucrania, la necesidad de avanzar hacia una “soberanía defensiva de Europa”, sin desvincularse de la OTAN y el compromiso de París y Berlín de aumentar su gasto en defensa fueron los ejes del primer encuentro entre ambos líderes. Pero ni la presencia de Macron logró sacar a Merz de su indefinición en torno al envío a Ucrania de los misiles de largo alcance Taurus que anhela Kiev. El canciller, que en su campaña electoral criticó el rechazo a esos suministros de su antecesor, Olaf Scholz, pasó a una actitud ambigua tras su victoria y mientras negociaba la coalición entre su bloque conservador y los socialdemócratas. Un día después de su llegada al poder, no concretó nada al respecto.
Sí avanzó su propósito es mantener “pronto” una conversación telefónica con el presidente Donald Trump, así como de viajar “próximamente” a Ucrania. No prevé, sin embargo, un primer encuentro personal con el presidente de EEUU hasta la cumbre de la OTAN en La Haya, que tendrá lugar a finales de junio.
Macron y Merz plasmaron en París el propósito de revitalizar su eje, tras la falta de química que caracterizó la relación entre Scholz y Macron y los disensos respecto a Ucrania. El ya excanciller representó la línea del compromiso y la solidaridad hacia Ucrania, trasladada a lo real en el hecho de que Alemania ha sido el mayor contribuyente de la UE a la ayuda militar a Kiev. Pero su lentitud en la toma de decisiones hizo que se viera a Berlín como un lastre frente al dinamismo galo.
Que el nuevo Gobierno haya heredado de la coalición de Scholz a un único superviviente, el ministro de Defensa, Boris Pistorius, no dificulta el nuevo arranque, sino al contrario. Pistorius fue ya en la anterior legislatura un factor dinamizador que compensaba algo el anquilosamiento de Scholz.
Advertencias a EEUU
Merz enfatizó una y otra vez ante Macron que Europa no puede renunciar al poderoso aliado transatlántico. Pero en lo doméstico había dejado claro ya la víspera que no tolerará provocaciones del entorno de Trump y, más concretamente, apoyos a la ultraderecha alemana. En su primera entrevista ante la televisión pública ZDF, pocas horas después de su elección como canciller, marcó las distancias respecto a Washington en cuestiones de política nacional.
“Me gustaría invitar y animar al Gobierno de Estados Unidos a no incidir en la política interna alemana y a inhibirse de comentarios sobre sus partidos políticos”, afirmó Merz. La alusión se dirigía tanto al apoyo expreso del vicepresidente J.D. Vance a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como al comentario del secretario de Estado, Marco Rubio, que calificó de “tiranía” el informe de los servicios secretos germanos calificando a ese partido de “extremista”.
El hueso migratorio
La visita a París como primer destino en el exterior de un canciller electo forma parte del protocolo alemán. La siguiente estación obligada es Varsovia, y a ser posible en la misma jornada, inmediatamente después de pasar por París.
En Varsovia se esperaba a Merz con las armas algo más afiladas que en Francia. El primer ministro, Donald Tusk, ha advertido que no aceptará el propósito alemán de practicar las devoluciones en caliente o de incrementar los controles fronterizos. Merz convirtió ese plan en caballo de batalla de su campaña electoral. Es parte inherente a su compromiso electoral de reducir la llegada de inmigración irregular y de acelerar las deportaciones de los que están en el país a la espera de ser expulsados. Tras su victoria en las urnas empezó a relativizar sus planes sobre las expulsiones en caliente al explicitar que se implementaría “en consenso” con sus socios europeos.
Por el momento es difícil que consiga de Polonia un acuerdo bilateral parecido al existente entre Francia y España, al que suele aludir como modelo a seguir entre Alemania y Polonia. El liberal Tusk aspira a una victoria en las próximas elecciones presidenciales de su correligionario, el alcalde de Varsovia Rafal Trzaskoswki. Es su gran apuesta para acabar con la compleja etapa de cohabitación de su europeísta Plataforma Cívica con el ultranacionalista partido Ley y Justicia (PiS), representado por el presidente Andrzej Duda. La nueva jefatura del Estado se decidirá entre la primera vuelta de las presidenciales, el 18 mayo, y la previsible ronda de desempate, el 1 de junio. El candidato liberal aventaja ligeramente en las encuestas al aspirante que respalda el PiS, Karol Nawrocki. En materia migratoria, la posición de los liberales polacos es casi tan dura como la de las formaciones ultraderechistas del país. Al menos por el momento, no le interesan los acercamientos o concesiones a Alemania.
Source: Informacion

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