En noviembre pasado, poco antes de las abortadas elecciones presidenciales en Rumanía, alrededor de un centenar de influencers locales fueron contratados por una oscura plataforma denominada FameUp para difundir, en sus cuentas de Tik Tok, vídeos que describieran las cualidades que desearían ver en el nuevo jefe del Estado: “estabilidad”, “progreso” “patriotismo”. Y aunque los mensajes posteados no incluían el nombre de Calin Georgescu, el hasta entonces desconocido candidato eurófobo, ultraderechista y prorruso que acabó dando la campanada y ganando la primera vuelta de los comicios, aquellos tiktokeros desconocedores de dónde venían los fondos que pagaban sus servicios, inmediatamente constataron que un enjambre de cuentas, que luego demostraron ser falsas, respondían a sus publicaciones mencionando al polémico aspirante en cuestión. incrementando su visibilidad en las redes sociales e impulsando sus posibilidades de victoria.
Han transcurrido poco más de cinco meses de aquellos acontecimientos. En este periodo, Rumanía, un estratégico Estado balcánico fronterizo con Ucrania, que alberga en su territorio, concretamente cerca de la ciudad de Constanza, la base militar Mihail Cogalniceanu, la instalación de mayores dimensiones de la OTAN, se ha sumido en una profunda crisis constitucional: La segunda vuelta de los comicios fue suspendida por el Tribunal Constitucional, ante la necesidad de garantizar “la corrección y la legalidad” del proceso electoral, después de que los servicios de inteligencia locales desvelaran la existencia de “agresivos ataques híbridos rusos”, en referencia a lo sucedido en la red Tik Tok. Por su parte, Georgescu, entre protestas de sus simpatizantes, fue detenido en febrero, acusado de seis delitos y vetado como candidato en la repetición de los comicios, prevista precisamente para este fin de semana. Cerca de 18 millones de electores están convocados a las urnas este domingo en Rumanía, en una polémica duplicación electoral en la que el Estado balcánico se juega su credibilidad, tanto frente a sus propios ciudadanos como en el exterior.
Ioana, una rumana residente en España que prefiere no revelar su verdadero nombre, no podía creer que aquel personaje conspiranoico, que antaño aseguraba que el centro mundial de la energía se hallaba “en los Cárpatos” y del que se burlaba con sus amigos, pudiera ser el ganador de la primera vuelta de los comicios. “¿Es el mismo tipo de esos vídeos?”, les preguntó. La anulación de la primera vuelta y las acusaciones presentadas por la justicia rumana contra el triunfador de los comicios no solo no han calmado las procelosas aguas de la política rumana, sino que todo lo contrario. Han agravado la crisis. Y es que ante el fenómeno Georgescu, “las autoridades no actuaron de forma adecuada”, critica Radu Magdin, presidente de Smartlink Communications y comentarista político de Rumanía. Según su valoración, el ultraderechista podría haber sido encausado “de forma mucho más clara” por financiación ilegal de su campaña, en lugar de tentativa de revertir el orden constitucional como finalmente lo ha sido.
Restaurar la reputación
Para este analista, la prioridad del nuevo jefe del Estado, sea quien sea, consistirá en restaurar “la reputación” de los procesos electorales para evitar que el nombre del país balcánico sea empleado por personajes como el vicepresidente estadounidense J. D. Vance para atacar la credibilidad de la democracia en Europa. “Si su democracia puede ser destruida por unos simples 100.000 dólares en publicidad digital de un país extranjero, entonces, para empezar, es que no era muy fuerte”, arremetió el político norteamericano en un criticado discurso pronunciado durante la celebración de la conferencia anual sobre seguridad en Múnich el pasado febrero.
Todos los observadores dan por sentado que el nombre del nuevo jefe del Estado se dirimirá el próximo 18 de mayo, cuando se celebre la segunda vuelta de los comicios, ya que ningún aspirante logrará la mayoría cualificada necesaria para ser elegido en primera instancia este domingo. Casi inevitablemente en esta liza electoral se hallará el ultranacionalista George Simión, a quien los sondeos conceden un 30% de los votos, recibiendo incluso el apoyo del prohibido y encausado Georgescu, materializado de forma visual. “Han aparecido juntos en una fotografía durante la Pascua”, recuerda Magdin. La segunda posición que daría acceso a la ronda final presidencial se la disputarán, según las encuestas, Nicusor Dan, alcalde de Bucarest y candidato de los sectores reformistas de la sociedad, y Crin Antonescu, respaldado por la coalición de Gobierno formada por socialistas, liberales y húngaros. “No hay candidatos que me gusten”, critica Ioana, quien destaca además que el auge de la ultraderecha en Rumanía viene impulsado sobre todo por la diáspora en el extranjero: “Son gente que se siente excluida del país”.
Los socios europeos de Rumanía tienen sus ojos colocados en la personalidad e ideas de Simión, en caso de que se cumplan los pronósticos electorales y se convierta en el nuevo presidente rumano. Pese a su ideología rupturista y antisistema, el líder de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), en palabras de Magdin, ha experimentado en los últimos años un proceso de·”melonización”, en referencia a primera ministra italiana Giorgia Meloni, quien pese a su ideología ultraconservadora ha establecido una constructiva relación de trabajo con Bruselas. Caso de que Simión se convierta en presidente, augura el analista, “deberá establecer una relación civilizada con Ursula von der Leyen, al igual que Meloni, porque los rumanos necesitamos dinero de Bruselas y comprensión hacia nuestro déficit”.
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Source: Informacion

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