El martes, cuando se daba un baño de fervor MAGA en Míchigan en un mitin exaltado y triunfalista para marcar los 100 días de mandato, varios de los grandes carteles y pancartas preparados por el equipo del republicano escribían blanco sobre negro una de sus frases y promesas fetiche: que con su segunda presidencia Estados Unidos entra en “una nueva era dorada”.
El propio presidente, con sus grandilocuencias y exageraciones habituales, usaba parte de sus 90 minutos para hacer un retrato idílico de una economía boyante. Unas horas después, este miércoles, los datos del PIB recordaban que no es oro todo lo que el dice que reluce, devolvían a la realidad y obligaban a reducir la euforia, aunque Trump siguiera negándose a ello.
En el primer trimestre del año la economía estadounidense se contrajo un 0.3% interanual. Ese dato negativo, la primera contracción en tres años, y un choque especialmente impactante después de que 2024 se cerrara con un crecimiento trimestral del 2,4%, se explica por la reacción a las políticas que el republicano ha puesto en marcha con agresividad en el arranque de su segundo mandato, especialmente la guerra comercial.
Esa estrategia arancelaria marcada por un enfrentamiento feroz con China pero también con socios como México y Canadá y con un gravamen global del 10% a las importaciones mientras trata de negociar bajo amenazas acuerdos individuales con países ha llevado a empresas estadounidenses a disparar de forma dramática sus compras de importaciones para tratar de adelantarse a los costes elevados por los aranceles de Trump. A la par se han producido un descenso en el gasto del gobierno y un freno en el gasto de los consumidores, cuya confianza está cayendo ostensiblemente. Y el cocktail ha frenado, en seco, el crecimiento.
Minimizar el golpe
Trump ha tratado de restar trascendencia a datos que un día más, y como tantas otras veces en estas primeras 15 semanas de mandato marcadas por volatilidad e incertidumbre, han provocado caídas en las bolsas.
Lo ha hecho primero por la mañana en un mensaje en Truth Social, donde ha escrito que “este es el mercado de Biden”. “Los aranceles pronto entrarán en vigor, las compañías están empezando a instalarse en EEUU en cifras récord, nuestro país vivirá un boom, pero tenemos que deshacernos del “lastre” de Biden. Esto llevará un tiempo, no tiene nada que ver con los aranceles, solo que nos dejó con malos números, pero cuando empiece el boom será como ningún otro”, ha escrito en su red social, antes de terminar el mensaje, en mayúsculas, urgiendo a los ciudadanos:“¡SEAN PACIENTES!”
Luego, en declaraciones a la prensa tras una reunión de gabinete, el presidente ha insistido en que recibió como “herencia un desastre, una mala situación” del demócrata, al que sigue atacando con intensa ferocidad, como demostró también en el mitin del martes en Warren. Y en esa intervención volvió a dar datos falsos sobre los precios y la inflación en su arranque de mandato y volvió también a atacar a Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, sin citarlo por nombre pero diciendo que “realmente no está haciendo un buen trabajo” y asegurando: “Sé mucho más de tipos de interés que él”.
Hay momentos, en cualquier caso, en que Trump baja la guardia, siquiera por breves segundos. Y son ocasiones muy inusuales pero que se dan, como también ha sucedido ante la prensa este miércoles cuando ha reconocido que su estrategia de aranceles y el recrudecido enfrentamiento comercial con China puede tener un impacto en las cadenas de suministro y en los precios que pagan los consumidores estadounidenses. “Bueno, quizá las niñas deberán tener dos muñecas en vez de 30, y quizá las dos muñecas costarán un par de dólares más de lo que costarían normalmente”, ha dicho.
Un golpe de fondo
Es cierto que bajo la capa superficial negativa de los datos conocidos este miércoles hay algunas corrientes positivas de crecimiento. Aun así, es difícil encontrar economistas que piensen que ese fondo va a aguantar dada la política comercial de Trump.
Kathy Bostjancic, economista jefa de la aseguradora Nationwide citada por ‘The New York Times’, avisaba de que una vez que los aranceles entren en vigor habrá “una economía más lenta y el mercado laboral se ralentizará. Las contrataciones ya se han estancado y esperamos que la tasa de paro empiece a subir”, valoraba.
Chris Rupkey, economista jefe de Fwdbonds, escribía por su parte en una nota a sus clientes que “el crecimiento simplemente se ha desvanecido” y aunque reconocía que “quizá algo de la negatividad de los últimos datos se debe a una prisa por hacerse con importaciones”, también decía: “No hay manera de que los asesores políticos endulcen esto”.
Eso no quiere decir que algunos no lo hayan intentado. Pete Navarro, uno de los mayores ideólogos y aliados del presidente en la estrategia comercial, han tratado de minimizar el golpe de los números de contracción. De hecho, Navarro ha llegado a decir que los datos “deberían ser buenas noticias para EEUU”.
No lo son, de momento, y desde luego no lo son para Trump. Y como ya muestran las encuestas cada vez más ciudadanos están descontentos o preocupados con su gestión económica, un elemento que fue trascendental para su victoria electoral y que es un capital político para él que, como el PIB, se contrae.
Source: Informacion

James Sean is a writer for “Social Bites”. He covers a wide range of topics, bringing the latest news and developments to his readers. With a keen sense of what’s important and a passion for writing, James delivers unique and insightful articles that keep his readers informed and engaged.