“We are vetolated in all regions directed by Vox”

Comenzaron homenajeando en directo a los grupos que admiraban, recreando canciones de bandas míticas como La Gossa Sorda, Aspencat, Obrint Pas o Txarango. Con el tiempo, esas formaciones les han cedido el testigo y, hoy en día, lideran una escena musical interpretada íntegramente en valenciano. La Fúmiga inicia en 2025 su gira L’estiu d’Austràlia, que los llevará por los grandes festivales y fiestas mayores del País Valencià y Cataluña. Entre sus paradas, destaca su actuación el viernes 28 de marzo en el Parque Canyar de les Portelles de Mutxamel, dentro de la programación de Primavera al Parc. Junto a ellos, actuarán también los alicantinos Sandra Monfort y Quinto.

Para reflexionar sobre la evolución de esta banda valenciana, que pasó de estar en letra pequeña en los festivales a convertirse en el gran reclamo de los mismos, Artur Martínez atiende una larga llamada telefónica en la que se debate sobre las exigencias de las bandas que cantan en valenciano, su estado actual y la necesidad de “bajar al sur” para defender una lengua “que no recibe apoyo de las instituciones” y que, hoy en día, parece estar aún más en peligro.

Han pasado de homenajear a sus referentes en directo a liderar la escena de la música en valenciano. ¿Cómo han vivido desde dentro esta evolución?

Nosotros seguimos siendo los mismos fans de esos grupos que admirábamos. Parece que, cuando un grupo se hace relativamente grande, ya no puede seguir siendo parte de ese público que espera los lanzamientos y los conciertos de las bandas que sigue. Siempre hemos apostado por la virtud de ser personas normales que viven la música con la trascendencia justa, y preferimos que esa importancia nos la dé el propio público y los hechos. De hecho, seguimos manteniendo nuestras vidas de antes. Somos conscientes de lo que pasa con nuestras canciones, pero seguimos apoyando que surjan nuevos proyectos musicales con la misma línea narrativa, y que esto no se detenga.

El grueso de los grupos que hicieron grande esta escena ha ido desapareciendo progresivamente. ¿Es difícil mantener un proyecto de estas características?

Digamos que hay muy poco espacio en un sector musical, que no me gusta llamar precario, pero que es muy frágil para mantener las condiciones laborales de todo el mundo. Hay poco espacio porque hay poca oferta, y es bastante complicado que los grupos se mantengan y que hagan de ello su sustento. Estaría muy bien que poco a poco se fuera corrigiendo, y si le sumas los sacrificios propios de dedicarse a la música, como estar siempre fuera de casa o la sensación de inestabilidad que genera, llega un momento en el que no sabes si apostar todo por ello, aunque sea algo muy emocional y pasional, o si guardarte las espaldas.

¿Y ustedes qué hicieron?

Nosotros siempre nos hemos guardado las espaldas, pero somos de esos pocos grupos a los que les ha ido muy bien y que podrían vivir de ello. Aun así, no hemos abandonado nuestra vida anterior y seguimos con nuestros trabajos mientras intentamos hacer música.

¿Por qué?

Quizás por miedo. Vemos con perspectiva lo que les ha pasado a otros compañeros y no queremos pasar por lo mismo. Ojalá algún día las nuevas generaciones sientan que dedicarse a la música es su camino. De momento, nosotros no hemos dado ese paso porque nos da mucho respeto.

Actualmente son los líderes de una escena. ¿Genera desgaste que todos quieran contar con La Fúmiga?

Eso es una suerte para un músico. Es la suerte de saber que, antes de empezar la gira, tu calendario se va a llenar. El desgaste sería para quienes no disfruten tanto del directo, pero no es nuestro caso. Venimos de tocar en la calle cuando éramos una formación de charanga, y tocar es lo que nos llena de vida. El desgaste nos podría llegar por el tiempo que pasamos fuera de casa, no por la cantidad de conciertos. A nivel emocional, el beneficio es mucho mayor que el riesgo.

¿Y su público puede notar ese desgaste al asistir a tantos conciertos?

Para nosotros es vital ver que cada gira es diferente a la anterior. Son giras bastante numerosas, y tanto el público como nosotros podemos acabar cansándonos. Para nosotros es importante no saber qué canción vendrá después, estar siempre en tensión, sentir que no estamos completamente seguros de todo y, sobre todo, que un concierto no se vuelva monótono. El público se merece que lo que vivió en julio del año pasado no sea lo mismo que vivirá en julio de este año. Es una iniciativa propia, pero que también repercute en nuestros seguidores. Y debo decir que, dentro de una misma gira, cada concierto es diferente al anterior por el entorno, la compañía o el momento concreto.

Y esa evolución también se ha visto en la profesionalización de su música. Ya no son los mismos que cantaban Karrasketon

Me alegra mucho escuchar esa percepción porque es la misma que tenemos nosotros. No por una cuestión de dar volantazos, sino por una cuestión de aprendizaje. Nosotros nunca nos habíamos metido en un estudio, nunca habíamos hecho canciones… Todo el mundo necesita ese proceso de aprendizaje para llegar a donde quiere llegar. Nuestro tercer disco (Tot està per fer) es la culminación de aquello a lo que queríamos sonar sin saberlo. Pero sin Espremedors y Fotosíntesi, llegar aquí hubiese sido imposible.

Y de forma autogestionada.

Por supuesto. Sentimos que, por primera vez, esta banda es capaz de presentar un producto que nada tiene que envidiar a grandes proyectos inflados por discográficas y radios. Hemos aprendido a hacer música a lo largo de estos años, porque no es sencillo hacer pop con nuestra cultura de vientos y metales.

Hay gente que les recrimina que no se meten mucho en política. ¿Están de acuerdo con eso?

Lo primero es que parece que, por el hecho de hacer música en valenciano, ya tienes que estar ligado a un tipo de mensaje. En nuestro caso, cualquiera que haya venido a nuestros conciertos sabe que tenemos un mensaje muy marcado, con el contenido implícito en cada una de las canciones. Cuando hacíamos Espremedors, hablábamos de cómo se entendía actualmente el amor, unas formas de pensar con las que no estábamos de acuerdo. Cuando cantamos El preparat, nos posicionamos en contra de lo que representa la monarquía, trabajándolo desde la ironía y el sarcasmo. Nuestro lenguaje utiliza la música como vehículo, sin necesidad de decir las cosas de manera explícita. Hay que saber leer entre líneas y entender lo que se está diciendo. Aún así, la música es música, y cada uno la interpreta de manera diferente. Nos hace muchísima ilusión que a los niños y niñas de todos los coles del País Valencià se les enseñen valores a través de nuestra música. Para mí, eso también es hacer política.

¿Agobia tener constantemente el foco en lo que dicen o dejan de decir?

Molesta que en los proyectos cantados en castellano no se analice nada de lo que dicen, porque básicamente no dicen nada; pero a nosotros, que ponemos la cara y el cuerpo, nos exponemos y somos capaces de aguantar barbaridades de la “fachosfera” por todos lados (y eso es algo que he vivido en mis propias carnes), nos critique gente a la que no le parece suficiente lo que hacemos. Es difícil pensar que estamos vetados en todas las localidades donde gobierna Vox, pero a la vez, alguien diga que nosotros no tenemos ningún tipo de mensaje. Tal vez tengamos demasiados, y si quisiéramos que nos fuera mejor, probablemente no tendríamos tantos.

¿Usar el valenciano es un acto político?

Nosotros siempre decimos que el valenciano lo tiene que usar quien quiera. Lo que sí que estaría muy bien es que desde las instituciones se promocionara sabiendo que es una lengua que sigue en peligro, y cada día más. O, al menos, bastaría con no hacer políticas en contra, como las que se están haciendo ahora. Nosotros, en cuanto al discurso lingüístico, seremos el grupo que más ha llevado hasta arriba esta defensa.

¿Es especial bajar al sur para pregonar su música?

Sí, y tanto. Además, priorizamos mil veces bajar al sur que ir a un lugar donde sabemos que todo está hecho. Siempre hemos pensado que en el sur, sobre todo a nivel lingüístico, quedaba mucho por hacer, y había que demostrar que en el sur también se quiere una lengua que es suya, tanto como la de Castellón o Valencia. Así que siempre nos hemos obligado a priorizar que el sur sea parte de todo esto. Y el público recibe la propuesta. Hemos tenido conciertos con 1.500 personas cantando en su lengua, y eso es una de las cosas más bonitas que nos ha pasado. Hacemos todo lo posible por vertebrar nuestra tierra de norte a sur y de este a oeste.

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Source: Informacion

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