Lo que se ha vivido esta semana en el PSOE de Alicante, con un capítulo más del enfrentamiento que arrastran la agrupación local, controlada por Ángel Franco, y el grupo municipal, que encabeza Ana Barceló, no es nada nuevo para los socialistas alicantinos. Las hostilidades y el conflicto entre el partido y el grupo en el Ayuntamiento han sido una contante en las últimas décadas, en todo lo que va de siglo XXI. El PSOE vivió el martes una ejecutiva bronca, cargada de reproches, que desembocó en que un día después Barceló exigiera la dimisión del secretario local, Miguel Millana, uno de los hombres de Franco. Que la portavoz municipal hiciera pública su petición le valió la reprimenda por parte de la ejecutiva del PSPV de Diana Morant.
Muchas voces dentro del socialismo coinciden a la hora de señalar que el denominador común del conflicto permanente entre el partido y el grupo municipal se encuentra en torno a la figura de Franco, el veterano dirigente que mueve desde hace décadas los hilos de la agrupación local, aunque hace años que no figure con cargo a nivel local y él mismo bromee diciendo que es un «militante de base», un apelativo con cuño de Ana Barceló. De hecho, Franco dejó de ser el secretario general de la agrupación de Alicante en 2004, cuando le cogió el relevo uno de los muchos delfines que ha tenido en estos tiempos, Juan Antonio Román. Las crónicas de la época ya contaban que el exsenador se apartaba de la primera línea política, algo que nunca se ha producido y que los que le conocen de cerca aseguran que no hará nunca.
Desde el PSPV se ha visto con buenos ojos el poder del veterano dirigente, que se ha mostrado leal al poder
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Otro de los factores que ha dado pie a esta situación es que desde Valencia casi siempre se ha visto con buenos ojos que Franco concentrara un notable poder en Alicante, sobre todo cuando se ha tenido que recurrir a su granero de votos en los distintos congresos que ha ido celebrando el PSPV, una situación que se ha vivido, por ejemplo, con Joan Lerma, con Ximo Puig o, en la actualidad, con Morant. Por eso no ha sorprendido que esta semana el secretario de Organización del PSPV, Vicent Mascarell, haya defendido el trabajo de Franco y haya manifestado que va a permanecer en la ejecutiva nacional los próximos años. En círculos del socialismo alicantino se sostiene que una de las fórmulas que se ha intentando poner en marcha para laminar el control del veterano dirigente ha sido la de dividir la agrupación de Alicante por distritos, al igual que ocurre en València, algo que se ha impedido desde la dirección nacional porque siempre se ha visto con buenos ojos que Franco se mantenga fiel al poder establecido.
El conflicto que se vive ahora entre Franco y Barceló tiene su origen en el momento en el que la exconsellera apareció en la escena política local para ser la candidata a la Alcaldía en las elecciones del 28 de mayo del pasado año, en un proceso en el que tuvo que imponerse en las primarias a María José Adsuar tras ser ungida por Puig. Este patrón, el de la disputa entre la agrupación local y el grupo del Ayuntamiento, ha sido más o menos el mismo que el se ha vivido en las últimas décadas con los anteriores portavoces municipales. Una causa de debilidad para los alcaldables que ha ido presentando el PSOE en las últimas décadas es que ninguno, salvo otro de los delfines de Franco, Gabriel Echávarri, ha compaginado el hecho de ser aspirante a la Alcaldía con el de ser secretario general de los socialistas alicantinos.
Las turbulencias vividas en estos años también han contado con dos gestoras, con García Miralles y Luna
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En lo que va de siglo XXI ha habido cinco secretarios generales. Tras Franco y Román aparecen Roque Moreno, Echávarri y Millana. Las turbulencias de este tiempo también han dado para que haya dos periodos con una gestora al frente del partido. La primera estuvo presidida por el veterano dirigente Antonio García Miralles, mientras que en la segunda el presidente fue el que previamente había sido alcalde de Alicante Ángel Luna. La primera de las gestoras, la de García Miralles, se dio por derivadas del Plan Rabasa. Llegó después de que Franco forzara la dimisión de Román por su oposición al proyecto urbanístico. La segunda, la que tuvo a Luna al frente, se produjo después de las escuchas que desvelaron que Moreno había pedido trabajo al empresario Enrique Ortiz para dos conocidos. Esta situación, según una de las crónicas publicadas por INFORMACIÓN en aquel momento, mostraba a una agrupación local «en permanente tensión, anémica y en estado de depresión», una radiografía que muchos socialistas alicantinos consideran que no ha cambiado un ápice y que lo único que hace es despejar el camino para que el PP tenga el control del Ayuntamiento.
En cuanto a los candidatos a la Alcaldía que ha presentado el PSOE, en 2003 la lista fue encabezada por Blas Bernal, en 2007 por Etelvina Andreu, en 2011 por Elena Martín, en 2015 por Echávarri, en 2019 por Francesc Sanguino y el año pasado por Barceló. De todos ellos, el único que logró la vara de mando fue Echávarri, que se midió contra un PP acosado por supuestos casos de corrupción, y que tuvo que dimitir casi tres años después por problemas judiciales. Todos estos candidatos han mantenido, salvo pequeños periodos de tregua, una relación muy complicada con la agrupación de Franco, al que se ha venido acusando estos años de ser experto en ganar asambleas y perder elecciones.
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Por tanto, la lucha entre partido y grupo municipal vista esta semana no es nueva y ha provocado intentos fallidos, o no, de cambiar al portavoz en el Ayuntamiento. El tiempo dirá quién gana este pulso.
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Source: Informacion

Emma Matthew is a political analyst for “Social Bites”. With a keen understanding of the inner workings of government and a passion for politics, she provides insightful and informative coverage of the latest political developments.