Qué vigorizante fue ver el pequeño parlamento de Demi Moore al recoger el globo de Oro por su interpretación en ‘La sustancia‘. Dejó patente su agradecimiento e incredulidad y se acordó de un productor que le dijo que ella era una actriz palomitera, y que nunca haría otra cosa que películas comerciales. “Y yo me lo creí”, relató. Un productor la minusvaloró por hacerle ganar pasta gansa, qué paradoja, debía ser un fanático encubierto del arte y ensayo. Cuarenta y cinco años ha esperado la intérprete de 62 para reivindicarse con un premio de prestigio y sacudirse la etiqueta. Tenía la fama y el dinero, pero no la gloria ni el respeto. Así de cruel es el cine. Una estrella puede lograr el favor del público, protagonizar escenas que hacen historia popular, ser parte fundamental de una industria que alimenta a mucha gente, copar las revistas e inauguraciones o ser imagen de las firmas de moda más prestigiosas, pero a la vez vivir con la autoestima mermada porque nadie espera de ella algo de auténtica calidad. Demi Moore encasillada en el papel de mediocre. Icono de las últimas décadas del siglo pasado por títulos como ‘Ghost’, taquillazo de 1990, ‘Una proposición indecente’ o ‘La teniente O’Neil’, copó titulares por firmar una suma millonaria a cambio de su participación en la horrorosa ‘Striptease’. Esa película le valió un premio Razzie (el anti Oscar) y un apodo vejatorio, ‘Gimme More’ (‘Dame más’), en alusión a sus elevadas pretensiones económicas. Una adelantada a su tiempo: hoy día no se critica a ninguna mujer por querer cobrar lo mismo que su compañero de reparto masculino, o más que él si quien tiene tirón y protagonismo es ella. Por desgracia, de su filmografía del siglo XXI casi nada vale la pena.
Siempre me ha fascinado Demi Moore porque en las fotos parece más joven que las tres hijas que tuvo con Bruce Willis y que ya la han hecho abuela. Ella misma ha contado la presión que ha sufrido para mantener una imagen divina y rutilante, a base de dietas adelgazantes, bótox y cirugía. Se casó además por tercera vez con un hombre dieciséis años menor, el actor Ashton Kutcher, lo que le valió aparecer durante una década en los casposos reportajes de mujeres mayores que enamoran a chavales. De la tiranía de la edad precisamente versa ‘La sustancia’, la cinta de terror corporal que acaparó aplausos en el Festival de Cannes, ganó el galardón al mejor guión y ha permitido a Demi Moore conquistar ese otro tipo de estrellato que ansiaba, el reconocimiento de la crítica. Su directora Coralie Fargeat confió en sus posibilidades como actriz y la hizo resucitar, nunca hay que despreciar el poder de una buena mirada hacia una congénere. Y así, la diva hollywoodiense que siempre ha aparentado veinte años menos encarna espléndida a una celebridad de cincuenta que pretende que el tiempo corra en dirección contraria y para ello llega a extremos espeluznantes. Globo de oro en mano, Moore lanzó un mensaje poderoso: “En esos momentos en los que no creemos ser lo suficientemente listas, guapas, delgadas o exitosas… una mujer me dijo ‘que sepas que nunca serás suficiente. Pero puedes saber lo que vales si dejas de medirte’”. Nunca es tarde para aceptarse y explorar sin complejos ni prejuicios los años que quedan por vivir. Ojalá el universo le premie con nuevos papeles interesantes de mujeres de su edad.
Subscribe to continue reading
Source: Informacion
Dolores Johnson is a voice of reason at “Social Bites”. As an opinion writer, she provides her readers with insightful commentary on the most pressing issues of the day. With her well-informed perspectives and clear writing style, Dolores helps readers navigate the complex world of news and politics, providing a balanced and thoughtful view on the most important topics of the moment.