As former President Donald Trump continues to rise in the polls despite his persistent problems with justice, an increasingly hostile mainstream media is frightening citizens with the possibility of a Republican victory in November.
Trump, who has so far denied losing the last presidential election to Democratic rival Joe Biden, must face accusations that he tried to manipulate the election and encouraged his supporters’ attack on the Capitol.
But none of these accusations are likely to leave a mark among his supporters, who continue to blindly support him, believing that he is the victim of the tyranny and maneuvers of the “liberal” press that has always supported Biden. Democratic Party.
Sus incondicionales acusan a los demócratas de proteger a Biden, tratando de ocultar la corrupción de su hijo Hunter, que podría incluso salpicar al propio Presidente, si hemos de creer a los republicanos, y de utilizar para ello al propio Departamento de Justicia e incluso al FBI.
Sea como fuere, los grandes medios del país, sobre todo las principales cadenas de televisión, trazan un panorama realmente apocalíptico para el caso de que Trump regrese triunfalmente, como indican los pronósticos, a la Casa Blanca.
Hablan de su sed de venganza, del peligro de que lleve al Ejército a las calles para reprimir a los ciudadanos, de que pueda utilizar al Pentágono para aplicar su agenda política, del riesgo de que EEUU se convierta bajo su presidencia en una dictadura.
Una dictadura que, como las de otros autócratas que en el mundo han sido, no se limitaría a un nuevo mandato de cuatro años, sino que se ampliaría indefinidamente: los norteamericanos no podrían volver a votar, como advierten algunos.
Se habla incluso de la posibilidad de un golpe militar para impedir que quien se convertiría automáticamente en comandante en jefe de las Fuerzas Armadas pudiese caer en la tentación de utilizarlas abusivamente contra sus propios ciudadanos.
Sus partidarios, que se expresan sobre todo en los llamados medios alternativos, afirman que se acusa preventivamente a Trump de querer hacer algo que el propio Biden está ya haciendo, como es la utilización del ministerio de Justicia para perseguir a un rival político.
La polarización en EEUU es cada vez más extrema, y existe el temor de que, gane quien gane las próximas presidenciales, la otra parte no vaya a aceptar lo que digan las urnas como ocurrió ya con Trump la última vez.
La cadena de televisión norteamericana NBC habla últimamente de que hay redes muy influyentes que, preocupadas por las consecuencias de una posible victoria de Trump, hablan de arrebatarle a quien sería su comandante en jefe el control de las Fuerzas Armadas, lo que, bien mirado, equivaldría a un golpe de Estado.
No es que no haya aspectos muy preocupantes en Trump, sobre todo sus tendencias autoritarias, su xenofobia, su desprecio de las instituciones internacionales o obsesión con China e Irán y su apoyo indiscriminado a Israel, en lo que coincide por cierto con Biden.
Pero al menos no parece que fuera a arrastrar a los europeos a una próxima guerra con Rusia. Y ya es algo.