Ya hay veredicto contra Donald Trump en el juicio que le ha convertido en el primer ocupante del Despacho Oval imputado por lo penal en la historia de Estados Unidos. La decisión llega a poco más de cinco meses de las elecciones presidenciales en las que Trump es el candidato de facto republicano para medirse con Joe Biden y promete sacudir de una forma también sin precedentes la política estadounidense.
Tras 11 horas y 47 minutos de deliberaciones de este miércoles en el primer día de sus discusiones a puerta cerrada, los 12 neoyorquinos que componen el jurado, siete hombres y cinco mujeres, han informado al juez Juan Merchan de que han alcanzado de forma unánime su veredicto. Este se anunciará inmediatamente. Trump, y el país, contienen la respiración.
El caso
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El expresidente está imputado en este caso, uno de los cuatro penales que enfrenta y posiblemente el único que se va a resolver antes de las elecciones, por 34 delitos de falsificación documental. Su origen es el pago a Stormy Daniels para silenciar antes de las elecciones de 2016 la alegación de la estrella del porno de un encuentro sexual entre ambos una década antes. La fiscalía elevó la gravedad de esos cargos vinculándolos a violaciones de leyes fiscales y estatales y federales de financiación de campaña.
La pena máxima en caso de que el veredicto sea de culpabilidad, de todos los cargos o solo de algunos, es de cuatro años de cárcel por cada cargo, pero se asume que el juez Merchan, el encargado de dictar sentencia, permitiría cumplirlas de forma simultánea y no por separado.
También, dado que Trump no tiene antecedentes penales y que se trata de delitos contables no violentos, así como teniendo en cuenta las excepcionales circunstancias políticas, el magistrado podría optar por no enviar a prisión a Trump, de 77 años.
Una apelación en caso de condena está garantizada. Pero Trump entraría ya en la historia como el primer candidato presidencial de uno de los dos grandes partidos que es un criminal convicto y, quizá, como el presidente condenado por lo penal (con una condena que, al tratarse de un caso estatal, no podría perdonarse ni si volviera a la Casa Blanca).
Silencio en vivo, gritos en redes sociales
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La trascendencia de este momento en que se combinan lo legal y lo político es imposible de minimizar. Y la seriedad de lo que estaba ocurriendo en el edificio de tribunales del bajo Manhattan era palpable este miércoles.
A diferencia de lo que ha hecho habitualmente a lo largo de las seis semanas previas de proceso, Trump no hacía ninguna declaración a la prensa en el pasillo antes de entrar en la sala, donde la sesión se abría con las instrucciones del juez al jurado. Solo hacía una señal subiendo los pulgares.
Una vez que el jurado empezaba las deliberaciones, no obstante, sí se dirigía a las cámaras. Volvía a instultar al juez Merchan como “corrupto” y, tras escuchar sus instrucciones al jurado, proclamaba que “ni la Madre Teresa (de Calcuta) podría ganar contra estos cargos” antes de denunciar, sin pruebas, que el juicio está “amañado“.
También por la mañana, antes de llegar al juzgado donde debe esperar el veredicto, también había vituperado el proceso en Truth Social, su red social. Trump hablaba en ese mensaje escrito todo en mayúsculas de “farsa judicial”. Volvía a acusar a Biden de “impulsar esta caza de brujas”. Y aseguraba que “no hubo delito”, afirmando que el único lo cometió Michael Cohen, su antiguo abogado y muñidor que es el eje de la acusación, que durante su testimonio reconoció haber robado 30.000 dólares de la Organización Trump y al que el expresidente insultaba, algo que tiene vetado por una orden mordaza (que ya ha violado en 11 ocasiones).
Impacto político
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Un veredicto de inocencia será sin duda proclamado por Trump como una reivindicación. Uno de culpabilidad, por el contrario, tiene garantizado ser denostado como ratificación de sus denuncias de que es víctima de una “persecución política” e incendiar más a sus bases, leales y perfectamente alineadas con las críticas del presidente.
La opción de que sea declarado culpable de todos o parte de los cargos, en cualquier caso, puede pasarle factura en noviembre entre otra parte fundamental del electorado. Según sondeos en estados bisagra como uno que realizó a principios de año Bloomberg con Morning Consult, un 53% de los votantes en esos estados dijeron que no le votarían si era condenado por algún delito.
El recorrido del jurado
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Antes de irse a deliberar el jurado había recibido este miércoles las últimas instrucciones del juez Merchan, que realizó para ellos un importante mapa de recorrido por las leyes y los cargos en este caso.
Era un paso especialmente importante en un caso enrevesado, donde la gravedad de los cargos por falsos apuntes contables se ha elevado sugiriendo que los delitos se cometieron con intención de un segundo delito, que la fiscalía no necesitaba demostrar pero para el que al menos sí debía mostrar la intención de Trump.
El magistrado recordó a los 12 jurados que debían “aparcar” sus opiniones previas sobre Trump, un reto en un país donde el expresidente no deja indiferente a nadie y en una ciudad donde durante toda su vida ha sido una celebridad polarizadora. Asimismo, les explicó que no podían tomar en su contra que el acusado decidiera no testificar en su propia defensa.
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Merchan también explicó al jurado que no podían condenar a Trump únicamente basándose en el testimonio de Cohen, el testigo estrella pero también “cómplice” en la trama en el núcleo de la acusación. Sí podían considerarlo culpable, no obstante, si creían que lo que dijo el antiguo abogado de Trump había sido corroborado por otros testigos y pruebas.