El acusado de una estafa en la exportación de 189 toneladas de patas de pollo se ha desvinculado de la operación y ha sostenido que se estaba separando de la empresa cuando se produjeron los hechos. El juicio quedó visto para sentencia ayer en la Audiencia Provincial de Alicante, donde el fiscal y la acusación particular mantuvieron la petición de tres años de cárcel. Alternativamente, solicitaron una condena por un delito de apropiación indebida.
El encausado era el responsable de una empresa de exportación de productos cárnicos que funcionaba en una nave sita en Villena y que se distribuía en Vietnam, Hong Kong y Sudáfrica. En mayo de 2017 firmó un acuerdo con otra mercantil para venderles ocho contenedores con 189 toneladas de patas de pollo por el que cobraron un anticipo de 59.000 euros. Los compradores presentaron la querella porque no recibieron la carne y el dinero no les fue devuelto.
«No sé por qué los contenedores no llegaron a su destino, el pedido se envió», aseguró el procesado, que insistió en que la planta tenía capacidad de sobra para asumir el pedido. Según explicó, en aquellos momentos la empresa estaba atravesando dificultades, con inspecciones de Sanidad y con procesos de despidos, mientras que él afrontaba un proceso de divorcio y había decidido desvincularse, firmando un poder a otra persona para que le relevara como administrador. «No podía desvincularme del todo, por eso a todos los efectos seguía figurando como el administrador», explicó. Según sus explicaciones, el dinero pagado se utilizó para pagar compras por adelantado y pagos de funcionamiento de la empresa.
El relevo en la administración de la empresa señaló que sus funciones se limitaban a organizar el trabajo y que él nunca se ocupó de cobrar el dinero de los pedidos. Por su parte, la propietaria de la nave, que fue despedida de la empresa meses antes, declaró que en la planta no había capacidad para asumir esos pedidos. «Allí no había medios para producir nada, solo chatarra. Ni en cuatro años podía haber asumido la producción de 189 toneladas de carne», aseguró, subrayando que le dejaron las instalaciones destrozadas, con numerosos desperfectos y el último año de alquiler sin pagar. Según dijo, Sanidad procedió al cierre temporal de las instalaciones ese año y unos meses después la Inspección de Trabajo procedió al cierre definitivo.
“Parecía un teatro”
Los denunciantes aseguraron que fue el acusado quien contactó con ellos para ofrecerle sus productos. Cuando el contenedor no llegó, pidieron explicaciones al procesado y acordaron a hacerle una visita a las instalaciones, donde ni siquiera este les atendió. Una visita de la que no salieron satisfechos. «Nos pareció todo un teatro», dijeron. Nada más llegar vieron que les esperaban unas veinte personas en la puerta y que al entrar, les siguieron dentro para ponerse a trabajar, pero no les dio la sensación de que fuera una actividad real. Tampoco vieron que se respetaba la cadena de frío en las cámaras frigoríficas, aseguró el responsable de la empresa.
El fiscal y la acusación particular sostienen que la estafa se cometió porque el acusado era consciente de que no podía asumir estos pedidos. De todas maneras, incidieron en que los afectados pagaron por un producto que no recibieron sin que se les devolviera el dinero. Por su parte, la defensa puso en cuestión el testimonio de los dos excolaboradores del acusado, destacando que estaban enemistados con él a raíz de los problemas de la empresa. La defensa señaló que ya se celebró otro juicio por hechos similares con otra empresa y que acabó en absolución porque el tribunal entendió que la reclamación se debía solventar por la vía civil.
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El juicio había sido suspendido anteriormente en tres ocasiones y este miércoles estuvo a punto de otro aplazamiento, después de que la defensa presentara en el último momento documentación sobre el envío del pedido.
Source: Informacion
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