Donald Trump ha logrado matemáticamente los votos necesarios para volver a ser elegido presidente de los Estados Unidos. El dirigente republicano se ha impuesto a Kamala Harris en los comicios y, a falta del recuento final, iniciará un segundo mandato en la Casa Blanca. Trump ya ganó unas elecciones en 2016, entonces contra Hilary Clinton, para luego perder los comicios de 2020 contra Joe Biden. Esa derrota impidió que encadenara dos legislaturas consecutivas y sea ahora, en 2024, cuando ocupe de nuevo el salón oval. Pase lo que pase durante estos próximos cuatro años y salvo reforma de la Constitución, el que inicia será su último servicio como presidente.
La limitación de mandatos es un mecanismo habitual en muchas democracias, especialmente aquellas de corte presidencialista. Su origen parte del temor de generar hiperliderazgos que pudieren perpetuarse en el cargo. No en vano, EEUU tiene su origen en un movimiento independentistas de colonos que quisieron -y lo lograron- librarse del yugo de la monarquía británica. Y los padres fundadores estadounidenses no querían cambiar un rey por otro.
La vigesimosegunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, en su sección primera, establece que “ninguna persona no podrá ser elegida para la oficina presidencial más de dos veces“. No especifica si los mandatos deben ser consecutivos, como fue el caso de Barack Obama o George W. Bush -por citar a los dos antecesores de Trump-, o pueden ser espaciados en el tiempo, como será el caso del nuevo presidente.
Si bien esa limitación de mandatos estuvo en el espíritu fundacional de EEUU, a nivel legislativo y para un país con casi tres siglos de historia es relativamente nueva. El último presidente que encadenó hasta cuatro mandatos consecutivos y no pudo plantearse presentarse a un quinto porque falleció ostentando el cargo fue Franklin D. Roosevelt. En 1933 ganó sus primeras elecciones y murió en 1945, al poco de ganar las cuartas. Dos años más tarde, el Congreso aprobó esa vigesimosegunda enmienda y en 1951 culminó su ratificación por todos los estados de la Unión.
Pendientes de una posible reforma
No es el país más restrictivo en este sentido. Por ejemplo, la vecina México limita a un único mandato -aunque este es de seis años- el tiempo que puede ocupar el sillón presidencial una persona. Es por ello que el hasta hace poco presidente Andrés Manuel López Obrador no volvió a presentarse a los comicios celebrados este año, pese a su récord de popularidad. En España no existe una retricción de mandatos contemplada en la Constitución, lo que permitió que Felipe Gónzález estuviera 14 años como presidente, hasta ahora el más longevo tras la reinstauración de la democracia. Tampoco a nivel autonómico, con el caso de Jordi Pujol en Catalunya, con 23 años ininterrumpidos al frente de la Generalitat.
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Donald Trump iniciará el próximo 20 de enero del 2025 su segundo mandato. Lo finalizará en 2029, una vez tenga 82 años y la única posibilidad de postularse a un hipotético tercer mandato pasaría por una reforma constitucional. No sería el primer gran dirigente internacional que induce un cambio así para alargar su presidencia. El actual máximo dirigente de Rusia, Vládimir Putin, ya alternó la presidencia con el cargo de primer ministro para luego aprobar, vía referéndum, una ampliación de mandatos que le permitiría extender su presidencia hasta 2036.
Source: Informacion
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