En la agenda del Gobierno ni siquiera figuraba el nombre del ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo. “José Manuel Albares se reúne con el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maros Šefčovič, y el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Lamy, en Bruselas”. Tampoco destacaba el “llanito” en las fotos distribuidas por el Ministerio de Exteriores español. Entre la diplomacia española escuece que se le haya dado altura de jefe de Estado al que consideran poco más que un alcalde, sentándolo a la mesa de las negociaciones de alto nivel como la que se han celebrado este jueves en Bruselas para definir el futuro encaje de la colonia británica en España y el resto del espacio común europeo tras el Brexit.
Pero Picardo estaba allí, en el tercer encuentro para negociar un Tratado sobre Gibraltar con este formato y el primero tras la victoria de los laboristas de Keir Starmer en las elecciones británicas. España quería confirmar “que el Reino Unido con el nuevo gobierno asumía lo acordado hasta ahora en los diferentes aspectos del futuro acuerdo e intentar avanzar lo más posible en el mismo”, según fuentes de Exteriores. España iba a seguir ofreciendo “un acuerdo generoso y equilibrado con libertad de movimiento de personas y bienes que respete los controles Schengen y aduaneros”.
Tras la reunión, poca información extra. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha pedido comprensión a su salida de la reunión: han acordado todos mantener la discreción. Suele ser el lado gibraltareño el que filtra más detalles, pero de momento Picardo está silente.
“Hemos tenido avances en aspectos que son en estos momentos ya los aspectos fundamentales: la libertad de movimiento de personas y la libertad de movimiento de bienes”, ha afirmado el jefe de la diplomacia española. “Queda todavía trabajo técnico sobre aspectos muy prácticos para hacer. Hemos quedado en seguir trabajando y redoblar la intensidad en las próximas semanas para poder, ya de una vez por todas, concluir lo antes posible este acuerdo”.
Convocar a los alcaldes de Campo de Gibraltar y la Junta
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Lo cierto es que el acuerdo se escurre entre las manos de los negociadores desde que, en la Nochevieja de 2020, Londres y Madrid pidieron a Bruselas empezar a negociar para derribar la Verja que separa la colonia del resto de la península y crear así una zona de “prosperidad compartida” con el Campo de Gibraltar. Dejar a un lado las cuestiones de soberanía sobre el Peñón y su entorno, que reclama España y rechaza Reino Unido, y centrarse en el bienestar de los “llanitos” y los 300.000 andaluces del Campo de Gibraltar,.
Albares va a convocar, como en anteriores ocasiones, tanto a los alcaldes del Campo de Gibraltar como a la Junta de Andalucía para poderles explicar la situación después de esta reunión. “Y ellos lo entenderán”, ha dicho. “Queremos que haya libertad de movimientos de personas y de bienes, pero, al mismo tiempo, por supuesto, tenemos que garantizar los controles dentro del espacio Schengen y la Unión aduanera”, ha insistido el ministro español.
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El acuerdo es complicado porque hay muchos embrollos casi irresolubles. Uno de los más importantes es cómo controlar el paso de soldados y mercancías militares por el puerto y el aeropuerto de Gibraltar. El otro es la gestión conjunta de este aeródromo de la Fuerza Aérea de Su Majestad. La diferencia de impuestos entre ambos lados (más bajos en Gibraltar, para los críticos una suerte de paraíso fiscal), las pensiones para los trabajadores españoles (más bajas que las de los llanitos porque estos se aprovechan de un fondo público) o las cuestiones de los residuos son otros de los escollos por superar.
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Source: Informacion
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